¡Feliz año a todos los amigos que se encuentran alrededor del mundo y nos siguen cada semana. Esperamos que todos hayan comenzado el nuevo año con el corazón lleno de la luz y la esperanza salidas del portal de Belén donde las promesas del Padre se hicieron realidad: la manifestación, la Buena Nueva, el Dios-con-nosotros: Jesús, hoy y siempre.
Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de la Epifanía, palabra griega que significa ‘manifestación’, usualmente de la Gloria Divina, lo que hoy llamaríamos una ‘revelación’. Este es el gran movimiento del tiempo de Navidad ya que redimensiona y transforma nuestras vidas abriéndolas no solo a la ‘epifania’ de Cristo, sino a la ‘epifania’ de la humanidad en Cristo – una nueva manera de ser y actuar, de vivir, de amar, de tener esperanza. Esta es la apertura que manifestaron los Magos siguiendo la estrella pues, como dijo hace unos años el Papa Francisco: “tenían el corazón abierto al horizonte …estaban abiertos a la novedad.” Estos hombres, proseguía el Santo Padre, “reflejan la imagen de todos los hombres que en su vida no han dejado que se les anestesie el corazón.”
Podemos orar esta semana por esa gracia de mantenernos siempre abiertos a la novedad, animándonos a caminar siguiendo la Luz de la estrella que señalaba el humilde portal de Belén, mostrándonos que sólo en Jesús, adorando al pequeño niño, descubrimos la gloria de Dios y la verdadera vida: la que trae el amor, la esperanza y la paz.

Adorar es encontrarse con Jesús sin la lista de peticiones, pero con la única solicitud de estar con Él. Es descubrir que la alegría y la paz crecen con la alabanza y la acción de gracias. Cuando adoramos, permitimos que Jesús nos sane y nos cambie. Al adorar, le damos al Señor la oportunidad de transformarnos con su amor, de iluminar nuestra oscuridad, de darnos fuerza en la debilidad y valentía en las pruebas.
Papa Francisco,
Epifanía del Señor, 6 de enero 2020
(*) Israel vuelve del exilio babilónico. En ese momento difícil Isaías quiere dar confianza a su pueblo. “La luz del Señor, su gloria se cierne sobre ti”. Pero a la ciudad de salvación son llamados, no sólo los judíos, sino también los pueblos paganos: vendrán en grandes caravanas las tribus de regiones lejanas. El profeta describe así, poéticamente, la universalidad de la salvación.
Lectura del libro de Isaías 60, 1-6
La gloria del Señor brilla sobre ti
¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz
y la gloria del Señor brilla sobre ti!
Porque las tinieblas cubren la tierra
y una densa oscuridad, a las naciones,
pero sobre ti brillará el Señor y su gloria aparecerá sobre ti.
Las naciones caminarán a tu luz y
los reyes, al esplendor de tu aurora.
Mira a tu alrededor y observa:
todos se han reunido y vienen hacia ti;
tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos.
Al ver esto, estarás radiante, palpitará
y se ensanchará tu corazón,
porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar
y las riquezas de las naciones llegarán hasta ti.
Te cubrirá una multitud de camellos,
de dromedarios de Madián y de Efá.
Todos ellos vendrán desde Sabá,
trayendo oro e incienso,
y pregonarán las alabanzas del Señor.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 71, 1-2. 7-8. 10-13
R: ¡Pueblos de la tierra alaben al Señor!
Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes,
para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud. R
Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz, mientras dure la luna;
que domine de un mar hasta el otro,
y desde el Río hasta los confines de la tierra. R
Que los reyes de Tarsis y de las costas lejanas
le paguen tributo.
Que los reyes de Arabia y de Sebá
le traigan regalos;
que todos los reyes le rindan homenaje
y lo sirvan todas las naciones. R
Porque él librará al pobre que suplica
y al humilde que está desamparado.
Tendrá compasión del débil y del pobre,
y salvará la vida de los indigentes. R
(*) Con la perspectiva de redención universal, Pablo se presenta como “distribuidor de la gracia de Dios”, sobre todo entre aquellos que no pertenecen al pueblo de la Alianza. Pone en práctica el misterio que le fue revelado por el Espíritu: “que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio“.
Lectura de las carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 3, 2-6
Ahora ha sido revelado que también los paganos participan de la misma promesa
Hermanos:
Seguramente habrán oído hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes.
Fue por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como acabo de exponérselo en pocas palabras. Al leerlas, se darán cuenta de la comprensión que tengo del misterio de Cristo, que no fue manifestado a las generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas.
Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio.
Palabra del Señor
Aleluya Mt 2, 2
Vimos su estrella en Oriente
y hemos venido a adorar al Señor
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 2, 1-12
Hemos venido de Oriente a adorar al rey
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: « ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo.»
Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta:
Y tú, Belén, tierra de Judá,
ciertamente no eres la menor entre
las principales ciudades de Judá,
porque de ti surgirá un jefe
que será el Pastor de mi pueblo, Israel.»
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje.»
Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
Les compartimos la reflexión de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas en España, para esta solemnidad: https://rezandovoy.org/reproductor/oracion/2021-01-06
(*) Las reflexiones de las lecturas fueron tomadas del sitio de la Vicaría de Pastoral del Arzobispado de Buenos Aires: https://arzbaires.org.ar/vicariapastoral/