Lecturas del Domingo IV del Tiempo de Cuaresma (Ciclo C)

‘¡A alegrarse! ¡Este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida!

En este domingo de Laetare (¡Alégrate!) a mitad de la Cuaresma, se nos anima a celebrar con esperanza y alegría antes de entrar en los tiempos más oscuros de la Semana Santa. Hoy nos regocijamos particularmente en la reconciliación y el perdón de los pecados comprados para nosotros por el sufrimiento y la muerte de Jesús.
En la primera lectura, los israelitas celebran su primera Pascua en la Tierra Prometida. Ya no dependen del maná con el que Dios los había sustentado durante sus años en el desierto, se regocijan de que Dios los haya llevado a un lugar donde la generosidad de la tierra los alimenta.
El Salmo es uno de alabanza, regocijándose en la bondad de Dios. Glorifica al Señor, que escucha y contesta nuestras oraciones cuando tenemos miedo o angustia.
San Pablo habla de la “nueva creación” hecha posible por el sufrimiento y la muerte de Cristo. A través de este sacrificio, Dios ha reconciliado a la humanidad consigo mismo y nuestras faltas son perdonadas. Por eso, nosotros mismos estamos llamados a compartir la buena noticia del perdón con los demás (segunda lectura).
El Evangelio relata la primera parte de la historia del retorno del hijo pródigo. Somos testigos del perdón total y absoluto que el padre otorga a su hijo egoísta y descarriado, quien ahora se arrepiente de su insensatez.
Así como el padre perdona a su hijo, así sabemos que nosotros también seremos perdonados, cuando expresamos nuestro dolor por las acciones y omisiones que nos alejan de Dios. Mientras celebramos la alegría de saber que somos totalmente amados y perdonados, en estas últimas semanas de Cuaresma, pidamos la gracia de vernos a nosotros mismos como Dios nos ve, y de ver a los demás tal como Dios los ve también.

«Jean-Louis Forain, The Return of the Prodigal Son (third plate), 1909, etching, Rosenwald Collection, 1943.3.3756»

La misericordia del padre es desbordante, incondicional, y se manifiesta incluso antes de que el hijo hable. Cierto, el hijo sabe que se ha equivocado y lo reconoce: «He pecado… trátame como a uno de tus jornaleros» (v. 19). Pero estas palabras se disuelven ante el perdón del padre. El abrazo y el beso de su papá le hacen comprender que siempre ha sido considerado hijo, a pesar de todo. Es importante esta enseñanza de Jesús: nuestra condición de hijos de Dios es fruto del amor del corazón del Padre; no depende de nuestros méritos o de nuestras acciones, y, por lo tanto, nadie nos la puede quitar, ni siquiera el diablo. Nadie puede quitarnos esta dignidad.

papa francisco
Audiencia general, 11 de mayo 2016

Lectura del libro de Josué 4, 19; 5, 10-12
El pueblo de Dios, después de entrar a la tierra prometida, celebra la Pascua

Después de atravesar el Jordán, los israelitas entraron en la tierra prometida el día diez del primer mes, y acamparon en Guilgal. El catorce del mes, por la tarde, celebraron la Pascua en la llanura de Jericó. Al día siguiente de la Pascua, comieron de los productos del país –pan sin levadura y granos tostados– ese mismo día.
El maná dejó de caer al día siguiente, cuando comieron los productos del país. Ya no hubo más maná para los israelitas, y aquel año comieron los frutos de la tierra de Canaán.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 33, 2-7
R: ¡Gusten y vean que bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren. R

Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: él me respondió
y me libró de todos mis temores. R

Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 5, 17-21
Dios nos reconcilió con Él por intermedio de Cristo

Hermanos:
El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación.
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios. A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.

Palabra del Señor

Aclamación antes del Evangelio Lc 15, 18
Iré a la casa de mi padre y le diré:
Padre, pequé contra el Cielo y contra ti.

✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 15, 1-3. 11-32
Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profun- damente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso.
Él le respondió: “Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”.
Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, des- pués de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”.
Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”».

Te invitamos a escuchar la reflexión de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2022-03-27

~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana

Segunda Lectura ~ 2Corintios 5, 17-21

Pablo escribió su segunda carta a los corintios desde Macedonia después que salió de Éfeso, probablemente en el otoño del 57 d.C. Es una las cartas ms personal de todas las que escribió y nos da una idea de Pablo, el hombre. El Apóstol está dispuesto a responder a las críticas tanto personales como teológicas.
Este pasaje es famoso por sus ‘frases sonoras’: ‘Si alguno está en Cristo, hay un nueva creación’ o ‘Dios en Cristo, reconcilió al mundo consigo’, o también ‘Nosotros somos embajadores de Cristo”.
Pablo se esfuerza por buscar la reconciliación con los corintios. Otros predicadores han tratado de desacreditar a Pablo y esto lo ha inquietado. De hecho, las palabras ‘reconciliar’ o ‘reconciliación’ aparecen cinco veces en estos cuatro versículos. Antes de este pasaje, Pablo explica que él no busca la autopromoción, que no está en un viaje de ego (2 Corintios 5, 12-15). Lo que lo motiva es el amor de Cristo. Si creemos en Cristo, entonces nos acercamos a la vida con un conjunto diferente de valores; somos ‘una nueva creación’. La palabra ‘nueva’ aquí enfatiza no tanto una realidad que aparece de repente, sino algo totalmente diferente, una nueva forma de ser. El proceso de la reconciliación implica el perdón de los pecados (‘no tener en cuenta las faltas de la gente contra ellos’). Pablo enfatiza diferentes relaciones: no sólo la que hay entre él y los corintios, sino también el que entre los corintios y Dios, a través de los buenos oficios de Pablo como embajador de Cristo. Sin embargo, es de notar que nuestro amoroso Dios siempre deja a las personas la libertad de elegir, no nos obliga a cambiar nuestros caminos y reconciliarnos. Él solo apela a cada uno.

Evangelio ~ Lc 15, 1-3. 11-32

La Parábola del Hijo Pródigo

El capítulo quince del Evangelio de Lucas es uno de los más conocidos en el Nuevo Testamento y ha sido descrito como ‘el Evangelio en el Evangelio’, porque su tres parábolas sobre el gozo del arrepentimiento y el perdón de Dios contienen la esencia de la Buena Noticia que Jesús vino a proclamar.

Este hombre acoge a los pecadores y come con ellos
Los fariseos se referían a las personas que no guardaban la ley como «el pueblo de la tierra’, y pusieron una barrera completa entre ellos y esas personas. Ellos sentían que cualquier contacto con ellos los contaminaría. Por lo tanto, estaban profundamente conmocionados por el comportamiento de Jesús. Por tanto, el Señor les cuenta tres parábolas, que terminan con el Evangelio de hoy, ilustrando cómo el camino de Dios se opone al de los fariseos.

Padre, déjame tener la parte de la herencia que me corresponde
La ley judía establecía que un padre debe dar dos tercios de su propiedad a su mayor hijo y una tercera parte al menor (Deuteronomio 21, 17). Si un padre quisiera retirarse, no era inusual para él distribuir su patrimonio antes de morir, pero en este caso fue a petición del hijo menor.

… (él) lo puso en su granja para alimentar a los cerdos
Según la Ley, los cerdos eran animales inmundos y se esperaba que los judíos evitaran todo contacto con ellos, vivos o muertos (Levítico 11, 8).

Ya no merezco ser llamado hijo tuyo; trátame como uno de tus jornaleros
Los jornaleros eran el rango más bajo de esclavos. Ellos eran trabajadores que eran fácilmente despedidos y no se consideraban parte del hogar en absoluto.

Saca la mejor túnica… ponle un anillo en el dedo, y sandalias en los pies
El padre honró a su hijo pidiendo que le pusieran un manto espalda. El anillo en su dedo le dio autoridad; era lo mismo que dar poder notarial de alguien hoy. Darle zapatos mostró que estaba siendo recibido como un miembro de la familia. Los esclavos nunca usaban zapatos.

El hijo mayor estaba enojado… y se negó a entrar
El hijo mayor se arrepintió de que su hermano hubiera vuelto a casa. Él representa a los fariseos santurrones que no tenían compasión por el que estaba ‘perdido’, sino más bien exigían retribución. Sus años de servicio se habían convertido en una carga, un deber y lo que hizo no fue por amor a su padre.

fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/

Escrito por

El lugar de encuentro de los Católicos latinos en Bangkok... de la mano de Cristo y bajo el amparo de María ... celebrando la fe en comunidad desde el 2002 ...

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