‘Ámense los unos a los otros, así como yo los he amado’
A medida que continúa la Pascua, somos invitados a vivir como parte del glorioso plan de Dios para lograr una nueva creación.
El nuevo mandamiento de Jesús de ‘ámense los unos a los otros como yo los he amado’ es la clave para transformar nuestro mundo. (Evangelio)
La Primera Lectura continúa la historia de la misión de Pablo y Bernabé. Así como alentaron a los nuevos discípulos cristianos a perseverar en la fe, nosotros también podemos sentirnos animados a ver lo que se puede lograr cuando permitimos que Dios obre dentro y entre nosotros.
El Salmo nos llama a cantar la bondad de Dios con toda la creación, proclamando a todos la compasión, el amor y la gloria de Dios.
La visión de la Jerusalén celestial en la Segunda Lectura promete un cielo nuevo y una tierra nueva, una nueva creación donde Dios vive entre el pueblo de Dios, convirtiéndose en Dios-con-nosotros.
Esta semana podríamos orar para amar a los demás más y más así como Jesús nos ama, para que podamos ayudar a desempeñar nuestro papel en hacer nuevas todas las cosas. Recordamos los lugares del mundo donde el odio y la destrucción son evidentes, pidiendo que el amor y la misericordia prevalezcan. En particular, seguimos unidos en la oración por la paz para el pueblo de Ucrania y Europa del Este.
Sólo seremos de verdad bienaventurados, felices, cuando entremos en la lógica divina del don, del amor gratuito, si descubrimos que Dios nos ha amado infinitamente para hacernos capaces de amar como Él, sin medida. Como dice San Juan: «Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.»
papa francisco
28 de septiembre 2015
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 14, 21b-27
Contaron a la Iglesia todo lo que Dios había hecho con ellos
Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.
En cada comunidad establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído.
Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir.
A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 144, 8-13a
R: Bendeciré tu Nombre, eternamente, Dios mío, el único Rey.
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas. R
Que todas tus obras te den gracias,
Señor, y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder. R
Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre. R
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a
Dios secará todas sus lágrimas
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más.
Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo.
Y oí una voz potente que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios estará con ellos. El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó.»
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas».
Palabra del Señor
Aleluya Jn 13, 34
«Les doy un mandamiento nuevo:
ámense los unos a los otros, como Yo los he amado»,
dice el Señor
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 13, 31-33a. 34-35
Les doy un mandamiento nuevo: ámense unos a otros
Durante la Última Cena, después que Judas salió, Jesús dijo:
«Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él.
Si Dios ha sido glorificado en Él,
también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.
Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes.
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros.
Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.
En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos:
en el amor que se tengan los unos a los otros.»
Como cada Domingo, los invitamos a escuchar la reflexión de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2022-05-15
~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana
Salmo 144 (145)
Algunos eruditos piensan que este salmo fue, en un momento, el último del libro, con otros cinco salmos a la gloria de Dios que se añadieron más adelante.
Su estructura es inusual. La primera palabra de cada verso comienza con un letra diferente del alfabeto hebreo, desde la primera hasta la última. Este estilo se utilizó para ayudar a memorizar el texto para la recitación en privado o en público. También expresa plenitud total, más bien como una ‘A a Z’ de felicitación. Los textos como este, llamados acrósticos, fueron obra de artistas muy expertos.
En los versículos que rezamos esta semana, el salmista alterna entre hablar (posiblemente a la congregación) acerca de Dios (como en la primera estrofa), y dirigiéndose a Dios en persona. El salmista alaba a un Dios cuyos atributos desea resumir y exaltar. En esto hace eco de la autodescripción que el Señor dio a Moisés en el Monte Sinaí (Éxodo 34, 6): “un Dios de ternura y compasión, lento a la ira, rico en bondad y fidelidad’.
El salmista también se dirige a un Dios al que reconoce como rey (la gloria de tu reinado, un reino eterno) y continúa con palabras de alabanza (agradecer, bendecir, hablar, declarar y dar a conocer) por sus poderosas obras.
La respuesta, parte de un versículo anterior, bendice el nombre de Dios. Los nombres eran importante en la Antigüedad, reflejando la naturaleza y el carácter de un persona: su esencia misma. Incluso en el Nuevo Testamento, los cambios de nombre ocurren en momentos importantes en la vida de las personas (como, por ejemplo, de Saulo a Pablo, de Simón a Pedro).
Evangelio ~ Jn 13, 31-35
Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado
El capítulo 13, 31- 17 en el Evangelio de Juan se conocen como ‘El Discurso de Despedida’, donde Jesús habla a sus discípulos antes de su muerte y resurrección. El pasaje de este domingo llega después de que Judas deja el grupo para traicionar a Jesús, y justo antes de que Jesús predice las negaciones de Pedro.
‘Ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre…’
Esta es una oración compleja que usa tanto el tiempo pasado como el futuro y ha desafiado a muchos estudiosos. El “proceso de glorificación” de Jesús, es decir, ser públicamente honrado y aclamado, revelando la esencia misma de una persona – implica rechazo, crucifixión, muerte y resurrección. ‘Ahora’ se refiere a la partida de Judas para traicionar a Jesús: la escena está lista, el proceso está en marcha, el resto seguirá. Así es como ser glorificado puede ser tanto en el pasado (traición) y en el futuro (muerte y resurrección).
‘Hijitos míos’
Aunque es la única vez que Jesús llama a sus discípulos «hijos» en el Evangelio de Juan, el evangelista usa este término varias veces en sus cartas.
Un mandamiento nuevo
El mandato de amarse unos a otros no es, en sí mismo, nuevo. Se puede encontrar en el Antiguo Testamento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19, 18). Pero lo que es nuevo aquí es el mandato a los discípulos: ‘ámense los unos a otros como Yo los he amado’. Jesús es el modelo, la razón, la causa de amarse los unos a los otros. Cabe señalar que el término ‘amor’, además de significar simplemente que alguien nos ‘gusta’, implica también -como mínimo- apego, compromiso y lealtad. También significa mostrar compasión y ayudar a los necesitados.
‘Por este amor todos conocerán que ustedes son mis discípulos’
Este es el objetivo principal de este amor entre los discípulos. Eso refleja el amor de Jesús por todos, sin excepción. Es un signo de ‘ser Iglesia’.