Lecturas del Domingo II del Tiempo Ordinario (B)

«¡Habla, Señor, tu siervo escucha!»

Como la gente en las lecturas de hoy, también nosotros somos llamados por Cristo: llamados a pasar tiempo con Él; trabajar con Él; para ofrecer nuestros cuerpos, corazones y mentes en amoroso servicio de la voluntad de Dios.
La primera lectura cuenta la bella historia de la iniciativa de Dios en la vida del niño Samuel, que está abierto al llamado del Señor a pesar de su juventud, lo que marca el comienzo de una relación cercana con el Señor.
El salmista nos invita a un conocimiento personal y una relación íntima con Dios: Él desea «un oído atento», invitándonos a hacer nuestra la oración de Samuel: «Habla Señor, tu siervo escucha».
Al escribir a los de Corinto, una ciudad conocida por su vicio, Pablo enfatiza que tanto nuestro cuerpo como nuestra alma están destinados a la gloria de Dios. El cuerpo físico es un templo del Espíritu Santo, y nos reunimos en unidad como el cuerpo cósmico de Cristo (segunda lectura).
Juan Evangelista describe la llamada de los primeros discípulos, donde Jesús hace la pregunta indagadora dirigida a todo lector del Evangelio: ‘¿Qué quieres?’ Aquí comienza el camino de conocer a Jesús, como los discípulos (y nosotros mismos) siga el camino de una fe cada vez más profunda hacia la comprensión de quién es Jesucristo. Esta semana, nosotros también podemos pedir la gracia de un oído abierto y una respuesta de corazón abierto a la invitación de Jesús de «Ven y verás».
También recordamos a aquellos de nuestras hermanas y hermanos que, como Samuel, todavía no tienen «conocimiento del Señor», y les pedimos que puedan llegar a conocer la seguridad y la paz que ese conocimiento puede traer a un mundo incierto.

fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/2021/01/08/second-sunday-in-ordinary-time-year-b-17th-january-2021/

Nosotros, cristianos de hoy en día, tenemos la alegría de proclamar y testimoniar nuestra fe, porque hubo ese primer anuncio, porque existieron esos hombres humildes y valientes que respondieron generosamente a la llamada de Jesús. A orillas del lago, en una tierra impensable, nació la primera comunidad de discípulos de Cristo. Que la conciencia de estos inicios suscite en nosotros el deseo de llevar la palabra, el amor y la ternura de Jesús a todo contexto, incluso a aquel más dificultoso y resistente. ¡Llevar la Palabra a todas las periferias! Todos los espacios del vivir humano son terreno al que arrojar las semillas del Evangelio, para que dé frutos de salvación.

Papa Francisco
Ángelus, 22 de enero 2017

Lectura del primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19
Habla, Señor, porque tu servidor escucha

Samuel estaba acostado en el Templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios.El Señor llamó a Samuel, y él respondió: “«Aquí estoy”». Samuel fue corriendo adonde estaba Elí y le dijo: “«Aquí estoy, porque me has llamado”». Pero Elí le dijo: “«Yo no te llamé; vuelve a acostarte”». Y él se fue a acostar. 
El Señor llamó a Samuel una vez más. Él se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: “«Aquí estoy, porque me has llamado”». Elí le respondió: “«Yo no te llamé, hijo mío; vuelve a acostarte”».  Samuel aún no conocía al Señor, y la palabra del Señor todavía no le había sido revelada.  El Señor llamó a Samuel por tercera vez. Él se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: “«Aquí estoy, porque me has llamado”». Entonces Elí comprendió que era el Señor el que llamaba al joven,  y dijo a Samuel: “«Ve a acostarte, y si alguien te llama, tú dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha”». Y Samuel fue a acostarse en su sitio.  
Entonces vino el Señor, se detuvo, y llamó como las otras veces: “«¡Samuel, Samuel!”». Él respondió: “«Habla, porque tu servidor escucha»”.
Samuel creció; el Señor estaba con él, y no dejó que cayera por tierra ninguna de sus palabras.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 39, 2. 4ab. 7-10
R: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Esperé confiadamente en el Señor: 
Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.
Puso en mi boca un canto nuevo, 
un himno a nuestro Dios. R

Tú no quisiste víctima ni oblación; 
pero me diste un oído atento; 
no pediste holocaustos ni sacrificios, 
entonces dije: «“Aquí estoy». R

«En el libro de la Ley está escrito 
lo que tengo que hacer: 
yo amo, Dios mío, tu voluntad, 
y tu ley está en mi corazón”». R

Proclamé gozosamente tu justicia 
en la gran asamblea; 
no, no mantuve cerrados mis labios, 
Tú lo sabes, Señor. R

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 6, 13c-15a. 17-20
Los cuerpos de ustedes son miembros de Cristo

Hermanos:
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y Dios que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros con su poder. 
¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor se hace un solo espíritu con Él.
Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica peca contra su propio cuerpo.  
¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?
Por lo tanto, ustedes no se pertenecen,  sino que han sido comprados, ¡y a qué precio!
Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos.

Palabra del Señor

Aleluya Jn 1, 41. 17b
Hemos encontrado al Mesías, es decir al Cristo;
por Él nos han llegado la gracia y la verdad.

✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 35-42
Vieron dónde vivía y se quedaron con Él

Estaba Juan Bautista con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: «Este es el Cordero de Dios». 
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.  Él se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: «¿Qué quieren?».
Ellos le respondieron: «Rabbí –que traducido significa Maestro– ¿dónde vives?». 
«Vengan y lo verán», les dijo.
Fueron, vieron donde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde. 
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.  Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías», que traducido significa Cristo.  
Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas», que traducido significa Pedro.

Como cada semana, les compartimos la reflexión de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://rezandovoy.org/reproductor/oracion/2021-01-17

Escrito por

El lugar de encuentro de los Católicos latinos en Bangkok... de la mano de Cristo y bajo el amparo de María ... celebrando la fe en comunidad desde el 2002 ...

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