Queridos amigos,
Este Domingo, Jornada Mundial de las Misiones o DOMUND, celebramos la misión y la vocación de tantos hombres y mujeres que salen de sí para llevar la Buena Noticia de Jesús a cada rincón de nuestra Casa Común. Todos, como bautizados, como Iglesia, estamos llamados a vivir la vocación del anuncio, del servicio, de la presencia, de la misión.
Hoy, muy especialmente, nuestra oración es de acción de gracias al Señor por la entrega de hombres y mujeres, de misioneros, muy caros a nuestra Comunidad: el P. Miguel Garaizabal, SJ, la hna. Margarita Perez, FMA, las hermanas Salesianas, las misioneras Identes: Cristina González y Esterlicia López, y el P. Edgar Nava, Misionero Xaveriano de Parma. (La lista completa de todos los amigos que nos han acompañado a través de los años la pueden encontrar en: https://comunidadcatolicabkk.wordpress.com/la-comunidad/)
Gracias a su generosidad y disponibilidad de corazón y su sí a seguir los pasos de Jesús, cada uno hace que continuemos experimentando el ser parte de este tejido comunitario con Cristo, nuestro centro y quien nos mueve, sabiendo que somos parte de algo que va haciendo historia en cada punto, que nos interpela a un encuentro cada vez más cercano con el Señor, a un hacer juntos camino en la fe de la mano de Jesús y de María, y a convertirnos, animados por el Espíritu Santo, en piedras vivas (1Pe 2, 5) capaces de construir, en cada acción y en cada gesto, el Reino de Dios aquí y ahora.
Queridos hermanos y hermanas, sigo soñando con una Iglesia totalmente misionera y una nueva estación de la acción misionera en las comunidades cristianas. Y repito el deseo de Moisés para el pueblo de Dios en camino: «¡Ojalá todo el pueblo de Dios profetizara!» (Nm 11,29). Sí, ojalá todos nosotros fuéramos en la Iglesia lo que ya somos en virtud del bautismo: profetas, testigos y misioneros del Señor.
Con la fuerza del Espíritu Santo y hasta los confines de la tierra. María, Reina de las misiones, ruega por nosotros.
Papa Francisco
Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2022
¡Dios, ten piedad de mí, pecador!
La honestidad y la humildad parecen ir de la mano, y las lecturas de esta semana muestran cuán esenciales son estas actitudes para nuestra oración.
En la Primera Lectura, aprendemos que Dios escucha con especial atención a los humildes. En su justicia, no hace acepción de ‘personajes’: aquellos de importancia indebida o estatus elevado.
El Salmo recoge este tema. El Señor está cerca de los quebrantados de corazón; Él oye el grito de los pobres.
San Pablo, en su carta a Timoteo, se enfrenta solo al tribunal, pero sabe que el Señor está a su lado, y es Él quien le da poder para proclamar el mensaje. Pablo está lleno de acción de gracias por el cuidado continuo de Dios.
El Evangelio de este Domingo es la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos. El fariseo está lleno de fariseísmo, pero el humilde recaudador de impuestos, que reconoce su pecaminosidad, se va a casa ‘en paz con Dios’.
Que esta semana, estemos confiados, al llegar a la oración en toda nuestra pecaminosidad, que el Señor, en su misericordia, siempre nos escuchará. Seguimos orando por la paz del mundo, y por todos los que sufren.
La parábola enseña que se es justo o pecador no por pertenencia social, sino por el modo de relacionarse con Dios y por el modo de relacionarse con los hermanos. Los gestos de penitencia y las pocas y sencillas palabras del publicano testimonian su consciencia acerca de su mísera condición. Su oración es esencial Se comporta como alguien humilde, seguro sólo de ser un pecador necesitado de piedad. Si el fariseo no pedía nada porque ya lo tenía todo, el publicano sólo puede mendigar la misericordia de Dios. Y esto es hermoso: mendigar la misericordia de Dios. Presentándose «con las manos vacías», con el corazón desnudo y reconociéndose pecador, el publicano muestra a todos nosotros la condición necesaria para recibir el perdón del Señor. Al final, precisamente él, así despreciado, se convierte en imagen del verdadero creyente.
papa francisco
audiencia general,
1 de junio 2016
Lectura del libro del Eclesiástico 35, 12-14. 16-18
La súplica del humilde atraviesa las nubes
El Señor es juez
y no hace distinción de personas:
no se muestra parcial contra el pobre
y escucha la súplica del oprimido;
no desoye la plegaria del huérfano, ni a la viuda,
cuando expone su queja.
El que rinde el culto que agrada al Señor,
es aceptado, y su plegaria llega hasta las nubes.
La súplica del humilde atraviesa las nubes
y mientras no llega a su destino, él no se consuela:
no desiste hasta que el Altísimo interviene,
para juzgar a los justos y hacerles justicia.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial– 33, 2-3. 17-19. 23
R: El pobre invocó al Señor, y Él lo escuchó
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el señor:
que lo oigan los humildes y se alegren. R
El Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias. R
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
El Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en él no serán castigados. R
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 16 -18
Está preparada para mí la corona de justicia
Querido hijo:
Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su Manifestación.
Cuando hice mi primera defensa, nadie me acompañó, sino que todos me abandonaron. ¡Ojalá que no les sea tenido en cuenta! Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A Él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra del Señor
Aleluya 2Cor 5, 19
Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo,
confiándonos la palabra de reconciliación.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 18, 9-14
El publicano volvió a su casa justificado, pero no el fariseo
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:
«Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: «Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas.»
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!»
Les aseguro que este último volvió a sus casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.»
Te invitamos, como cada Domingo, a escuchar la reflexión de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2022-10-23
~ Creciendo en la fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana
Segunda lectura ~ 2Tim 4, 6-8. 16-18
Durante las últimas tres semanas, hemos leído y rezado la Segunda Carta de Pablo a Timoteo, llegando hoy al final de la misma. Pablo está en prisión, enfrentando la muerte, y estos versos son, en gran medida, sus palabras de despedida en las que reflexiona sobre su vida como discípulo de Cristo. No ha sido fácil, y a menudo encontró sufrimiento, o se sintió abandonado por sus amigos. Nadie vino a su primera audiencia para defenderlo o apoyarlo; tampoco trajeron comida ni otro consuelo mientras estaba en prisión (y en una época en la que no había sistema penitenciario, el suministro de las necesidades básicas de los cautivos se efectuaba por medio de amigos y familia).
Al reflexionar sobre su ministerio, el escritor usa el tiempo perfecto, mejor usado para indicar una acción completada: ha luchado, ha corrido, ha mantenido la fe. También se utilizan una serie de imágenes para describir la situación de Pablo:
La vida derramada como una libación: esta es una imagen de sacrificio. Líquido – vino, aceite, o en este caso sangre, se derramaba durante un rito de sacrificio.
Concluí mi carrera: curiosamente esta imagen no se enfoca en ganar sino en corrrer, y así proporciona un modelo para el discipulado.
La corona de justicia: una imagen perteneciente a una competencia atlética donde se entrega una corona de hojas de laurel a quien llegue a la meta. Pablo aquí se pone a sí mismo como un ejemplo para Timoteo, pero tiene claro que sea lo que sea que ha hecho, no podría haberse logrado sin el apoyo de el Señor: “El Señor estuvo a mi lado y me dio poder”. El escritor tiene absoluta confianza en el apoyo del Señor contra viento y marea, citando una línea del Salmo 21 (22), v. 21: Fui rescatado de la boca del león.
Evangelio ~ Lc 18, 9-14
Dos hombres subieron al Templo para orar: un fariseo y un publicano
Este pasaje continúa la enseñanza de la semana pasada sobre la oración. Es la última de las parábolas y que sólo se encuentran en el Evangelio de Lucas. Éste, de todos los evangelistas, es el que más muestra a Jesús como una persona de oración, y es aquí especialmente donde vemos a Jesús orando en los momentos más importantes de su vida. Poco asombra, entonces, que los discípulos, inspirados por su ejemplo, le pidan a Jesús: “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11, 1). Habiendo descrito inicialmente a su audiencia como gente que se enorgullecían de esus propias virtudes y despreciaban a todos los demás, Jesús continúa hablando de dos tipos de personas y su forma de orar. Sus oyentes se reconocerían fácilmente en los ejemplos dados.
El fariseo: ‘No soy como el resto de la humanidad’
Los fariseos eran buenas personas que, como implica su nombre en hebreo, gustaban de mantenerse apartados de la sociedad (del hebreo: pārûsh, que significa ‘apartado’). En la parábola, el fariseo es un judío estricto que sigue la ley de Dios en todos sus detalles. Pero es farisaico y se considera mejor que el resto de la humanidad. Este fariseo particular no sólo guarda la Ley Mosaica sino que la excede. La ley prescribe sólo un día de ayuno al año, en el Día de la Expiación, y sólo era necesario diezmar sobre el beneficio obtenido de los productos agrícolas, no en todo. Sin embargo, este hombre usa su oración para alabarse a sí mismo y condenar a su vecino.
El publicano: ‘Dios, ten piedad de mí, pecador’
Por el contrario, el recaudador de impuestos es consciente de que su forma de vida no es todo lo que debería ser y reconoce su pecaminosidad ante Dios. Los recaudadores de impuestos, en ese momento, eran marginados sociales, conocidos como ladrones para Roma, y el publicano se acerca a su oración con humildad, expresada en su lenguaje corporal. Comienza su oración con el verso de apertura del salmo 51 (52), que el rey David compuso después de su adulterio. El recaudador de impuestos pide perdón y no condena a nadie. Jesús habría asombrado a su audiencia al representar al fariseo como el villano, y al recaudador de impuestos como el héroe.
‘Este hombre, les digo, volvió a su casa en paz con Dios’
El recaudador de impuestos es el que ha entendido la enseñanza de Jesús sobre la oración (Lucas 11, 1)