“Tú en cambio, cuando hagas limosna no lo vayas anunciando, como hacen los hipócritas, en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya merecen su paga. Tu, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”.
Mt 6, 2-4

Nací para servirte: esa es mi lucha,
mi Gloria y mi condena.
si mi felicidad de ti no viene,
no aguardo bienestar sobre esta tierra.
No sirvo a los señores de este mundo,
que pagan con honores y riquezas.
Te sirvo a ti, Señor de lo escondido,
que en lo secreto premias.
Te sirvo a ti, que en el amor has puesto
tu ley y tu presencia.
Y ya servirte, oh Dios, es en mi vida
una siembra, una entrega
en la que el hombre sale de sí mismo
y en ti mismo se encuentra.
Sé Tú, Señor, el campo donde el grano
de mi vida se entierre y dé cosecha.
Nací para servirte: esa es mi lucha,
mi Gloria y mi condena.
Dar limosna empieza al escuchar.
Tú escuchas las necesidades, los dolores,
los gritos, las inquietudes, los miedos, las ilusiones…
Enséñame a escuchar a quien está cerca de mí:
a mis amigos, mi familia, mis conocidos.
Enséñame a atender a sus palabras, incluso cuando no las pronuncien.
Y dame inquietud para atender también a las voces lejanas,
esas que llegan tapadas por rumores inextinguibles.
Dar limosna sigue al compartir.
Tú eres un Dios que das.
Das palabra de esperanza.
Das a tu Hijo como promesa.
Das perdón.
Das vida.
Das futuro.
Enséñame a dar: dar tiempo a quien está solo,
palabras a quien se siente aislado, alegría al triste.
Entregar mi esfuerzo al golpeado.
Mi fortaleza al débil.
Compartir mi riqueza con el pobre,
mi fe con quien duda,
y mi duda con quien se encierra en falsas seguridades.
Enséñame, Señor, a descubrir las necesidades
de los otros y a convertirlas en mi prioridad.
Dar limosna es ser feliz y libre.
De alguna manera intuyo que la libertad es encontrarte a ti.
Es descubrir que tú eres la perla preciosa.
Que tu evangelio es una joya,
y tu palabra una fuente de sabiduría.
Ayúdame, Señor, a dar, a darme,
a descubrir en ti la fuente de la alegría profunda,
y a descubrir en los otros un motivo de dicha… Ayúdame.
Manos vacías, eso es lo que espera en mí
él me ha mandado dejarlo todo a sus pies hasta
que no tenga nada en mi poder para que
él pueda llenar mi vida hasta rebosar.
RETRATO aproximado DEL DIOS VIVO,
UN DIOS QUE DA LO QUE TIENE
El corazón, de carne, capaz de conmoverse con nosotros.
Los ojos miran, buscan, ven y descubren las hambres de los hombres.
Sus oídos perciben los gritos y las risas de la humanidad;
y con los lamentos se estremece, y con las risas se ilumina
Tiene una palabra: la palabra de Jesús, que atraviesa las montañas y los siglos.
Tiene entrañas de misericordia
Tiene las manos abiertas, para dar y recibir.
Y de tan abiertas, un poco atravesadas por mil clavos.
Sus pies son los del viajero, siempre en marcha, en todos los rincones
Tiene un sueño: el evangelio, y muchas pesadillas: el dolor de sus hijos.
Es al tiempo viejo y joven, macho y hembra…
Y quiere hablar conmigo,
y que le conozca,
y que le ayude,
y que le entienda,
y que me cure,
y que compartamos ese sueño grande.
fuente: https://pastoralsj.org/