Hoy, Miércoles de Ceniza, la Iglesia entera comienza el tiempo fuerte del año de la Cuaresma, peregrinando juntos por 40 días, acompañando a Jesús en su camino a Jerusalén, viviendo a su lado los eventos de Semana Santa.
¿Cómo encaramos este peregrinar? ¿Qué pasa cuando las cenizas que serán impuestas hoy sean lavadas?
Son cuarenta días para hacer una revisión de nuestra vida, de nuestras actitudes para continuar siendo testimonio vivo de Cristo, tomando nuestra cruz diaria, llevándola con fe, con esperanza y con amor.
El Papa Francisco nos dice que el itinerario de la Cuaresma, al igual que todo el camino cristiano, ya está bajo la luz de la Resurrección, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo.
La Cuaresma es un tiempo de conversión, para mirarnos dentro con fe sincera*, para acoger y vivir la verdad que se manifestó en Cristo*. Es un tiempo propicio para dejarnos interpelar por la Palabra de Dios para que, a través de las prácticas del ayuno, la limosna y la oración, avancemos hacia una vivencia más cercana, más profunda e íntima con Jesús.
La Cuaresma es también un tiempo de esperanza propicio para experimentar la ternura y misericordia de Dios a través del Sacramento de la Reconciliación. A propósito de ello, el Santo Padre nos dice que Jesús nos habla del futuro que la misericordia del Padre ha abierto de par en par. Esperar con Él y gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica al Amor. Significa saciarnos del perdón del Padre en su Corazón abierto.
Este es un tiempo para que, como Iglesia, como comunidad eclesial y como bautizados sigamos el impulso del corazón, saliendo de nosotros mismos, suscitando vínculos de cooperación y comunión* ante el abandono y el sufrimiento de nuestros hermanos.
Cada etapa de la vida es un tiempo para creer, esperar y amar. Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, y para compartir nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre.
Que María, Madre del Salvador, fiel al pie de la cruz y en el corazón de la Iglesia, nos sostenga con su presencia solícita, y la bendición de Cristo resucitado nos acompañe en el camino hacia la luz pascual.*
*Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2021: https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2021/02/12/mens.html
Lectura de la profecía de Joel 2, 12-18
Desgarren su corazón y no sus vestiduras
Ahora dice el Señor:
Vuelvan a mí de todo corazón,
con ayuno, llantos y lamentos.
Desgarren su corazón y no sus vestiduras,
y vuelvan al Señor, su Dios,
porque él es bondadoso y compasivo,
lento para la ira y rico en fidelidad,
y se arrepiente de sus amenazas.
¡Quién sabe si él no se volverá atrás y se arrepentirá,
y dejará detrás de sí una bendición:
la ofrenda y la libación
para el Señor, su Dios!
¡Toquen la trompeta en Sión,
prescriban un ayuno,
convoquen a una reunión solemne,
reúnan al pueblo, convoquen a la asamblea,
congreguen a los ancianos,
reúnan a los pequeños
y a los niños de pecho!
¡Que el recién casado salga de su alcoba
y la recién casada de su lecho nupcial!
Entre el vestíbulo y el altar
lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan:
«¡Perdona, Señor, a tu pueblo,
no entregues tu herencia al oprobio,
y que las naciones no se burlen de ella!
¿Por qué se ha de decir entre los pueblos:
Dónde está su Dios?»
El Señor se llenó de celos por su tierra
y se compadeció de su pueblo.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial– 50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17
R: Ten piedad, Señor, porque hemos pecado
¡Ten piedad de mí, Señor,
por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado! R
Porque yo reconozco mis faltas y
mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos. R
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu. R
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza. R
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 5, 20-6, 2
Déjense reconciliar con Dios. Éste es el tiempo favorable.
Hermanos:
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios. A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él. Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Porque él nos dice en la Escritura: En el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí. Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación.
Palabra del Señor
Versículo antes del Evangelio Cf. Sal 94, 8a. 7d
No endurezcan el corazón,
sino escuchen la voz del Señor
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 6, 1-6. 16-18
Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Les compartimos la reflexión de RezandoVoy, un proyecto de los Jesuitas de España: https://rezandovoy.org/reproductor/oracion/2021-02-17