¡Jesús, resurrección y vida!
Las lecturas de hoy son un recordatorio de cómo Dios desea liberarnos de todo lo que nos aleja de Él, ya sea el pecado, la desesperación o la misma tumba. Dios desea llevarnos del vacío de la muerte, en todas sus formas, a la vida nueva en el Espíritu. En la Primera Lectura, el profeta Ezequiel cuenta cómo Dios nos llamará, desde el mismo sepulcro, para ofrecernos el Espíritu de vida. Seremos devueltos a nosotros mismos y asentados en nuestro propio suelo.
El Salmo muestra este mismo movimiento ascendente, desde las profundidades de la desesperación y la culpa, hasta el gozo y la plenitud de la vida que produce la redención.
La Segunda Lectura revela cómo es posible esta nueva vida – sólo por Cristo viviendo en nosotros. Nosotros mismos seremos el hogar del Espíritu de Dios.
El Evangelio recuerda la historia de Jesús resucitando a Lázaro de entre los muertos. Jesús es Resurrección y vida y veremos la gloria de Dios cuando tengamos fe en él. Quizá esta semana podamos sentirnos llamados a renovar nuestra fe en Aquél que es Resurrección y plenitud de vida, y a reflexionar de nuevo sobre los dones de vida, libertad y alegría que el Señor nos ofrece gratuitamente. ¿Cómo podría ser la vida en su Espíritu en la próxima semana?
La resurrección de Lázaro es también un signo de la regeneración que tiene lugar en el creyente a través del Bautismo, con la plena inserción en el Misterio Pascual de Cristo. Gracias a la acción y al poder del Espíritu Santo, el cristiano es una persona que camina en la vida como una nueva criatura: una criatura para la vida y que camina hacia la vida.
papa francisco
ángelus, 29 de marzo 2020
Lectura de la profecía de Ezequiel 37, 12-14
Yo pondré mi espíritu en ustedes, y vivirán
Así habla el Señor: Yo voy a abrir las tumbas de ustedes, los haré salir de ellas, y los haré volver, pueblo mío, a la tierra de Israel. Y cuando abra sus tumbas y los haga salir de ellas, ustedes, mi pueblo, sabrán que yo soy el Señor.
Yo pondré mi espíritu en ustedes, y vivirán; los estableceré de nuevo en su propio suelo, y así sabrán que yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 129, 1-5. 6c-8.
R: En el Señor se encuentra la misericordia
Desde lo más profundo te invoco, Señor.
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria. R
Si tienes en cuenta las culpas,
Señor, ¿quién podrá subsistir
Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido. R
Mi alma espera en el Señor,
y yo confío en su palabra.
Como el centinela espera la aurora,
espere Israel al Señor. R
Porque en Él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
Él redimirá a Israel
de todos sus pecados. R
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 8-11
El Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús habita en ustedes
Hermanos:
Los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes.
El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes.
Palabra del Señor
Aclamación antes del Evangelio Jn 11, 25a. 26
«Yo soy la Resurrección y la Vida.
El que cree en mí no morirá jamás
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 24, 13-35
Lo reconocieron al partir el pan
Gloria a Tí, Señor
Gloria a Tí, Señor
Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas, está enfermo».
Al oír esto, Jesús dijo: «Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».
Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: «Volvamos a Judea».
Los discípulos le dijeron: «Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y quieres volver allá?».
Jesús les respondió:
«¿Acaso no son doce las horas del día?
El que camina de día no tropieza,
porque ve la luz de este mundo;
en cambio, el que camina de noche tropieza,
porque la luz no está en él».
Después agregó: «Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo».
Sus discípulos le dijeron: «Señor, si duerme, se curará». Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte. Entonces les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo».
Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él».
Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.
Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas».
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».
Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día».
Jesús le dijo:
«Yo soy la Resurrección y la Vida.
El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?».
Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo».
Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: «El Maestro está aquí y te llama». Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto».
Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: «¿Dónde lo pusieron?». Le respondieron: «Ven, Señor, y lo verás».
Y Jesús lloró.
Los judíos dijeron: «¡Cómo lo amaba!». Pero algunos decían: «Este, que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podía impedir que Lázaro muriera?»
Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: «Quiten la piedra».
Marta, la hermana del difunto, le respondió: «Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto». Jesús le dijo: «¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?».
Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:
«Padre, te doy gracias porque me oíste.
Yo sé que siempre me oyes,
pero lo he dicho por esta gente que me rodea,
para que crean que tú me has enviado».
Después de decir esto, gritó con voz fuerte: «¡Lázaro, ven afuera!». El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario.
Jesús les dijo: «Desátenlo para que pueda caminar».
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en Él.
Palabra del Señor
Gloria a Tí, Señor Jesús
Les compartimos la reflexión del RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2023-05-14
~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana
Salmo 129 (130)
Este salmo de lamento es parte del grupo de salmos llamado «Canciones de Ascensiones’ (Salmos 120–134), probablemente así llamados porque los cantaban aquellos peregrinos que ‘subían’ a Jerusalén. Idealmente, se esperaba que los judíos viajaran a Jerusalén tres veces al año para las principales fiestas religiosas.
San Lucas relata una de esas visitas a Jerusalén cuando el niño Jesús a los doce años se quedó en el Templo hablando con los doctores de la ley (Lucas 2, 41–50). La característica de estos salmos es el uso de imágenes claras y sencillas, es por eso que a menudo se encuentran entre los favoritos de la gente.
Su principal característica es una gran confianza en la protección y ayuda del Señor.
En el Salmo 129 (130), no se especifica la naturaleza exacta del pecado, pero el orante reconoce su total confianza en la misericordia del Señor que nos perdona.
Es interesante notar que mientras que el salmo comienza con un confesión individual del pecado («Escucha mi voz, mi súplica»), se mueve a un lamento colectivo («si tú, oh Señor, notases nuestra culpa»), y termina con toda la nación de Israel necesitando el perdón de Dios.
Evangelio ~ Jn 11, 1-45
La historia de la resurrección de Lázaro solo se encuentra en el Evangelio de Juan. Esto llevó a algunos estudiosos a cuestionar su historicidad. Hay, sin embargo, bastante historias similares en los otros Evangelios, como la resurrección de la hija de Jairo (Marcos 5, 35-43). La resurrección de Lázaro es el séptimo y último ‘signo’.
Lázaro
Este era un nombre común en ese momento, que significa «Dios ayuda». Hay otra historia en el Evangelio de Lucas acerca de un Lázaro (Lucas 16, 19-31), aunque generalmente no se piensa que son la misma persona. En esta historia Lázaro, no sólo es un personaje histórico, sino que también representa todos los cristianos.
Vida y muerte
A lo largo de esta historia Juan da dos significados diferentes a estas palabras. Por un lado, tiene el sentido tradicional de estar biológicamente vivo o muerto. Por otro lado tiene un significado más simbólico. La vida es estar con Dios, aquí en la tierra o en el cielo. La muerte es estar separado de Dios. De esta manera, es capaz de decir que los que creen en Jesús no morirán jamás (11, 26).
Cuatro días
El tiempo de duración es significativo. Los judíos creían que el alma de una persona muerta estaba cerca del cuerpo durante tres días, de manera que no habría ninguna posibilidad de devolverle la vida a alguien después de cuatro días. Los cadáveres eran dejados en una tumba excavada en la roca caliza con un piedra cubriendo la entrada durante todo un año. Después de ese tiempo, los huesos se colocaban en una caja y se ponían en un osario en espera de la resurrección final.
Marta y María
Las diferentes personalidades de las dos hermanas descritas por primera vez en el Evangelio de Lucas (10, 38-42) son evidentes aquí en la forma en que saludan a Jesús: Marta, activa y práctica; María más intensa y contemplativa. La creencia de Marta en la resurrección al final de los tiempos está en línea con la sostenida por los fariseos en el tiempo de Jesús. En un diálogo típico del Evangelio joánico, Jesús usa su malentendido original para revelar una profunda verdad: Él es la resurrección.
Jesús da gracias al Padre
Aunque no se nos habla de la oración de Jesús al Padre sobre su amigo Lázaro, su acción de gracias de manera pública es una forma de demostrar que no es sólo un hacedor de milagros, pero que su poder viene de Dios.