«Este es mi Hijo, muy Amado»
La confianza en el Señor es el tema que une todas las lecturas de esta semana. A medida que continuamos nuestro viaje de Cuaresma, recordamos el alcance del amor y la generosidad del Señor, si solo escuchamos su voz y ponemos nuestra confianza en Él.
En la primera lectura vemos la profundidad de la confianza de Abraham en Dios cuando se le pide que sacrifique a su amado hijo. La fidelidad de Abraham se ve recompensada con más bendiciones de las que jamás hubiera imaginado.
El salmista da gracias y alaba al Señor que lo ha liberado, recordándonos que confiaba en Dios incluso cuando estaba muy afligido. Como él, podemos regocijarnos al caminar en la presencia del Señor.
En la segunda lectura, haciéndose eco de la historia de Abraham e Isaac, San Pablo nos desafía a recordar la enormidad del amor de Dios por el mundo al entregar a su Hijo. Con Jesús de pie a la diestra de Dios suplicándonos, podemos tener confianza al poner toda nuestra confianza en él.
En el Evangelio, Jesús les pide a Pedro, Santiago y Juan que confíen en Él y no hablen de la maravilla de lo que han presenciado en la cima de la montaña.
Esta semana oremos por la gracia de confiar y escuchar cada vez más atentamente la voz del Señor, para que nosotros también podamos caminar en su presencia.
fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/2021/02/19/second-sunday-of-lent-year-b-28th-february-2021/
El redescubrimiento cada vez más vivo de Jesús no es fin en sí mismo, pero nos lleva a «bajar del monte», cargados con la fuerza del Espíritu divino, para decidir nuevos pasos de conversión y para testimoniar constantemente la caridad, como ley de vida cotidiana. Transformados por la presencia de Cristo y del ardor de su palabra, seremos signo concreto del amor vivificante de Dios para todos nuestros hermanos, especialmente para quien sufre, para los que se encuentran en soledad y abandono, para los enfermos…
Papa Francisco
Ángelus, 6 de agosto 2017
Lectura del libro del Génesis 22, 1-2. 9-13. 15-18
El sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe
Dios puso a prueba a Abraham.
«¡Abraham!», le dijo.
Él respondió: «Aquí estoy».
Entonces Dios le siguió diciendo: «Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré».
Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Ángel del Señor lo llamó desde el cielo: «¡Abraham, Abraham!».
«Aquí estoy», respondió él.
Y el Ángel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único».
Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
Luego el Ángel del Señor llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo, y le dijo: «Juro por mí mismo oráculo del Señor : porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos, y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz».
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 115, 10. 15-19
R: Caminaré en presencia del Señor
Tenía confianza, incluso cuando dije:
«¡Qué grande es mi desgracia!».
¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos! R
Yo, Señor, soy tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor. R
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo,
en los atrios de la Casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 8, 31b-34
Dios no perdonó a su propio Hijo
Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?
¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? «Dios es el que justifica. ¿Quién se atreverá a condenarlos?» ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros?
Palabra del Señor
Aclamación Mt 17, 5
Desde la nube resplandeciente se oyó la voz del Padre:
«Éste es mi Hijo amado; escúchenlo»
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 2-10
Éste es mi Hijo muy querido
Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor. Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: «Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo».
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría «resucitar de entre los muertos».
Como cada Domingo, les compartimos la reflexión de RezandoVoy, un proyecto de los Jesuitas de España: https://rezandovoy.org/reproductor/oracion/2021-02-28