Lecturas del Domingo III del Tiempo de Cuaresma (Ciclo A)

“El agua que Yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta Vida eterna”

Las lecturas de este domingo se centran en los temas del agua y la vida, ayudándonos a reflexionar sobre nuestros verdaderos deseos.
Mientras tienen sed en el desierto, el pueblo elegido de Israel comienza a perder su confianza en Dios. Dios responde al grito urgente de ayuda de Moisés proporcionando agua de una roca, saciando así su sed. (Primera lectura)
El salmista responde implorándonos que escuchemos y confiemos en el Señor. Mientras cantamos con alegría nuestro agradecimiento a Dios, fuente de toda vida, estamos llamados a ablandar nuestros corazones para que fluya el amor de Dios.
En el evangelio, Jesús se encuentra con la mujer samaritana en el pozo de Jacob. Él la trae a una nueva vida mostrándole respeto y compasión. Jesús la invita a confiar en él y a beber del “agua viva” que sólo él puede darle, revelándose como el Mesías. Ella responde corriendo de regreso a su ciudad natal: una nueva discípula que comparte con entusiasmo el mensaje de Jesús.
La Segunda Lectura nos recuerda cuán grande es la profundidad del amor incondicional de Dios por nosotros: aunque pecadores, somos perdonados. El “agua viva” prometida en el Evangelio es el amor de Dios derramado en nuestros corazones a través del Espíritu Santo que nos fue dado en nuestro bautismo. Nuestra fe en Jesús apaga nuestra sed y nos trae esperanza. Durante la Cuaresma, oremos para que al escuchar y responder con las manos y los corazones abiertos a la invitación de Jesús de sacar y beber profundamente de su pozo de ‘agua viva’, podamos vernos a nosotros mismos y a los demás a través de los ojos del amor.
Oramos también para que todos aquellos que se preparan para ser bautizados en Pascua puedan encontrar esa fe que enriquece sus vidas.

Queridos hermanos, el agua que dona la vida eterna ha sido derramada en nuestros corazones en el día de nuestro Bautismo; entonces Dios nos ha transformado y llenado de su gracia. Pero puede darse que este gran don lo hemos olvidado, o reducido a un mero dato personal; y quizá vamos en busca de “pozos” cuyas aguas no nos sacian. Cuando olvidamos el agua verdadera, buscamos pozos que no tienen aguas limpias. ¡Entonces este Evangelio es precisamente para nosotros! No solo para la samaritana, para nosotros. Jesús nos habla como a la samaritana. Cierto, nosotros ya lo conocemos, pero quizá todavía no lo hemos encontrado personalmente. Sabemos quién es Jesús, pero quizá no lo hemos encontrado personalmente, hablando con Él, y no lo hemos reconocido todavía como nuestro Salvador. Este tiempo de Cuaresma es una buena ocasión para acercarse a Él, encontrarlo en la oración en un diálogo de corazón a corazón, hablar con Él, escucharle; es una buena ocasión para ver su rostro también en el rostro de un hermano y de una hermana que sufre. De esta forma podemos renovar en nosotros la gracia del Bautismo, saciar nuestra sed en la fuente de la Palabra de Dios y de su Espíritu Santo; y así descubrir también la alegría de convertirse en artífices de reconciliación e instrumentos de paz en la vida cotidiana.

papa francisco
ángelus, 19 de marzo 2017

Lectura del libro del Éxodo 17, 1-7
Danos agua para beber

Toda la comunidad de los israelitas partió del desierto de Sin y siguió avanzando por etapas, conforme a la orden del Señor. Cuando acamparon en Refidím, el pueblo no tenía agua para beber. Entonces acusaron a Moisés y le dijeron:
«Danos agua para que podamos beber».
Moisés les respondió:
«¿Por qué me acusan? ¿Por qué provocan al Señor?»
El pueblo, torturado por la sed, protestó contra Moisés diciendo:
«¿Para qué nos hiciste salir de Egipto? ¿Sólo para hacernos morir de sed, junto con nuestros hijos y nuestro ganado?»
Moisés pidió auxilio al Señor, diciendo:
«¿Cómo tengo que comportarme con este pueblo, si falta poco para que me maten a pedradas?»
El Señor respondió a Moisés:
«Pasa delante del pueblo, acompañado de algunos ancianos de Israel, y lleva en tu mano el bastón con que golpeaste las aguas del Nilo. Ve, porque yo estaré delante de ti, allá sobre la roca, en Horeb. Tú golpearás la roca, y de ella brotará agua para que beba el pueblo.»
Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel.
Aquel lugar recibió el nombre de Masá -que significa «Provocación»- y de Meribá -que significa «Querella»- a causa de la acusación de los israelitas, y porque ellos provocaron al Señor, diciendo: «¿El Señor está realmente entre nosotros, o no?

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 94, 1-2. 6-9
R: Cuando escuchen la voz del Señor, no endurezcan el corazón

¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias,
aclamemos con música al Señor. R

¡Entren, inclinémonos para adorarlo!
¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó!
Porque Él es nuestro Dios,
y nosotros, el pueblo que Él apacienta,
las ovejas conducidas por su mano. R

Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:
«No endurezcan su corazón como en Meribá,
como en el día de Masá, en el desierto,
cuando sus padres me tentaron y provocaron,
aunque habían visto mis obras.» R

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 5, 1-2. 5-8
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo

Hermanos:
Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por Él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo,que nos ha sido dado.
En efecto,cuando todavía éramos débiles, Cristo, en el tiempo señalado, murió por los pecadores. Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo; tal vez alguno sea capaz de morir por un bienhechor. Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores.

Palabra del Señor

Aclamación antes del Evangelio Jn 4, 42. 15
Señor, Tú eres verdaderamente el Salvador del mundo;
dame agua viva para que no tenga más sed.

✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 11, 1-45
Yo soy la Resurrección y la Vida

Gloria a Ti, Señor

Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía.
Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber».
Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
La samaritana le respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos.
Jesús le respondió:
«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice:
“Dame de beber”,
tú misma se lo hubieras pedido,
y él te habría dado agua viva».
«Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?»
Jesús le respondió:
«El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed,
pero el que beba del agua que yo le daré,
nunca más volverá a tener sed.
El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna».
«Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla».
Jesús le respondió: «Ve, llama a tu marido y vuelve aquí».
La mujer respondió: «No tengo marido».
Jesús continuó: «Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad».
La mujer le dijo: «Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar».
Jesús le respondió:
«Créeme, mujer, llega la hora
en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre.
Ustedes adoran lo que no conocen;
nosotros adoramos lo que conocemos,
porque la salvación viene de los judíos.
Pero la hora se acerca, y ya ha llegado,
en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad,
porque esos son los adoradores que quiere el Padre.
Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad».
La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo».
Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla contigo».
En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: «¿Qué quieres de ella?» o «¿Por qué hablas con ella?»
La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?»
Salieron entonces de la ciudad y fueron a su encuentro.
Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús, diciendo: «Come, Maestro». Pero él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen».
Los discípulos se preguntaban entre sí: «¿Alguien le habrá traído de comer?»
Jesús les respondió:
«Mi comida
es hacer la voluntad de aquel que me envió
y llevar a cabo su obra.
Ustedes dicen que aún faltan cuatro meses para la cosecha.
Pero yo les digo: Levanten los ojos y miren los campos:
ya están madurando para la siega.
Ya el segador recibe su salario
y recoge el grano para la Vida eterna;
así el que siembra y el que cosecha
comparten una misma alegría.
Porque en esto se cumple el proverbio:
“Uno siembra y otro cosecha”.
Yo los envié a cosechar
adonde ustedes no han trabajado;
otros han trabajado, y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos».
Muchos samaritanos de esa ciudad habían creído en él por la palabra de la mujer, que atestiguaba: «Me ha dicho todo lo que hice». Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días. Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra. Y decían a la mujer:
«Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo».

Palabra del Señor

Gloria a Ti, Señor Jesús

Les compartimos la reflexión del RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2023-03-26

~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana

Segunda Lectura ~ Rm 5, 1-2. 5-8

La Carta de san Pablo a los Romanos, que ocupa el primer lugar en las Epístolas del Nuevo Testamento, no es de hecho, la primera carta de Pablo. Se piensa que la escribió a mediados del siglo I d.C., probablemente en Corinto, en el camino de regreso de su tercer viaje misionero en el Mediterráneo oriental.
Aquí escribe a la iglesia de Roma para anunciar su visita, queriendo presentarse, y darles una exposición extensa de su comprensión del Evangelio. Sin embargo, debido a que aún nolos conocía, Pablo no trata los problemas específicos de la iglesia en Roma, que incluía judíos y gentiles. Esta epístola ha influido en la teología cristiana más que ninguna otra. En el primeros cuatro capítulos, Pablo demostró que somos juzgados justos por fe. Aquí en el capítulo 5 muestra que ser justo, o ‘justificado’ trae sobre una reconciliación, una profunda paz y armonía y una amistad eterna con Dios.
Pablo se enfoca en:

  • el pasado: el estar reconciliados;
  • el presente: vivir en estado de gracia;
  • el futuro: mirar hacia adelante con esperanza a la gloria de Dios.

En lo que podría verse como una paradoja, habla de una esperanza confiada. Pablo tiene total confianza porque el Espíritu Santo ha derramado el amor de Dios en su corazón. De hecho, vv. 5–8 será conducivo a la doctrina de la Trinidad. Pablo ‘se jacta’ de su estado de gracia, y la palabra hebrea traducida aquí no sólo significa fanfarronear. En el contexto actual también significa ‘regocijarse’, ‘exaltar en’ o ‘gloriarse’. Por la muerte de Cristo cuando “todavía éramos débiles” (es decir, cuando aún no conocíamos al Señor Jesús), Dios muestra su incondicional, espontáneo amor por nosotros.

Evangelio ~ Jn 4, 5-15

La mujer samaritana

Esta historia solo se encuentra en el Evangelio de Juan. Es uno de varios encuentros personales entre individuos y Jesús, como Nicodemo; el funcionario real; el ciego de nacimiento; Pilato; María Magdalena; y Tomás, entre otros, que cambian para siempre sus vidas.

Sicar, un pueblo samaritano
No que se encuentra en los mapas de la zona. Algunos creen que es una corrupción griega de Sequem; otros el pueblo de Askar. Ambos están cerca del pozo.

El pozo de Jacob
Mide unos 125 pies de profundidad. No es, como muchos otros pozos en la zona, una cisterna llena de agua de lluvia recogida que podría volverse rancia y contaminada en un caliente clima. Es alimentado por manantiales subterráneos, para que las aguas permanezcan fresca. Es por eso que en ese tiempo que la gente llamaba al agua de este pozo ‘agua viva’. Así como el significado literal de ‘agua corriente’, ‘agua viva’ es una expresión del Antiguo Testamento que significa revelación divina o vitalidad (ver Jeremías 2, 13; 17, 13; o Ezequiel 47, 1–12). En el Evangelio joánico también indica eal Espíritu Santo (7, 38-39).
La mayoría de las mujeres samaritanas habrían recogido agua en el frescor de la mañana. El pozo era un lugar donde podían socializar. La mujer de la historia puede haber qquerido evitarlos, tal vez sintiéndose excluida o rechazada debido a su historia matrimonial un tanto accidentada.

‘Dame de beber’
Jesús rompe las barreras sociales tradicionales. Los hombres, en un lugar público, solo hablaban a mujeres que eran parientes consanguíneos.

Judíos y samaritanos
Los samaritanos eran judíos que se mezclaron con extranjeros traídos de Babilonia y Media por los conquistadores asirios en el 722 a. para así colonizar la tierra con habitantes que les serían leales. Ellos no reconocen a Jerusalén como el lugar para adorar a Dios pues ellos lo hacían en el monte Gerizim, cerca de la ciudad de Siquem. Sólo aceptaron los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, pero esperaban la venida de un Mesías.
Los judíos consideraban a los samaritanos y sus posesiones como ritualmente impuros. Juan utiliza hábilmente la incomprensión, la ironía y los cambios de tema para retratar a Jesús rompiendo tabúes sociales como la discriminación de género, la pureza ritual, la hostilidad y el estigma moral asociado a varios matrimonios.

Escrito por

El lugar de encuentro de los Católicos latinos en Bangkok... de la mano de Cristo y bajo el amparo de María ... celebrando la fe en comunidad desde el 2002 ...

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