Una luz en la oscuridad
Las lecturas de este domingo nos llevan a centrarnos en lo que Jesús considera que son las cualidades de sus discípulos. Al seguir su enseñanza, podemos convertirnos en testigos silenciosos de su reino en nuestro mundo.
Isaías, en la Primera Lectura, les dice a los exiliados que regresan que su oración y observancia no son solo para ellos, sino para la acción y para compartir con su prójimo. Ellos, a su vez, serán sanados por la forma en que viven.
El Salmo es una oración de alabanza por el “buen hombre”, que actúa con generosidad, misericordia y justicia. El bueno revela algo de Dios a los demás. Sus buenas obras serán recompensadas con gloria.
San Pablo, en la segunda lectura, cuenta cómo se dedicó humildemente a predicar a un Cristo crucificado, para que sus oyentes construyeran su fe no sobre la filosofía humana, sino sobre el poder de Dios.
En el Evangelio Jesús nos dice que debemos ser sal de la tierra y luz del mundo. Así alabamos al Padre.
Esforcémonos esta semana para recordar que en la oscuridad del mundo de hoy, estamos llamados a ser como Cristo en todo lo que hacemos y en la forma en que vivimos.
Tenemos por tanto una tarea y una responsabilidad por el don recibido: la luz de la fe, que está en nosotros por medio de Cristo y de la acción del Espíritu Santo, no debemos retenerla como si fuera nuestra propiedad. Sin embargo estamos llamados a hacerla resplandecer en el mundo, a donarla a los otros mediante las buenas obras. ¡Y cuánto necesita el mundo de la luz del Evangelio que transforma, sana y garantiza la salvación a quien lo acoge! Esta luz debemos llevarla con nuestras buenas obras.
papa francisco
ángelus, 5 de febrero 2017
Lectura del libro de Isaías 58, 7-10
Despuntará tu luz como la aurora
Así habla el Señor:
Compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor.
Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: «¡Aquí estoy!»
Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 111, 4-9
R: Para los buenos,brilla una luz en las tinieblas
Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo.
Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud. R
El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre.
No tendrá que temer malas noticias:
su corazón está firme, confiado en el Señor. R
Su ánimo está seguro, y no temerá.
El da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad. R
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 2, 1-5
Les anuncié el testimonio de Cristo crucificado
Hermanos, cuando los visité para anunciarles el misterio de Dios, no llegué con el prestigio de la elocuencia o de la sabiduría. Al contrario, no quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado.
Por eso, me presenté ante ustedes débil, temeroso y vacilante.
Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que eran demostración del poder del Espíritu, para que ustedes no basaran su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Palabra del Señor
Aleluya Jn 8, 12
«Yo soy la luz del mundo;
el que me sigue tendrá la luz de la vida», dice el Señor
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 5, 13-16
Ustedes son la luz del mundo
Jesús dijo a sus discípulos:
« Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.»
Te acercamos, como cada Domingo, la reflexión de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2023-02-05
~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana
Primera Lectura ~ Is 58, 7-10
Este pasaje viene del final del Libro de Isaías, que algunos eruditos atribuyen a un escritor conocido como ‘Tercer Isaías’ (el autor de Caps. 56–66). El escritor es, por lo tanto, distinto del ‘Segundo Isaías’ (‘Deutero-Isaías’) asociado con los cap. 40–55, y el histórico, el mismo Isaías (cap. 1-39), que escribía en el siglo VIII a.C. Por el contrario, este pasaje quizás fue escrito en algún momento alrededor del año 539 a.C., después de que los judíos regresaron de su exilio en Babilonia.
Pero el regocijo de su regreso a casa ahora se ha desvanecido. Los versículos anteriores en este capítulo hablan del abatimiento de los judíos; ayunan para conseguir el favor de Dios, pero Dios parece estar ausente: ‘¿Por qué hemos de ayunar si nunca lo ves, ¿por qué hacer penitencia si nunca lo notas?’, preguntan. (Isaías 58, 3)
El Señor les dice a través de Isaías de ‘el tipo de ayuno que agrada [a él]’. Los gestos únicos no son lo que se necesita; lo que importa es un cambio real de corazón, mostrado en un preocupación por la justicia social y una renovación de las relaciones. La fidelidad de los judíos a Dios debería ser visto en lo que hacen por el desamparado.
Es interesante notar que Mateo escribe al final de su evangelio, en la Parábola del las ovejas y las cabras, que el juicio de Dios al final de los tiempos dependen de estos mismos actos de caridad. (Mateo 25, 31–46)
Isaías usa el patrón de oración ‘si haces esto,… entonces esto…’, que deja muy claro su significado (véanse los vers. 7–8; 10).
El resultado de estas acciones es la promesa de luz que surge de la oscuridad. Es esta misma imagen del contraste entre luz y tinieblas que San Juan usa a menudo en su Evangelio (ver Juan 3, 20-21, para ejemplo) y que Mateo usa en el pasaje evangélico de hoy.
Evangelio ~ Mt 5, 13-16
Simbolismo de la sal
Cuando Jesús usa las imágenes de la sal para recalcar el significado de ser un discípulo, su papel vital se entiende fácilmente. Se usaba como especia y conservante y estaba presente en todos los hogares. Los griegos llamaban sal divina (teión). Los romanos decían: «No hay nada más útil que el sol y la sal.’ (‘Sole et sale nihil utilius’). En tiempos de Jesús, la sal estaba conectada, en las mentes de las personas, con tres cualidades especiales: pureza, preservación de la corrupción, y dando sabor a la vida.
Sal sin sabor
Algunos suponen que la idea inusual de que la sal pierde su sabor se refiere a la sal del Mar Muerto, porque es químicamente impura y por lo tanto podría perder su gusto. Otra explicación que se da a veces es que en Palestina, el horno común estaba al aire libre y construido en piedra sobre una base de tejas. De tales hornos, para conservar el calor, se colocaba un grueso lecho de sal bajo el suelo de baldosas. Después de un cierto período de tiempo, la sal perecía. Se recogían las tejas, se quitaba la sal y se tiraba en el camino fuera de la puerta del horno; había perdido su poder para calentar las tejas y, por ende, se descartaba.
La luz, símbolo universal del bien
La imagen de la luz es universal: en el cap. 4, 16 Jesús es comparado a una luz que brilla en la oscuridad. Jesús ahora usa esta misma imagen para sus discípulos. Cuando Jesús instruyó a sus seguidores a ser luces del mundo, estaba exigiendo nada menos que ser como él. Jesús estaba usando una expresión que era bastante familiar para los judíos ya que ellos mismos hablaban de Jerusalén como ‘una luz para los gentiles’; un rabino famoso se refiere a menudo como «una lámpara de Israel’.
Iluminación en casas palestinas
Las casas en Palestina estaban muy oscuras, con solo una pequeña ventana circular unas dieciocho pulgadas de ancho. La lámpara era como una salsera llena de aceite, con la mecha flotando en el recipiente, y estaba de pie sobre un candelero (no más de un rama de madera de forma tosca). Cuando la gente salía de casa, por seguridad, sacaban la lámpara de su soporte y la ponían bajo un celemín de barro, para que ardiera sin riesgo hasta que volvían a sus hogares.