«¡Tú eres el Mesías!»
Este domingo contemplamos a Jesús, que es, como dice Pedro, el Cristo, el ungido de Dios. Las lecturas nos ayudan a comprender el camino que Jesús recorre para mostrarnos su amor.
La primera lectura de Isaías es parte del cántico del Siervo sufriente. Va a sufrir mucho, pero conserva su total confianza en Dios.
La sección del Salmo que se da hoy complementa esta lectura. El salmista sufre mucho pero da gracias porque el Señor ha escuchado su clamor y lo ha salvado.
Santiago, en la segunda lectura, subraya las consecuencias prácticas de nuestra fe: la respuesta amorosa que debe dar el fiel seguidor.
En el Evangelio, Jesús pregunta a sus discípulos sobre lo que la gente dice de Él. Cuando Pedro declara que Él es el Mesías, Jesús revela el sufrimiento que le espera y también, que nosotros, sus discípulos, debemos seguir el mismo camino.
En nuestra oración de esta semana, quizás podamos ser conscientes de que somos discípulos de Jesús y vivimos nuestra vida en su nombre.
El Señor quiere que sus discípulos de ayer y de hoy establezcan con Él una relación personal, y así lo acojan en el centro de sus vidas. Por este motivo los exhorta a ponerse con toda la verdad ante sí mismos y les pregunta: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» (v. 29). Jesús, hoy, nos vuelve a dirigir esta pregunta tan directa y confidencial a cada uno de nosotros: «¿Tú quién dices que soy? ¿Ustedes quién dicen que soy? ¿Quién soy yo para ti?». Cada uno de nosotros está llamado a responder, en su corazón, dejándose iluminar por la luz que el Padre nos da para conocer a su Hijo Jesús. Y puede sucedernos a nosotros lo mismo que le sucedió a Pedro, y afirmar con entusiasmo: «Tú eres el Cristo».
papa francisco
Ángelus, 16 de septiembre 2018
Lectura del libro de Isaías 50, 5-9a
Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban
El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás.
Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas,
a los que me arrancaban la barba;
no retiré mi rostro
cuando me ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda:
por eso, no quedé confundido;
por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y
sé muy bien que no seré defraudado.
Está cerca el que me hace justicia: ¿quién me
va a procesar? ¡Comparezcamos todos juntos!
¿Quién será mi adversario en el juicio?
¡Que se acerque hasta mí!
Sí, el Señor viene en mi ayuda:
¿quién me va a condenar?
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 114, 1-6. 8-9
R: Caminaré en presencia del Señor
Amo al Señor, porque Él escucha
el clamor de mi súplica,
porque inclina su oído hacia mí,
cuando yo lo invoco. R
Los lazos de la muerte me envolvieron,
me alcanzaron las redes del Abismo,
caí en la angustia y la tristeza;
entonces invoqué al Señor:
«¡Por favor, sálvame la vida!» R
El Señor es justo y bondadoso,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor protege a los sencillos:
yo estaba en la miseria y me salvó. R
El libró mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída.
Yo caminaré en la presencia del Señor,
en la tierra de los vivientes. R
Lectura de la carta de Santiago 2, 14-18
La fe, si no va acompañada de las obras, está completamente muerta
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: «Vayan en paz, caliéntense y coman», y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta.
Sin embargo, alguien puede objetar: «Uno tiene la fe y otro, las obras.» A ese habría que responderle: «Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe.»
Palabra del Señor
Aleluya Gál. 6, 14
Yo sólo me gloriaré
en la cruz de nuestro Señor Jesucristo,
por quien el mundo está crucificado para mí,
como yo lo estoy para el mundo.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 27-35
Tú eres el Mesías… El Hijo del hombre debe sufrir mucho
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.»
«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?»
Pedro respondió: «¿Tú eres el Mesías.»
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad.
Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.»
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.»
Les compartimos la reflexión del RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://rezandovoy.org/reproductor/2021-09-12
~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana
Segunda Lectura ~ Carta de Santiago 2, 14-18
Estos versículos se encuentran en el corazón de la Carta de Santiago, que seguimos leyendo y orando. Proporcionan una base teórica para los consejos prácticos del autor. Hasta ahora, Santiago se ha centrado en la importancia de una religión práctica, una que no se limite a seguir reglas y regulaciones, sino que se rija por la fe. Aquí desarrolla la necesidad de combinar la fe con las obras.
Para hacer esto, utiliza el recurso retórico semítico de exageración, recordando a su audiencia la importancia de la hospitalidad y la caridad. La fe es una re-orientación de todos los aspectos de nuestra vida. Cualquiera que diga que tiene fe pero no hace buenas obras para respaldarla, se está engañando a sí mismo. Ese tipo de fe, es una fe muerta.
Las buenas obras, como muestra el ejemplo de hoy, consisten en seguir la voluntad de Dios en todos los aspectos de nuestra vida. Incluso cuando parezca que se han hecho buenas obras sin fe, una mirada de cerca revelará rápidamente que la fe es la base de esas buenas obras. El contraste no es tanto entre la fe en sí misma y la fe que se muestra en las buenas obras, como entre una fe muerta y una fe viva.

Santiago aquí se hace eco de las enseñanzas del Antiguo Testamento, que exigen que todos apoyen a los pobres (Deuteronomio 15, 7). Del mismo modo, los sacrificios y los holocaustos no tienen valor si los que los hacen no se preocupen por los desfavorecidos (Isaías 1, 11-13, 17-18).
El Nuevo Testamento ve a Cristo en los necesitados (Mateo 25, 31-46), apoyando así el enfoque del «cristianismo práctico» de Santiago.
Evangelio ~ Marcos 8, 27-35
Los versículos que leemos esta semana marcan un punto de inflexión en el Evangelio de San Marcos. El reconocimiento de Pedro de Jesús como el Cristo es el punto culminante de los primeros ocho capítulos, y el tema del Mesías sufriente se introduce ahora con la primera predicción de Jesús de su Pasión.
Cesarea de Filipo
Esta pequeña ciudad está situada a unas 25 millas al noreste del lago de Galilea. La antigua ciudad de Paneas fue reconstruida por Felipe el Tetrarca y rebautizada en honor a César, el emperador romano. Se llama Filipos en oposición a Cesarea Marítima, que está junto al mar.
¿Quién dice la gente que soy?
La respuesta de los discípulos coloca a Jesús en el centro de la tradición profética. Se esperaba que Elías regresara (Malaquías 4, 5). La gente ve a Jesús como un estimado líder espiritual.
¿Quién dicen que soy?
La respuesta de Pedro se traduce de diversas formas como «el Cristo» o «el Mesías». La palabra significa «el ungido». El pueblo había esperado durante mucho tiempo un mesías, que establecería el reino de Dios y sería una figura real. Sin embargo, los siguientes versículos muestran que Pedro no ha apreciado completamente la clase de Mesías que era Jesús.
El Hijo del Hombre estaba destinado a sufrir mucho
«Hijo del Hombre» es la forma en que Jesús se define a sí mismo; un término tomado del profeta Daniel (7, 13). Cada vez, los discípulos realmente fallan en entender lo que está diciendo.
Será rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas.
No se menciona a los fariseos. En el Evangelio de Marcos, no participan explícitamente en la caída de Jesús.
Dijo todo esto abiertamente
Hasta ahora, Jesús siempre había pedido a sus discípulos que guardaran silencio sobre quién es Él.
Que tome su cruz y me siga.
Esta es la primera vez que se menciona la cruz en este evangelio. Algunos estudiosos piensan que el dicho no debe tomarse literalmente. La señal de la cruz era una señal hebrea que indicaba que una persona pertenecía a Dios (Ezequiel 9, 4-6). Otros ven en esta imagen un símbolo de sumisión a la autoridad divina, de la misma manera que los criminales romanos crucificados se sometieron a la autoridad de Roma.
Quien pierda la vida por mí
Jesús no alienta el sufrimiento por sí mismo, sino por el Evangelio. La abnegación que se propugna aquí es más que los pequeños sacrificios que uno podría hacer durante la Cuaresma (sin galletas, ni chocolate, etc.). Se trata de vivir para los demás y no a expensas de los demás. El verdadero discípulo debe anteponer los valores de Dios a los valores humanos. Esta es la razón que Pedro es reprendido por Jesús.
fuente: https://stbeunosoutreach.files.wordpress.com/2021/08/prego-plus-24th-sunday-otb-2021.pdf