Te damos gracias Señor, en este día, porque cada siempre nos recuerdas que somos tus hijos,
porque viniste al «mundo como hijo para hacernos hijos de Dios.»
“Este es el corazón indestructible de nuestra esperanza, el núcleo
candente que sostiene la existencia: más allá de nuestras cualidades
y de nuestros defectos, más fuerte que las heridas y los fracasos del pasado,
que los miedos y la preocupación por el futuro, se encuentra esta verdad:
somos hijos amados. Y el amor de Dios por nosotros no depende
y no dependerá nunca de nosotros:
es amor gratuito, pura gracia”
(Papa Francisco, Vigilia de Navidad 2020)

Te pedimos Padre Celestial que derrames tus bendiciones
sobre las familias y amigos que conforman,
aquí y a la distancia, nuestra Comunidad; 
sobre todos los hombres, mujeres
y naciones que necesitan de tu paz; 
sobre los niños que sufren; 
sobre los discriminados;
los migrantes, 
los enfermos; los desposeídos,
quienes están en prisión, 
los afligidos. 
Bendice y fortalece a todos los agentes sanitarios que,
con generosidad y coraje, siguen luchando contra el flagelo del Covid-19,
llevando sanación y consuelo a tantos hijos tuyos que sufren;
Recuerda a todos los trabajadores esenciales que trabajan sin descanso,
velando por el bien común. 
Que en el medio del sufrimiento y de la oscuridad de la pandemia,
sepamos en el corazón que,  «el nacimiento de Jesús es la novedad que cada año nos
permite nacer interiormente de nuevo y encontrar en Él
la fuerza para afrontar cada prueba”. (Papa Francisco, Vigila de Navidad 2020)

Te rogamos, Señor, que la luz de la estrella de Belén ilumine nuestras vidas
y las de aquellos que viven en la oscuridad, para que salgamos de nosotros mismos a
vivir el Amor, incondicional y gratuito, amando a nuestros hermanos,   
Que tu paz reine en nuestros corazones y tu amor los atraviese manteniéndolos
abiertos para recibir a Jesús cada día y en cada uno, caminando en esperanza.
Sostenidos por tu incondicional y gratuito amor, Padre de misericordia, te pedimos,
por intercesión de la dulce Virgen María, Madre del Salvador y Madre nuestra, 
el conocer cada día mas de cerca a tu precioso Hijo Jesús, 
animados por la fuerza de tu Santo Espíritu.
Amén