En el ‘quincuagésimo día’ (‘Pentecostés’ en griego) después de Pesaj, los discípulos regresan a Jerusalén para celebrar Shavuot, la fiesta judía de la cosecha que conmemora la provisión y el sustento de Dios. Pero en lugar de que ofrezcan al Señor las primicias de la cosecha del trigo, vemos que el Señor viene a proveerles en la forma del Espíritu Santo (primera lectura), el don del propio Señor.
Este don del Prometido Abogado de la paz, dado en forma de aliento (Evangelio), nos mantendrá fieles al Evangelio sustentando la vida, la alegría y la renovación (Salmo).
También se da con un buen propósito, que podamos salir a dar testimonio del poder del Espíritu mediante vidas de fe, servicio y unidad (Segunda Lectura).
Esta semana, oremos por una efusión del amor de Dios en nuestros corazones, para que, sintiéndonos renovados y llenos de las riquezas del Señor, podamos salir voluntariamente a compartir esa riqueza. También seguimos orando por la paz del mundo, y especialmente por el pueblo de Ucrania.
[También] nosotros estamos llamados a dar testimonio en el Espíritu Santo, a ser paráclitos, es decir consoladores. Sí, el Espíritu nos pide que demos forma a su consolación. ¿Cómo podemos hacerlo? No con grandes discursos, sino haciéndonos próximos; no con palabras de circunstancia, sino con la oración y la cercanía. Recordemos que la cercanía, la compasión y la ternura son el estilo de Dios, siempre.
papa francisco
homilía, santa misa en la solemnidad de pentecostés
23 de mayo 2021
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1-11
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por
separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu
les permitía expresarse. Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la
multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían: «¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.»
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 103, 1ab. 24ac. 29b-31. 34
R: Señor, envía tu Espíritu, y renueva la faz de la tierra
Bendice al Señor, alma mía:
¡Señor, Dios mío, qué grande eres!
¡Qué variadas son tus obras, Señor!
¡La tierra está llena de tus criaturas! R
Si les quitas el aliento,
expiran y vuelven al polvo.
Si envías tu aliento, son creados,
y renuevas la superficie de la tierra. R
¡Gloria al Señor para siempre,
alégrese el Señor por sus obras!
Que mi canto le sea agradable,
y yo me alegraré en el Señor. R
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 3b-7. 12-13
Todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo
Hermanos:
Nadie, movido por el Espíritu de Dios, puede decir: «Maldito sea Jesús.» Y nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo.
Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común.
Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo – judíos y griegos, esclavos y hombres libres – y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.
Palabra del Señor
O bien:
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 8-17
Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios
Hermanos:
Los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios.
Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes.
Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal. Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.
Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios. El mismo espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con Él para ser glorificados con Él.
Palabra del Señor
Secuencia
https://comunidadcatolicabkk.org/2020/05/30/la-venida-del-espiritu-santo-domingo-de-pentecostes-a/
Aleluya
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 20, 19-23
Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes: Reciban el Espíritu Santo
Gloria a ti, Señor
Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes!
Como el Padre me envió a mí,
yo también los envío a ustedes».
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió
«Reciban al Espíritu Santo.
Los pecados serán perdonados
a los que ustedes se los perdonen,
y serán retenidos
a los que ustedes se los retengan».
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Te compartimos la reflexión de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo de Pentecostés: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2023-05-28
~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana
Primera Lectura ~ Hch 2, 1-11
De los cuatro evangelistas, sólo Lucas habla de la Resurrección, Ascensión (Lucas 24, 50–53) y la venida del Espíritu como tres eventos diferentes. Están descritos tanto en su Evangelio como en los Hechos de los Apóstoles (que también se cree fue escrito por Lucas). En el Evangelio de San Juan, por ejemplo, todo parece suceder en el mismo día (Juan 20). Sin embargo es el relato de Lucas el que ha moldeado la práctica y la liturgia de la Iglesia a lo largo de los siglos.
Solo cuatro versículos (Hechos 2, 1–4) nos hablan de la venida del Espíritu mismo, y que informan sobre las palabras dichas por los discípulos y las personas presentes. El Espíritu los transforma en una comunidad de profetas que hablan sobre las ‘maravillas de Dios’. Mucho se ha escrito sobre la elección de naciones mencionadas por Lucas. Como el evento sucedía durante la festividad judía llamada de las Semanas (ver notas más adelante), cincuenta días después de la Pascua, muchos judíos del mundo conocido hasta entonces venían a Jerusalén en peregrinación. Los diferentes idiomas recuerdan el episodio de la Torre de Babel (Génesis 11, 1–9).
Sin embargo, en este caso, y aún con múltiples idiomas presente, las personas son capaces de entenderse.
Evangelio ~ Jn 15, 26-27; 16, 12-15
Pentecostés
Originalmente, Pentecostés era una festividad judía llamada la Fiesta de las Semanas, celebra el quincuagésimo día (de ahí ‘Pentecostés’) después del comienzo de la cosecha de grano. Era una fiesta mayor y muy popular, cuando los judíos vinían a Jerusalén de todo el mundo para celebrar.
La fiesta cristiana de Pentecostés
Se celebra cincuenta días después de la resurrección de Jesús. El relato de san lucas del primer ‘Pentecostés cristiano’ se describe en la primera lectura de hoy (ver nota anterior).
El pasaje del evangelio
Aquí leemos dos extractos del Discurso de despedida (Juan 14–17) donde Jesús anuncia el Espíritu Santo, a quien llama “el Abogado” y el ‘Espíritu de la verdad’. La venida del Espíritu no depende de nuestro poder para entender; por el contrario, la función del Espíritu es conducirnos a la verdad.
Él los guiará a la verdad completa.
Como en otras partes del Evangelio, «la verdad» es la creencia en Jesucristo como el que habla la palabra de Dios.
El Abogado, un Espíritu de Verdad
Este término pertenece al ordenamiento jurídico romano; significa una persona en un juicio quien argumenta un caso. La expresión ‘Espíritu de la Verdad’ se encuentra varias veces en el Evangelio de Juan (por ejemplo Juan 14, 17; 15, 26) y también en el Primera carta de Juan 4, 6. También se ha encontrado en varios otros documentos de la época, lo que ha llevado a los estudiosos a concluir que puede bien haber sido una expresión judía de la época.
El será mi testigo y tú también serás mi testigo.
El Espíritu Santo les dará a los testigos las palabras que necesitan. (Ver también Marcos 13, 11 y Lucas 12, 11–12: “No se preocupen por cómo se defenderán o lo que tengan que decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese mismo momento lo que deben decir.»
Él te lo dirá
La palabra griega para ‘tú’ es plural, por lo que Jesús no se dirige a un individuo, sino todos sus seguidores, incluyéndonos a nosotros. Lo que el Espíritu nos dirá (nótese que este verbo se usa tres veces en estos pocos versos) no será nada nuevo. El Espíritu no hablará ‘como de sí mismo’, pero glorificará a Jesús y nos dirá lo que el Padre ha dado a su Hijo.
fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/
«Ven Espíritu de Dios, Señor que estás en mi corazón y en el corazón de la Iglesia, tú que conduces a la Iglesia, moldeándola en la diversidad. Para vivir, te necesitamos como el agua: desciende una vez más sobre nosotros y enséñanos la unidad, renueva nuestros corazones y enséñanos a amar como tú nos amas, a perdonar como tú nos perdonas. Amén».
Papa Francisco
Homilía, Santa Misa Solemnidad de Pentecostés
4 de junio 2017