Inmerso en este gran misterio de tu venida y desde el silencio que me permite escucharte, acompañarte; ayúdame, Señor, a reconocerte “Dios de las pequeñas cosas”, a conocerte mejor, a descubrir tu palabra, tu corazón; a amarte en la sencillez, en los diminutos rumores de la vida, de las gentes; a seguirte con pasos cortos pero arriesgados a veces, a veces solo, a veces con otros, pero siempre cerca, muy cerca de ti.
Ven, Señor Jesús
Ven Señor Jesús porque sin ti ya no hay paisaje, ven Señor Jesús porque sin ti no hay melodías.
Ven Señor Jesús porque sin ti no encuentro paz en nada, sin ti mis ojos no brillan.
La vida es poca cosa sin ti, sin ti, sin ti, sin ti, la vida es poca cosa.
Ven Señor Jesús, ven pronto a mi vida, ven pronto Señor, ven pronto.
Porque sin ti yo no quiero la vida, ya no canto con alma, ya mis manos nos sirven, ya nos escucho latidos, ya no abrazo con fuerza, mi corazón no se ensancha, mi sonrisa no es plena.
Y todo sin ti, nada vale la pena porque sin ti ya no me llena nada, porque sin ti todo suena vacío, sin ti todo me deja tristeza, porque sin ti yo no respiro hondo, porque sin ti todo me cansa, porque sin ti me falta todo y me sobra todo, todo sin ti, sin ti.
Ven Señor Jesús, ven pronto a mi vida, ven pronto Señor,
ven pronto.
Porque sin ti no me importa mi hermano, no me importa el que sufre, porque sin ti mi corazón es de piedra a quien todo resbala, acostumbrada a los pobres, acomodada en su casa, sin jugarse la vida, sin gastarla por nada.
Ven Señor Jesús, ven pronto a mi vida,
ven pronto Señor,
ven pronto.
Vendrá inesperadamente
Él viene, viene, viene siempre… aunque no sepamos cómo ni cuándo. Viene siempre porque ya está ahí. A pesar de mis contradicciones y desganas. Muchas veces no tenemos más que pararnos a escuchar nuestro propio eco, nuestros deseos más profundos o la voz de quien está a nuestro lado. Y mientras esta espera no sea vacía será un tiempo para avanzar en algún sentido, para definir aspectos importantes de mi vida, para ir regalando…
Viene para quedarse
Igual que no podemos pensar en esperar por esperar, la venida del Señor no podemos imaginarla como un momento puntual de euforia, como el final de un camino, como una meta lograda. Dar continuidad a su presencia, apostar por que me importe el que sufre, sentir que late mi corazón, velar por las sonrisas y desventuras de mis hermanos y vivir cada día según lo que de Jesús voy descubriendo, es hacer Evangelio. ¿Cómo confiar en que algo se transforma cada día?
Vienes y transformas mi vida
Pequeños gestos, algunas palabras, que hacen de mí una persona única a pesar de imperfecta, ¿testaruda?, ¿egoísta?, pero también ¿comprometida?, ¿alegre?; alguien cercano a ti y a tu propuesta de entregar la vida por los más olvidados, los que se van quedando apartados en los márgenes. Estar cada día un poco más loco, un poco más enamorado de ti y de tus cosas, un poco más implicado en lo que siento que es realmente importante. Realmente llegaste y transformaste algo en mí.
Donde espero grandeza
Tú pondrás pequeñez,
Donde busque
resultados
pondrás trabajo,
Donde todo parezca
firmeza, podré
encontrar debilidad,
cercanía, regalo.
Donde una vez
tuve suerte
hallaré confianza,
vida en realidad;
donde pusiste
a fuerza de pedir,
amor sin medida,
manos entregadas,
pies cansados.
Donde pueda ser
alimento para otros,
alma alegre,
ojos esperanzados, voz
con ganas de escuchar.
Cuando pueda dormir,
despertaré.
Fuente: PastoralSJ.org https://pastoralsj.org/recursos/profundizar/577-ven-senor-jesus-y-tu-despierta