Triduo Pascual: Jueves Santo ~ Misa Vespertina de la Cena del Señor

Hagan lo mismo que Yo hice con ustedes

En el diario vivir estamos siempre confrontando encrucijadas, las alternativas nos abruman.  Podemos elegir la entrega o el interés propio, el amor o el odio, vivir en verdad o en la mentira…podemos elegir, la vida o la muerte.
Esta semana entramos en una suerte de recta final de un camino que no sólo comenzó hace 40 días, sino el que elegimos transitar al entregar nuestra vida a Jesús.  Este es el camino de la conversión, de la entrega, el camino de la Cruz. Este es el camino abierto por el Señor, el del  “amor hasta el fin”; amando aún a aquellos que lo traicionaron, los que eligieron huir en vez de estar junto al Amigo. 
Y en un mundo donde muchos continúan eligiendo el camino de la muerte, de la violencia ciega, el camino de la autoreferencialidad y la cultura del descarte como tantas veces nos recuerda el Papa Francisco, estamos llamados en este Jueves Santo a elegir el camino de la vida al hacer memoria de lo que Jesús hizo en la Última Cena con especial alegría en el corazón: nos donó su Cuerpo y su Sangre – la Eucaristía – dejándonos el sacerdocio ministerial y el gran mandamiento del Amor.
Este es el camino que al recrear el gesto del Lavatorio de los Pies, nos llama a la humildad y a poner la vida al servicio del hermano.  «Lavando los pies a los apóstoles, Jesús quiso revelar el modo de actuar de Dios en relación con nosotros, y dar ejemplo de su “mandamiento nuevo” de amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado, o sea dando su vida por nosotros», nos decía el Santo Padre Francisco quien, hace unos años, una noche de Jueves Santo lavaría los pies de doce refugiados, muchos de ellos, no católicos. 
El hacer memoria del Banquete de la Vida, el de compartirlo, en comunidad, recordando en cada ocasión el infinito amor de Jesús, nos interpela una y otra vez a replantearnos las palabras del Obispo Pedro Casaldáliga: “Peregrino, solo hay un camino, no mas”. Hoy y siempre amigos, elegimos el camino de la Vida, el camino de Jesús. 


La realidad que vivimos hoy en esta celebración: el Señor que quiere permanecer con nosotros en la Eucaristía. Y nosotros nos convertimos siempre en sagrarios del Señor; llevamos al Señor con nosotros, hasta el punto de que Él mismo nos dice que si no comemos su cuerpo y bebemos su sangre, no entraremos en el Reino de los Cielos. Este es el misterio del pan y del vino, del Señor con nosotros, en nosotros, dentro de nosotros.

Papa Francisco
Santa Misa de la Cena del Señor, 9 de abril 2020

Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14
Prescripciones para la cena pascual

El Señor dijo a Moisés y a Aarón en el tierra de Egipto: “Este mes será para ustedes el mes inicial, el primero de los meses del año.  Digan a toda la comunidad de Israel:
“El diez de este mes, consígase cada uno un animal del ganado menor, uno para cada familia.  
Si la familia es demasiado reducida para consumir un animal entero, se unirá con la del vecino que viva mas cerca de su casa.  En la elección del animal tengan en cuenta, además del numero de comensales, lo que cada uno come habitualmente. 
Elijan un animal  sin ningún defecto, macho y de una año; podrá ser cordero o cabrito.  Deberán guardarlo hasta el catorce de este mes, y a la hora del crepúsculo, lo inmolará toda la asamblea de la comunidad de Israel. Después tomarán un poco de su sangre y marcarán con ella los dos postes y el dintel de la puerta de las casas donde se coman. Y esa misma noche comerán la carne asada al fuego, con panes sin levadura y verduras amargas.  
Deberán comerlo así: ceñidos con un cinturón, calzados con sandalias y con el bastón en la mano.  Y lo comerán rápidamente: es la Pascua del Señor. 
Esa noche Yo pasaré por el país de Egipto para exterminar a todos sus primogénitos, tanto hombres como animales, y daré un justo escarmiento a los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. 
La sangre les servirá de señal para indicar las casas donde ustedes estén. Al verla, Yo pasare de largo, y así ustedes se libraran del golpe del Exterminador, cuando Yo castigue al país de Egipto.  
Éste será para ustedes un día memorable y deberán solemnizarlo con una fiesta en honor al Señor.  Lo celebrarán a lo largo de las generaciones como una institución perpetua”.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 115, 12-13. 15-16bc. 17-18
R: ¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?

¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocare el nombre del Señor. R

¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!
Yo, Señor, soy tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas.  R

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocare el nombre del Señor. 
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su Pueblo. R

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 11, 23-26
Siempre que coman este pan y beban este cáliz, proclamarán la muerte del Señor

Hermanos:
Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente:
El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».
De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre.  Siempre que la beban, háganlo en memoria mía”.
Y así siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamaran la muerte del Señor hasta que Él vuelva.

Palabra del Señor


Aclamación antes del Evangelio Jn 13, 34
«Les doy un mandamiento nuevo:
Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado»,
dice el Señor

✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 13, 1-15
Los amó hasta el fin

Gloria a Ti, Señor

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, Èl, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que Èl había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.  Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?».  Jesús le respondió: «No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás.»
«No, le dijo Pedro, ¡Tú jamás me lavarás los pies a mí!»  Jesús le respondió: «Si Yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte».
«Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!» 
Jesús le dijo: «El que se ha bañado no necesita lavarse mas que los pies, porque está completamente limpio.  Ustedes también están limpios, aunque no todos».  Él sabia quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: «No todos ustedes están limpios».
Después de haberles lavado los pies, se puso el manto y volvió a la mesa y les dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy.  Si Yo, que soy el Señor y Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.  Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que Yo hice con ustedes».

Palabra del Señor

Gloria a Ti, Señor

Los invitamos a escuchar la meditación de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Jueves Santo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2023-04-06

Lavatorio de pies

El Papa Francisco en su primer año como Obispo de Roma, lavó los pies a jóvenes en un reformatorio.  Allí les dijo: “El lavatorio de pies es una caricia de Jesús”. Estas palabras, que tan elocuentemente describen este acto de amor y servicio de nuestro Salvador, nos invitan a amar y a servir, así como Él lo hizo. Nuestro mundo está cada día mas sediento de compasión, de compartir, de solidaridad y de amor. Pidamos al Señor Jesús que nos ayude a reconocer en la cotidianidad de cada día, estos momentos en los que, podamos lavar los pies de nuestros hermanos para juntos experimentar fraternalmente la caricia amorosa de Jesús.

Mientras camino el largo y doloroso viaje hacia la cruz, debo hacer una pausa
en el camino para lavar los pies de mi prójimo.
Conforme me arrodillo delante de mis hermanos y hermanas,  lavo sus pies,
y los miro a los ojos, descubro que es por mis hermanos y
hermanas quienes caminan conmigo, es por ello que puedo hacer el viaje.

Henri Nouwen

Escrito por

El lugar de encuentro de los Católicos latinos en Bangkok... de la mano de Cristo y bajo el amparo de María ... celebrando la fe en comunidad desde el 2002 ...

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