«El Señor está en las alturas, pero se fija en el humilde»
Las lecturas de hoy dan gracias a Dios que, aunque desde lo alto, mira a los humildes.
El Evangelio revela a un Dios cuya elección del muy humano Pedro muestra que la sabiduría de Dios es realmente insondable. Al reflexionar sobre la forma en que Dios construye sobre la fe de este hombre común, nuestra propia fe puede profundizarse permitiéndonos proclamar, junto con Pedro, ‘ ¡Tú eres el Cristo!
El profeta Isaías (primera lectura) parece predecir esta elección de Pedro. El Señor le confiará autoridad a un siervo, y este siervo llegará a ser como un padre para la nación y como un trono de gloria para el reino.
El Salmo continúa con este tema de elección: a través del amor fiel del Señor por nosotros, de hecho somos elegidos y nuestras fuerzas aumentan.
San Pablo (segunda lectura) habla del amor y la sabiduría, los motivos de la elección de Dios, cuya profundidad es imposible de comprender. ¿Y nuestra respuesta a eso? Simplemente estar agradecido por que todo nos es dado gratuitamente y confiar en la elección de Dios de nosotros.
Esta semana, demostremos tanto en nuestra oración como en nuestra alegre respuesta, el estar agradecidos por todo lo que Dios hace por y en nosotros.

Hermanos y hermanas, lo que sucedió de modo único en San Pedro, sucede también en cada cristiano que madura una fe sincera en Jesús, el Cristo, el Hijo del Dios vivo.
Papa Francisco, 24 de agosto 2014
Lectura del libro de Isaías 22, 19-23
Pondré sobre tus hombros la llave de la casa de David
Así habla el Señor a Sebná, el mayordomo del palacio:
Yo te derribaré de tu sitial
y te destituiré de tu cargo.
Y aquel día, llamaré a mi servidor
Eliaquím, hijo de Jilquías;
lo vestiré con tu túnica,
lo ceñiré con tu faja,
pondré tus poderes en su mano,
y él será un padre para los habitantes de Jerusalén
y para la casa de Judá.
Pondré sobre sus hombros
la llave de la casa de David:
lo que él abra, nadie lo cerrará;
lo que él cierre, nadie lo abrirá.
Lo clavaré como una estaca
en un sitio firme,
y será un trono de gloria
para la casa de su padre.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 137, 1-3. 6. 8bc
R: Tu amor es eterno, Señor
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
te cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré ante tu santo Templo,
y daré gracias a tu Nombre. R
Daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad,
porque tu promesa ha superado tu renombre.
Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma. R
El Señor está en las alturas,
pero se fija en el humilde y reconoce al orgulloso desde lejos.
Tu amor es eterno, Señor,
¡no abandones la obra de tus manos! R
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 11, 33-36
Todo viene de Él, ha sido hecho por Él, es para Él
¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos!
¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero?
¿Quién le dio algo, para que tenga derecho a ser retribuido?
Porque todo viene de él, ha sido hecho por él, y es para él. ¡A él sea la gloria eternamente! Amén.
Palabra del Señor
Aleluya Mt 16, 18
Tú eres Pedro,
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 13-20
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los Cielos
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?».
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas».
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?».
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».
Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Te compartimos la reflexión de RezandoVoy, un proyecto de los Jesuitas de España: https://rezandovoy.org/reproductor/oracion/2020-08-23