¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?
Renunciar, perder para ganar. Muchas veces la lógica divina nos resulta tan difícil de comprender. La paradoja que plantean las lecturas de este Domingo XXII del tiempo ordinario escapan a nuestro entender humano, la lógica del Señor nos interpela a vaciarnos de nosotros mismos para vivir en plenitud con Él en esperanza. Pero en un mundo donde la gratificación inmediata pareciera ser la norma, esta propuesta suena mas que ilógica. Cristo hoy claramente nos dice: “El que quiera venir conmigo, que se niegue a si mismo, que cargue con su cruz y me siga”. A simple vista, una invitación mas que difícil de digerir.
Pero Pierre Theilard de Chardin, SJ, al reflexionar sobre ello decía: “Quizá miras mal a la cruz y no ves en ella más que dos palos cruzados. Da la vuelta a la cruz y verás en ella a Jesús clavado por amor. Entonces todo cambiará de sentido y lo comprenderás todo”.
Hoy amigos, Jesús nos invita a mirar y a tomar la Cruz, lugar donde encontramos la confianza y la valentía para perdernos en el misterio vivificante de Dios, y el inconmensurable amor para compartir fraternalmente la vida que tantas veces retenemos para si. El Maestro hoy nos invita a transformarnos, a amar incondicionalmente, a ganar compartiendo el destino con Él, siguiéndole y viviendo el Evangelio de manera radical y coherente.

Siempre, incluso hoy, la tentación es la de querer seguir a un Cristo sin cruz, es más, de enseñar a Dios el camino justo. Como Pedro: “No, no Señor, esto no, no sucederá jamás”. Pero Jesús nos recuerda que su vía es la vía del amor, y no hay verdadero amor sin el sacrificio de sí mismo. Estamos llamados a no dejarnos absorber por la visión de este mundo, sino a ser siempre más conscientes de la necesidad y de la fatiga para nosotros cristianos de caminar a contracorriente y en subida.
Papa Francisco
Ángelus, 3 de septiembre 2017
Jeremías no puede resistir el llamado de Dios: se siente totalmente atraído por Él, pero su fidelidad trae insultos y burlas.(*)
Lectura del libro de Jeremías 20, 7-9
La Palabra del Señor es para mi oprobio
¡Tú me has seducido, Señor,
y yo me dejé seducir!
¡Me has forzado y has prevalecido!
Soy motivo de risa todo el día,
todos se burlan de mí.
Cada vez que hablo, es para gritar,
para clamar: ¡Violencia, devastación!
Porque la palabra del Señor es para mí
oprobio y afrenta todo el día.
Entonces dije: No lo voy a mencionar,
ni hablaré más en su Nombre.
Pero había en mi corazón como un fuego abrasador,
encerrado en mis huesos:
me esforzaba por contenerlo,
pero no podía.
Palabra del Señor
El Salmo se hace eco de Jeremías al hablar de nuestro apasionado deseo y sed de Dios. Es aferrándonos a Dios que podemos enfrentar las cruces que vendrán en nuestro camino. (*)
Salmo Responsorial 62, 2-6. 8-9
R: Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío
Señor, tú eres mi Dios,
yo te busco ardientemente;
mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi carne
como tierra sedienta, reseca y sin agua. R
Sí, yo te contemplé en el Santuario
para ver tu poder y tu gloria.
Porque tu amor vale más que la vida,
mis labios te alabarán. R
Así te bendeciré mientras viva
y alzaré mis manos en tu Nombre.
Mi alma quedará saciada
como con un manjar delicioso,
y mi boca te alabará
con júbilo en los labios. R
Veo que has sido mi ayuda
y soy feliz a la sombra de tus alas.
Mi alma está unida a ti,
tu mano me sostiene. R
En este pasaje de su carta a los Romanos, san Pablo anima a la gente a ofrecerse como sacrificio vivo, «verdaderamente agradable a Dios» (*)
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los cristianos de Roma 12, 1-2
Ofrézcanse ustedes mismos como víctima viva
Hermanos:
Yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer.
No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Palabra del Señor
Aleluya Cf. Ef 1, 17-18
El Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine nuestros corazones,
para que podamos valorar la esperanza
a la que hemos sido llamados.
En el Evangelio tenemos el primer presagio de la pasión y muerte de Jesús. Pedro no puede tolerar esto, pero Jesús señala que, para sus discípulos, el camino de la cruz es inevitable.(*)
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 21-27
El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo
Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá».
Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras».
(*) estos textos fueron tomados de https://stbeunosoutreach.wordpress.com/2020/08/21/twenty-second-sunday-in-ordinary-time-year-a-30th-august-2020/
Te invitamos a escuchar la reflexión de RezandoVoy, un proyecto de los Jesuitas de España: https://rezandovoy.org/reproductor/oracion/2020-08-30