Agradecemos a nuestra querida amiga Cristina González Velasco, Misionera Idente, por escribir esta bella meditación, por poner en palabras muchos de los sentimientos y vivencias que venimos experimentando y, muy especialmente, durante esta Semana Santa tan peculiar. Hoy, la compartimos con todos ustedes con la esperanza de animarlos a escribir su propio ‘diálogo’ con nuestro hermano y amigo divino, nuestro todo y Salvador, Jesús.
Nos disponemos a celebrar una vez más el misterio de la Pasión y Muerte de nuestro señor Jesucristo, nuestro divino hermano. Un año más, pero de un modo diferente. No podremos ir a la iglesia, no podremos salir a disfrutar del buen tiempo con la familia. A veces, más bien, estaremos con la preocupación por la situación, la nuestra aquí en Tailandia y la de nuestros seres queridos y amigos en otros lugares del mundo donde se está luchando duro contra el coronavirus.
Sí, esta no va a ser una Semana Santa como todas las anteriores. Pero esto que parece ser una desventaja, podemos hacerlo una oportunidad. ¡Qué maravilla poder seguir la misa todos los días con nuestro querido Papa Francisco! ¡Cuántas lecciones nos está dando de auténtica oración, de confianza y fe plena en el poder del amor de Cristo! Sí, podemos hacer que sea una oportunidad para vivirla de forma más íntima, más cercana a Cristo. Mirémosle, miremos su cruz, su sufrimiento, con los ojos del corazón. Y escuchemos lo que Él de una forma personal nos dice al corazón.
Pensando en las celebraciones litúrgicas de estos días, me viene a la mente la octava estación del Vía Crucis, en la que Jesús se encuentra con un grupo de mujeres que lo siguen y que se lamentan tanto de verle así. Es normal que también nosotros sintamos pesar al recordar en este tiempo cuánto le costó al Señor nuestra salvación, qué precio tan caro pagó por nuestra redención. Pero ¿qué es lo que les responde Cristo? “No lloréis por mí, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos.” (Lc 23, 28). Recuerdo que siempre me ha sorprendido esta respuesta de Cristo, parece poco sensible al sentimiento sincero de estas mujeres que sí le acompañan en su dolor, que no le quieren dejar solo. Entonces, ¿qué me está queriendo decir Cristo?
Les dice y nos dice a ti y a mí…
“No, no quiero que te quedes en este sufrimiento que me ves pasar. Quiero que mires más allá. Mira cuánto te amo. Con todo esto lo único que quiero es que me dejes llegar a tu corazón, que me dejes compartir tu vida. Quisiera que este sentimiento de pena que ahora tienes te lleve a dedicarme… tan solo un instante de tu día. Tan solo un minuto… pero que sea pleno, solos tú y yo. Haz un minuto de silencio, silencio a tantas ocupaciones, preocupaciones, pensamientos, ideas, sentimientos… No hacen falta grandes palabras, tú y yo ya nos conocemos. No te olvides de que yo te creé, te acompañé en tantos momentos hermosos… y también en los no tanto… Sí, también en aquellos que son más vergonzosos… yo estaba allí, ¡aunque me arrinconaste contra la pared, porque no querías ver mi mirada!, pero yo nunca te he abandonado. No tengas miedo, no he venido a juzgar. Te conozco en lo más profundo de tu corazón y te amo. Sí, conozco bien tus debilidades como también conozco todas tus potencialidades. Sí, es verdad, me duele que muchas veces te dejas llevar por esas cosas, y desperdicias los talentos, la fuerza de la gracia que mi Padre pone en ti. Pero te amo, no lo puedo evitar. No, no te preocupes, ya cargué con todas esas cosas feas tuyas, ya está olvidado… pero tú, ¡tú no me olvides! ¡te necesito! … No llores por mí, mira el dolor de tus hermanos, aquellos que están enfermos, los que están solos, aquellos que la vida les ha tratado mal, aquellos que no me conocen… diles que no han dejado de estar en mi corazón ni un segundo, diles que entiendo su dolor y que quiero infundirles mi esperanza. ¡Ayúdame a llegar a ellos! ¿Cómo? Con la entrega sencilla de tu día a día y con lo que juntos, en nuestros momentos de silencio, proyectemos. ¡Déjame entrar en tu vida y te enseñaré a amar como el Padre nos ama!”
Feliz Semana Santa y gozosa Pascua de Resurrección.
Cristina González Velasco, Misionera Idente.