«Atraeré a todos hacia mí»
A medida que atravesamos la Cuaresma y nos acercamos a la Semana Santa, nuestras lecturas dominicales nos sumergen más profundamente en la contemplación de Jesús cumpliendo el nuevo Pacto con su sacrificio y muerte.
La primera lectura de Jeremías revela el amor de Dios, ya que promete hacer un nuevo pacto con nosotros, escrito en nuestro corazón.
Los versos escogidos del Salmo reflejan esto: «Un corazón puro crea para mí, oh Dios». Oramos por un corazón que reciba este pacto de amor.
La carta a los Hebreos (segunda lectura) revela el costo de esta alianza para Jesús, en toda su humanidad. Su obediencia es a través del sufrimiento, convirtiéndose en nuestra salvación.
En el Evangelio, Jesús explica la necesidad de que muera el grano de trigo. Su alma está turbada, pero es Uno con el Padre. A través de la cruz vendrá la gloria.
Como discípulos suyos, debemos seguirlo, y así, como Jesús, podemos volvernos al Padre en todos nuestros problemas, esforzándonos por atraer a otros con nosotros.
[Y] este dinamismo del grano de trigo, cumplido en Jesús, debe realizarse también en nosotros sus discípulos: estamos llamados a hacer nuestra esa ley pascual del perder la vida para recibirla nueva y eterna. ¿Y qué significa perder la vida? Es decir, ¿qué significa ser el grano de trigo? Significa pensar menos en sí mismos, en los intereses personales y saber «ver» e ir al encuentro de las necesidades de nuestro prójimo, especialmente de los últimos. Cumplir con alegría obras de caridad hacia los que sufren en el cuerpo y en el espíritu es el modo más auténtico de vivir el Evangelio, es el fundamento necesario para que nuestras comunidades crezcan en la fraternidad
Papa Francisco
y en la acogida recíproca.
Ángelus, 18 de marzo 2018
Lectura del libro de Jeremías 31, 31-34
Estableceré una nueva alianza y no me acordaré de su pecado
Llegarán los días oráculo del Señor en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño oráculo del Señor.
Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días oráculo del Señor: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.
Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: Conozcan al Señor. Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande oráculo del Señor. Porque yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 50, 3-4. 12-15
R: Crea en mí, Dios mío, un corazón puro
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado! R
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu. R
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti. R
Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9
Aprendió qué significa obedecer y llegó a ser causa de salvación eterna
Hermanos:
Cristo dirigió durante su vida terrena súplicas y plega- rias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos quésignifica obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.
Palabra del Señor
«El que quiera servirme, que me siga,
y donde Yo esté, estará también mi servidor», dice el Señor
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 12, 20-33
Si el grano de trigo que cae en tierra muere, da mucho fruto
Había unos griegos que habían subido a Jerusalén para adorar a Dios durante la fiesta de Pascua. Éstos se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. El les respondió:
«Ha llegado la hora
en que el Hijo del hombre va a ser glorificado.
Les aseguro que
si el grano de trigo que cae en la tierra no muere,
queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
El que tiene apego a su vida la perderá;
y el que no está apegado a su vida en este mundo,
la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme
que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor.
El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Mi alma ahora está turbada.
¿Y qué diré:
“Padre, líbrame de esta hora”?
¡Si para eso he llegado a esta hora!
¡Padre, glorifica tu Nombre!»
Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar.»
La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno.
Otros decían: «Le ha hablado un ángel.»
Jesús respondió:
«Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes.
Ahora ha llegado el juicio de este mundo,
ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera;
y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí.»
Les compartimos la reflexión de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://rezandovoy.org/reproductor/oracion/2021-03-21