Hola, amiguitos de la Comunidad,
Siempre que pensamos en una fiesta, solemos imaginar alegría, rica comida, juegos, nos face feliz el saber que hemos de compartir con familia y amigos un momento tan lindo y divertido. Y a todos nos gusta, por lo general, que nos inviten a un banquete, ¿verdad? E imaginen lo siguiente, y ¿si es Jesús quién los invita?
El Evangelio de este Domingo 28 del tiempo ordinario (o durante el año del ciclo A) tiene algo de parecido al de la semana anterior. En ambos casos, Jesús les habla a los sumos sacerdotes con otra comparación sobre el Reino de Dios, en este caso, la parábola es la de un Banquete de Bodas.
Si miramos la imagen antes de leer el Evangelio, ¿qué les dice? Cerramos los ojos por un momento e imaginamos que nosotros estamos ahí con Jesús.
¿Qué ven en el centro? ¿Quiénes están sentados a la mesa junto a Jesús? ¿Ven los brazos de Jesús? ¿Qué les dice este gesto?
Leemos el Evangelio muy despacito, tratando de saborear cada palabra, como cuando mamá cocina nuestro platillo favorito y ¡lo comemos con muchas ganas!
Después de unos momentos, volvemos al dibujo y nuevamente imaginamos estar allí sentados junto al Señor. ¿Recordamos cómo fue la invitación de Jesús? ¿Cómo nos sentimos compartiendo con los hermanos que están a la mesa? ¿A quienes más puedo imaginar sentados allí?
Terminamos con una oración dando gracias a Jesús por invitarnos a este banquete de amistad, de hermandad y de amor. Y le pedimos que nuestros corazones estén siempre atentos a Su invitación y abiertos a decirle si con alegría… ¿Empezamos hoy? ¿Se animan?
Evangelio ~ Mt 22, 1-14
Jesús llevaba varias semanas intentando que los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo entendieran que tenían que cambiar de actitud y escuchar con el corazón abierto la buena noticia. Pero ellos, nada, estaban empeñados en criticarlo. Así que, otra vez, les contó una historia a ver si entendían:
«Miren, el reino de los cielos es como un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados a todos los lugares del reino para avisar a los invitados para que vinieran a celebrar la boda. Pero respondieron que no pensaban ir. Él insistió: ‘Oye, que sepan que he encargado comidas riquísimas, y música y una gran fiesta’. Pero ellos siguieron diciendo que no pensaban ir, y trataron fatal a los criados que les llevaban la invitación. Entonces el rey se enfadó mucho con ellos y les castigó, y decidió invitar a la boda a todas las personas que se encontrase».
Y así terminó de hablar Jesús. Los sumos sacerdotes miraban hacia el suelo. Sabían que Jesús lo decía por ellos, que ellos eran como esos invitados maleducados que no iban a la boda. Y también se lo decía para que entendiesen que Dios invita a su fiesta a todos, a los buenos y malos, a los cumplidores y a los que están equivocados.
Gracias por invitarme a tu fiesta
En esos días en que parece que todo me sale mal y tengo a mi lado a un amigo que me anima..
En esos días en que me esfuerzo por ser amable con todos mis amigos y compañeros…
En esos días en que comparto mi tiempo con alguien que me necesita…
Gracias Jesús por invitarme a tu fiesta.
¡Gracias, Padre! (canción)
Gracias, Padre,
porque das de lo tuyo a los sencillos.
Gracias, Padre,
porque das solo a ellos tu verdad.
Porque quieres en tu Reino gente con ojos de niño,
que se asombre de la Gracia
que acaricia con tu espíritu lo pequeño, lo olvidado,
lo robado, lo escondido…
(fuente: RezandoVoy, un proyecto de los Jesuitas de España)
Les compartimos el enlace de RezandoVoy para que puedan cantar «¡Gracias, Padre!» como una oración de acción de gracias a la invitación que el Señor Jesús nos hace hoy y siempre a este «banquete» para compartir con alegría nuestra vida y nuestro tiempo: https://rezandovoy.org/reproductor/infantil/2020-10-11
¡Les deseamos a todos una muy feliz y bendecida semana de la mano de Jesús y cubiertos con el manto de amor de María!