El Señor es nuestro juez misericordioso
Este domingo, nuevamente, recordamos la característica central de Dios: Su amor misericordioso. Siempre necesitamos perdón, y las lecturas de hoy nos aseguran la misericordia y la compasión de Dios y la promesa de Su asistencia. El Espíritu Santo se da libremente, para ayudarnos en nuestra debilidad.
La primera lectura de hoy reafirma que la poderosa fuerza de Dios se demuestra mediante un juicio justo. Y, debido a que Dios es indulgente y amable con nosotros, podríamos movernos a tratar a los demás de la misma manera.
El Salmo continúa el tema de la calidad de la misericordia de Dios. Dios está lleno de compasión, abunda en amor y verdad. Dios es perdon.
San Pablo nos dice que cuando necesitamos ayuda a este respecto, el Espíritu viene a ayudarnos en nuestra debilidad. Cuando lucho por orar por lo que necesito, ¡el Espíritu ora por mí! (Segunda lectura)
El Evangelio trata con el problema del mal. El reino de Dios es uno de verdad, justicia e integridad, pero existe en un mundo imperfecto. San Mateo nos dice que Dios será fiel a aquellos que han tratado de buscarlo en medio de la realidad del mal.
Pidamos, esta semana, la ayuda del Espíritu, que reza en y por nosotros. Que podamos recibir lo que necesitamos para enfrentar los males del mundo y nuestras propias debilidades, y que podamos encontrar nuestra fuerza en la amorosa misericordia de Dios.

Ante la cizaña presente en el mundo, el discípulo del Señor está llamado a imitar la paciencia de Dios, a alimentar su esperanza con el apoyo de una confianza inquebrantable en la victoria final del bien, es decir de Dios.
Papa Francisco
Ángelus, 20 de julio 2014
Lectura del libro de la Sabiduría 12, 13. 16-19
Después del pecado, das lugar al arrepentimiento
Fuera de ti, no hay otro Dios que cuide de todos, a quien tengas que probar que tus juicios no son injustos. Porque tu fuerza es el principio de tu justicia, y tu dominio sobre todas las cosas te hace indulgente con todos.
Tú muestras tu fuerza cuando alguien no cree en la plenitud de tu poder, y confundes la temeridad de aquellos que la conocen.
Pero, como eres dueño absoluto de tu fuerza, juzgas con serenidad y nos gobiernas con gran indulgencia, porque con sólo quererlo puedes ejercer tu poder.
Al obrar así, tú enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser amigo de los hombres y colmaste a tus hijos de una feliz esperanza, porque, después del pecado, das lugar al arrepentimiento.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 85, 5-6. 9-10. 15-16a
R: Tú, Señor, eres bueno e indulgente
Tú, Señor, eres bueno e indulgente,
rico en misericordia con aquellos que te invocan:
¡atiende, Señor, a mi plegaria,
escucha la voz de mi súplica! R
Todas las naciones que has creado
vendrán a postrarse delante de ti,
y glorificarán tu Nombre, Señor,
porque tú eres grande, Dios mío,
y eres el único que hace maravillas. R
Pero tú, Señor, Dios compasivo y bondadoso,
lento para enojarte, rico en amor y fidelidad,
vuelve hacia mí tu rostro
y ten piedad de mí. R
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los cristianos de Roma 8, 26-27
El Espíritu intercede con gemidos inefables
Hermanos:
El mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
Palabra del Señor
Aleluya Cf. Mt 11, 25
Bendito eres, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 24-43
Dejen que crezcan juntos hasta la siega
Jesús propuso a la gente esta parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: “Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?”.
Él les respondió: “Esto lo ha hecho algún enemigo”.
Los peones replicaron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”. “No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero”».
También les propuso otra parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas».
Después les dijo esta otra parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa».
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
«Hablaré en parábolas,
anunciaré cosas que estaban ocultas
desde la creación del mundo».
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
Él les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.
¡El que tenga oídos, que oiga!
Te invitamos a escuchar la reflexión de RezandoVoy, un proyecto de los Jesuitas de España: https://rezandovoy.org/reproductor/oracion/2020-07-19