Lecturas del Domingo II del Tiempo de Pascua (Domingo de la Divina Misericordia) (Ciclo A)

“Como me envió el Padre, así los envío yo”

Hoy, con Tomás, aclamamos a Cristo como nuestro Señor y Dios. Nosotros también pedimos llenarnos del gozo y la paz de los discípulos al ver al Señor resucitado.
La primera lectura habla de la eficacia con que la fe llena del Espíritu anima y transforma la vida de los primeros cristianos. Su devoto y generoso sentido de comunidad es una inspiración para todos los que los conocen.
El salmo de hoy se considera «el» salmo de Pascua por encima de todos los demás. Todos los cristianos están invitados a dar gracias y alabar al Señor.
Pedro, que fue testigo presencial de los acontecimientos de Pascua (segunda lectura), alaba y alienta la fe de los nuevos conversos, aunque nunca hayan visto a Jesús. Aunque son perseguidos y plagados de pruebas debido a su nueva fe en Cristo, todavía lo aman profundamente y están llenos de un gozo glorioso.
El Evangelio relata los acontecimientos del primer domingo después del día de Pascua. Tomás está ausente cuando el Señor resucitado se aparece a los otros discípulos asustados, ofreciéndoles el don de la resurrección del Espíritu de la paz. Pero una semana después, Jesús busca personalmente a Tomás que duda: un encuentro que le permite a Tomás proclamar a Jesús como «¡Señor mío y Dios mío!».

Y luego, además de la paz y de la alegría, Jesús da a sus discípulos una nueva misión: Les dice «como el Padre me envió, también yo los envío» (v. 21). La resurrección de Jesús es el inicio de un nuevo dinamismo de amor capaz de transformar el mundo con la presencia del Espíritu Santo En este segundo domingo de Pascua, estamos invitados a acercarnos a Cristo con fe, abriendo nuestros corazones a la paz, a la alegría y a la misión, pero no olvidemos las llagas de Jesús, porque de ellas brotan la paz, la alegría y la fuerza para la misión. Encomendamos esta plegaria a la intercesión materna de la Virgen María, Reina del Cielo y de la Tierra.

papa francisco
Regina coeli, 28 de abril 2019

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 42-47
Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común

Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno.
Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 117, 2-4. 13-15. 22-24
R: ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor!
Que lo diga la familia de Aarón:
¡es eterno su amor!
Que lo digan los que temen al Señor:
¡es eterno su amor! R

Me empujaron con violencia para derribarme,
pero el Señor vino en mi ayuda.
El Señor es mi fuerza y mi protección;
Él fue mi salvación.
Un grito de alegría y de victoria
resuena en las carpas de los justos. R

La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él. R

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pedro 1, 3-9
Nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera, que ustedes tienen reservada en el cielo. Porque gracias a la fe, el poder de Dios los conserva para la salvación dispuesta a ser revelada en el momento final.
Por eso, ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente: así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo. Porque ustedes lo aman sin haberlo visto, y creyendo en él sin verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación.

Palabra del Señor

Aleluya Jn 20, 29
Ahora crees Tomás, porque me has visto.
¡Felices los que creen sin haber visto!, dice el Señor

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 20, 19-31
Ocho días más tarde, apareció Jesús

Gloria a Tí, Señor

Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo:
«¡La paz esté con ustedes!»
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo:
«¡La paz esté con ustedes!
Como el Padre me envió a mí,
yo también los envío a ustedes.»
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió:
«Reciban el Espíritu Santo.
Los pecados serán perdonados
a los que ustedes se los perdonen,
y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.»
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!»
Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.»
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.»
Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

Palabra del Señor

Gloria a Ti, Señor Jesús

Les compartimos la reflexión del RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2023-05-14

~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana

Primera Lectura ~ Hch 2, 42-47

Entre los domingos de Pascua y Pentecostés, la Primera Lectura se toma de los Hechos de los Apóstoles. Este libro es una continuación del Evangelio de Lucas; la fecha de su escritura se estima, generalmente, entre el 80 y el 85 d.C. El mismo da cuenta de la comienzos de la Iglesia cristiana primitiva bajo la guía del Santo Espíritu, y con la creencia en la resurrección.
Alrededor de un tercio del libro consiste en Discursos o Disertaciones. Ellos son un dispositivo literario importante para Lucas, que permite a los personajes principales dar un significado especial a los eventos con los que están conectados. Reflejan el celo misionero de esta primera generación de cristianos.
Entre relatos de milagros, Lucas nos da ‘Resúmenes’. Ellos son bocetos en miniatura de la vida de la iglesia cristiana primitiva, y el texto que estamos leyendo hoy es el primer “Resumen” importante del libro. Viene justo después de la conversión de 3000 personas en Pentecostés. Para Lucas, es un forma de hacer un balance, de describir el crecimiento y el carácter de los primeros comunidades dando una sensación de narración continua.
El compartir comunal de todos los bienes puede haber ocurrido solo en las primeras comunidades, porque ya en el capítulo 5 (vv. 1-5), se nos habla de un incidente donde este no fue el caso.
El Templo, el principal lugar de culto en el Antiguo Testamento, continúa siendo el foco en la era cristiana; es un lugar que podía ser utilizado como un foro misionero, como de hecho Jesús lo había usado (Lucas 4, 16-30). Los primeros cristianos también se reunían en sus casas para “fraccionar el pan”. Para nosotros hoy esto tiene claros matices eucarísticos, aunque en ese momento, simplemente pueden haber estado compartiendo una comida juntos como una forma de construir compañerismo. En la cultura oriental, comer juntos cimentaba el sentido de comunidad.

Evangelio ~ Jn 20, 19-31

Las puertas estaban cerradas por miedo a los judíos.
Los discípulos probablemente se reunieron en el aposento alto donde habían comido la Última Cena con el Señor. Sabiendo que, como seguidores de Jesús los judíos les serían hostiles, temían también ser arrestados y ejecutados.

‘La paz esté con ustedes’
Jesús da este saludo muy normal en Medio Oriente en esta instancia y ocho días después, mientras muestra a sus discípulos las heridas de la crucifixión. Este saludo familiar transmite más que la paz y puede traducirse como ‘Que Dios te dé todo bien’.

‘Como me envió el Padre, así los envío yo
Con estas palabras, Jesús encargó a los discípulos a que continuaran su ministerio. Al volver Jesús al Padre, necesita que la Iglesia lleve su mensaje a la gente. La Iglesia es el “Cuerpo de Cristo” (Efesios 1, 23; 1 Corintios 12, 12) La Iglesia, a su vez, no puede funcionar sin Jesús, que es el poder y la autoridad detrás del mensaje que debe llevar al mundo. Así como Jesús salió al mundo en amor y obediencia al Padre, también lo deben hacer sus discípulos – la Iglesia – llevando el mensaje de la Buena Noticia en perfecto amor y obediencia a Dios.

Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo”.
Los discípulos reciben el Espíritu Santo en esta aparición de Jesús Resucitado. La descripción de san Juan de las acciones de Jesús recuerdan la historia de la creación, como Dios sopló vida en las narices del hombre que había formado (Génesis 2, 7), y de Ezequiel en el valle de los huesos secos cuando escucha a Dios decir ‘Ven… Oh aliento, y sopla sobre estos muertos; déjalos vivir’. (Ezequiel 37, 9)

‘Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan’.
Algunos eruditos piensan que esto puede ser una referencia al bautismo de arrepentimiento que Juan el Bautista dispensó, un signo tradicional de limpieza. Otros piensan que estas palabras perfilan el deber de la Iglesia de anunciar el perdón de Dios a los que se arrepienten.

‘A menos que vea los agujeros en sus manos… no lo creeré.
Tomás, que dudaba de la resurrección de Jesús, está con los discípulos cuando Jesús se les aparece por segunda vez. Jesús ahora le ofrece a Tomás la prueba que necesita para creer lo que los otros discípulos le han dicho.

¡’Señor mío y Dios mío’!
Tomás representa a aquellos que son totalmente honestos en su duda o incredulidad. En este relato, no se nos dice si realmente tocó las heridas de Jesús o no, sino sólo que ahora puede hacer su declaración de fe de manera radical.

fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/

Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado, como se proclama en las Iglesias de Oriente: Christòs anesti! Ese verdaderamente nos dice que la esperanza no es una ilusión, ¡es verdad! Y que, a partir de la Pascua, el camino de la humanidad, marcado por la esperanza, avanza veloz. Nos lo muestran con su ejemplo los primeros testigos de la Resurrección. Los Evangelios describen la prisa con la que el día de Pascua «las mujeres corrieron a dar la noticia a los discípulos» (Mt 28,8). Y, después que María Magdalena «corrió al encuentro de Simón Pedro» (Jn 20,2), Juan y el mismo Pedro “corrieron los dos juntos” (cf. v. 4) para llegar al lugar donde Jesús había sido sepultado. Y después, la tarde de Pascua, habiendo encontrado al Resucitado en el camino de Emaús, dos discípulos “partieron sin demora” (cf. Lc 24,33) y se apresuraron para recorrer muchos kilómetros en subida y a oscuras, movidos por la alegría incontenible de la Pascua que ardía en sus corazones (cf. v. 32). Es la misma alegría por la que Pedro, viendo a Jesús resucitado a orillas del lago de Galilea, no pudo quedarse en la barca con los demás, sino que se tiró al agua de inmediato para nadar rápidamente hacia Él (cf. Jn 21,7). En definitiva, en Pascua el andar se acelera y se vuelve una carrera, porque la humanidad ve la meta de su camino, el sentido de su destino, Jesucristo, y está llamada a ir de prisa hacia Él, esperanza del mundo.   

Papa Francisco
Mensaje «Urbi et Orbi», 2023

Escrito por

El lugar de encuentro de los Católicos latinos en Bangkok... de la mano de Cristo y bajo el amparo de María ... celebrando la fe en comunidad desde el 2002 ...

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