Noche de Vigilia Pascual, la noche más santa, la fiesta más importante del Año Litúrgico, la Solemnidad de las solemnidades: celebramos la Resurrección de Cristo y nuestra propia resurrección. Es la vigilia de la gozosa celebración de la Resurrección de Aquel que se entregó libremente por amor…es la vigila que nos hace pasar a cada uno de nosotros, de la muerte a la vida.
El templo esta a oscuras. Es la oscuridad de la vida alejada de Dios. Pero en esta oscuridad surge la Luz de Cristo que ilumina a todos aquellos que lo siguen.

¿Por qué buscan entre
los muertos al que está Vivo?
Lc 24, 5
En las tinieblas del Sábado Santo irrumpirán la alegría y la luz con los ritos de la Vigilia pascual, tarde por la noche, y el canto festivo del Aleluya. Será el encuentro en la fe con Cristo resucitado y la alegría pascual se prolongará durante los cincuenta días que seguirán, hasta la venida del Espíritu Santo. ¡Aquel que había sido crucificado ha resucitado!
Papa Francisco
Audiencia General, 31 de marzo 2021
La primera parte de la vigilia celebra a Cristo, Luz que ilumina a todo hombre, simbolizado en el cirio pascual, imagen de Cristo resucitado. Miramos hacia la entrada del templo. El Celebrante bendice el fuego nuevo, signo de la presencia de Dios y expresión de luz, calor, fuerza y vida.

Esta es la luz de Cristo,
yo la haré brillar.
Esta es la luz de Cristo
yo la haré brillar.
Esta es la luz de Cristo
yo la haré brillar.
Brillará, brillará, sin cesar.
Después de iniciar la Vigilia con la liturgia de la Luz, celebramos la Liturgia de la Palabra. Las lecturas del Antiguo Testamento muestran a grandes pinceladas el amor maravilloso de Dios.
Lectura del libro del Génesis 22, 1-18
El sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe
Dios puso a prueba a Abraham. «¡Abraham!», le dijo.
Él respondió: «Aquí estoy».
Entonces Dios le siguió diciendo: «Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré».
A la madrugada del día siguiente, Abraham ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus servidores y a su hijo Isaac, y después de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado. Al tercer día, alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos, y dijo a sus servidores: «Quédense aquí con el asno, mientras yo y el muchacho seguimos adelante. Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes».
Abraham recogió la leña para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac; él, por su parte, tomó en sus manos el fuego y el cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos.
Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: «¡Padre!».
Él respondió: «Sí, hijo mío».
«Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?»
«Dios proveerá el cordero para el holocausto», respondió Abraham. Y siguieron caminando los dos juntos. Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Ángel del Señor lo llamó desde el cielo: «¡Abraham, Abraham!».
«Aquí estoy», respondió él.
Y el Ángel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único».
Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Abraham llamó a ese lugar: «El Señor proveerá», y de allí se origina el siguiente dicho: En la montaña del Señor se proveerá.
Luego el Ángel del Señor llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo, y le dijo: «Juro por mí mismo oráculo del Señor : porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos, y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz».
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 103, 1-2a. 5-6. 10. 12-14ab. 24. 35
R: Señor, envía tu Espíritu y renueva toda la tierra
Bendice al Señor, alma mía:
¡Señor, Dios mío, qué grande eres!
Estás vestido de esplendor y majestad
y te envuelves con un manto de luz. R
Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:
¡no se moverá jamás!
El océano la cubría como un manto,
las aguas tapaban las montañas. R
Haces brotar fuentes en los valles,
y corren sus aguas por las quebradas.
Las aves del cielo habitan junto a ellas
y hacen oír su canto entre las ramas. R
Desde lo alto riegas las montañas,
y la tierra se sacia con el fruto de tus obras.
Haces brotar la hierba para el ganado
y las plantas que el hombre cultiva. R
¡Qué variadas son tus obras, Señor!
¡Todo lo hiciste con sabiduría,
la tierra está llena de tus criaturas!
¡Bendice al Señor, alma mía! R
Lectura del libro de Isaías 54, 5-14
Se compadeció de ti con amor eterno tu redentor, el Señor
Tu esposo es aquel que te hizo:
su nombre es Señor de los ejércitos;
tu redentor es el Santo de Israel:
él se llama Dios de toda la tierra.
Sí, como a una esposa abandonada y afligida
te ha llamado el Señor:
¿Acaso se puede despreciar
a la esposa de la juventud?,
dice el Señor.
Por un breve instante te dejé abandonada,
pero con gran ternura te uniré conmigo;
en un arrebato de indignación,
te oculté mi rostro por un instante,
pero me compadecí de ti con amor eterno,
dice tu redentor, el Señor.
Me sucederá como en los días de Noé,
cuando juré que las aguas de Noé
no inundarían de nuevo la tierra:
así he jurado no irritarme más contra ti
ni amenazarte nunca más.
Aunque se aparten las montañas
y vacilen las colinas,
mi amor no se apartará de ti,
mi alianza de paz no vacilará,
dice el Señor, que se compadeció de ti.
¡Oprimida, atormentada, sin consuelo!
¡Mira! Por piedras, te pondré turquesas
y por cimientos, zafiros;
haré tus almenas de rubíes,
tus puertas de cristal
y todo tu contorno de piedras preciosas.
Todos tus hijos serán discípulos del Señor,
y será grande la paz de tus hijos.
Estarás afianzada en la justicia,
lejos de la opresión, porque nada temerás,
lejos del temor, porque no te alcanzará.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 18, 8-11
R: Señor, tu tienes palabra de Vida eterna
La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple. R
Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos. R
La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos. R
Son más atrayentes que el oro,
que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo del panal. R
Lectura de la profecía de Ezequiel 36, 17a. 18-28
Yo los rociaré con agua pura y les daré un corazón nuevo
La palabra del Señor me llegó en estos términos: «Hijo de hombre, cuando el pueblo de Israel habitaba en su propio suelo, lo contaminó con su conducta y sus acciones. Entonces derramé mi furor sobre ellos, por la sangre que habían derramado sobre el país y por los ídolos con que lo habían contaminado. Los dispersé entre las naciones y ellos se diseminaron por los países. Los juzgué según su conducta y sus acciones. Y al llegar a las naciones adonde habían ido, profanaron mi santo Nombre, haciendo que se dijera de ellos: »Son el pueblo del Señor, pero han tenido que salir de su país». Entonces yo tuve compasión de mi santo Nombre, que el pueblo de Israel profanaba entre las naciones adonde había ido.
Por eso, di al pueblo de Israel: «Así habla el Señor: Yo no obro por consideración a ustedes, casa de Israel, sino por el honor de mi santo Nombre, que ustedes han profanado entre las naciones adonde han ido. Yo santificaré mi gran Nombre, profanado entre las naciones, profanado por ustedes. Y las naciones sabrán que yo soy el Señor -oráculo del Señor- cuando manifieste mi santidad a la vista de ellas, por medio de ustedes.
Yo los tomaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su propio suelo. Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos.
Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.
Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes. Ustedes habitarán en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios»».
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 41, 3. 5bcd; 42, 3-4
R: Mi alma tiene sed de Dios
Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios? R
¡Cómo iba en medio de la multitud
y la guiaba hacia la Casa de Dios,
entre cantos de alegría y alabanza,
en el júbilo de la fiesta! R
Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,
hasta el lugar donde habitas. R
Y llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida;
y te daré gracias con la cítara,
Señor, Dios mío. R
Con el canto del Gloria pasamos del Antiguo Testamento a la Nueva Alianza. Ahora el apóstol Pablo nos invita a morir con Cristo, a todo lo que nos aleja de Dios y el prójimo, para vivir como verdaderos resucitados.
EPISTOLA
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 6, 3-11
Cristo, después de resucitar, no muere más
Hermanos:
¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con Él en la resurrección.
Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha sido crucificado con Él, para que fuera destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser esclavos del pecado. Porque el que está muerto, no debe nada al pecado. Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él. Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre Él. Al morir, Él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios. Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 117, 1-2. 16-17. 22-23
R: Aleluia, aleluia, aleluia
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor! R
La mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.
No, no moriré:
viviré para publicar lo que hizo el Señor. R
La piedra que desecharon
los constructores es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos. R
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 16, 1-18
Jesús de Nazaret, el Crucificado, ha resucitado
Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para ungir el cuerpo de Jesús. A la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro.
Y decían entre ellas: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?»
Pero al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande.
Al entrar al sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca. Ellas quedaron sorprendidas, pero él les dijo: «No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto. Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo había dicho».
Ellas salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.
Listado completo de las lecturas del Antiguo Testamento para la Vigilia Pascual:
- Gn 1, 1–2, 2
Salmo 103, 1-2a. 5-6. 12-14ab. 24.35 - Gn 22, 1-18
Salmo 15, 5. 8-11 - Éx 14, 15–15, 1a
Salmo Éx 15, 1b-16. 17-18 - Is 54, 5-14
Salmo29, 2. 4-6. 11-12a. 13b - Is 55, 1-11
Salmo Is 12, 2-6 - Bar 3, 9-15. 32–4, 4
Salmo 18, 8-11 - Ez 36, 17a. 18-28
Salmo 41, 3. 5bcd; 42, 3-4