Tu Padre que ve en lo secreto,
te recompensará

Hoy, Miércoles de Ceniza, la Iglesia entera comienza el tiempo fuerte de la Cuaresma, peregrinando juntos por 40 días, acompañando a Jesús en su camino a Jerusalén, preparándonos para vivir a su lado los amargos eventos de Semana Santa. La pregunta que usualmente nos hacemos es ¿cómo encaramos este peregrinar? ¿qué pasa cuando las cenizas, que hoy serán impuestas, desaparezcan? ¿En qué nos cambia la vida? Estos cuarenta días, son para caminar renovando a cada paso el encuentro íntimo con Cristo, vivo en la Palabra de Dios y en los sacramentos, no olvidando que Él está también vivo y presente en los hermanos.
En su Mensaje para la Cuaresma 2025, y bajo el lema Caminemos juntos en la esperanza, el Santo Padre nos llama a que abramos el corazón para descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria (1). Una primera llamada, el caminar, es reconocernos peregrinos en la vida (1) saliendo de la autorreferencialidad, de las apariencias, dejándonos interpelar por las situaciones de violencia, migración forzada, y marginalidad de tantos hermanos, donde Cristo es crucificado una y otra vez. Como en la fe, el camino se hace en comunidad, es por ello que la segunda llamada es el caminar juntos, el ser sinodales (1). El Papa nos urge a dejarnos animar por el Espíritu Santo a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia nuestros prójimos, a convertirnos en artesanos de unidad (1), compartiendo con cada uno, sin exclusiones, escuchando y respetando la dignidad de todos nuestros hermanos. El Señor, en esta llamada, nos compromete a mirar a nuestro alrededor – familias, amigos, parroquias – y a descubrir nuestra capacidad de sinodalidad, dejar de lado egos y apariencias, para trabajar codo a codo, en unidad. El Santo Padre nos dice que caminar juntos en la esperanza de una promesa es la tercera llamada a la conversión. ¿Cuál será nuestra respuesta?
Comenzamos esta reflexión con una aseveración contundente del Evangelio de san Mateo que escuchamos cada Miércoles de Ceniza: Tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará (Mt 6, 4; 6; 18). Jesús repite esta frase tres vecesen el pasaje evangélico de hoy. Curiosamente, también encontramos una palabra clave, con la que Jesús nos interpela fuertemente: recompensa. En el diario vivir, nos dejamos seducir por los espejismos de la gratificación inmediata que trae la recompensa del mundo, vana y pasajera, y perdemos vista la recompensa eterna, aquella que proviene de nuestro Padre Celestial. Es por ello que, la Cuaresma, es también el tiempo favorable (2) para reconocer nuestra fragilidad, de hacer un ejercicio sincero de introspección para vaciarnos de nosotros mismos, de mascaras y apariencias, redescubriendo la misericordia del Señor, en ese tan anhelado y tierno abrazo que es el sacramento de la reconciliación.
El Evangelio de hoy nos propone comprometernos de manera radical con los movimientos o caminos de los que hablamos cada año al comenzar la Cuaresma: la oración, el diálogo franco y humilde, con la vista fija en el Crucificado, que nos une de manera íntima y cercana al Señor, ese espacio sagrado en el que sentimos su ternura de Padre. En la limosna dirigimos nuestra atención a las necesidades de nuestros hermanos, saliendo así de la enfermedad de la autorreferencialidad, que nos conduce a unirnos de manera generosa a ellos a través de actos concretos de solidaridad, de empatía. El ayuno nos urge a hacer una mirada sincera hacia adentro, que nos auxilie a salir de lo superfluo, a vaciarnos de las apariencias, de los egos. Sin duda, podemos decir, con el Santo Padre, que estos movimientos propios de la Cuaresma, la oración, caridad, [y el] ayuno: [son] tres inversiones para un tesoro que no se acaba. (3)
Sostenidos por la Palabra de Vida y nutridos por la Eucaristía, estamos llamados a vivir la Cuaresma como un tiempo de gracia (4), como un camino de curación (5) que nos invita a experimentar la transformación , la fecundidad del ser hijos bienamados de Dios, hijos que caminan juntos en esperanza, muy especialmente en el marco de este Año Jubilar, y con fe en un Padre amoroso que nos llama con ternura a la conversión, una y otra vez, a volvernos a Él de todo corazón. Sabiéndonos amados, misericordiados, con Jesús a nuestro lado, sostenidos por bondad infinita de Dios, de la mano de María y, con el efecto liberador de las cenizas impuestas sobre nuestra frente, comencemos este peregrinar de Cuaresma caminando juntos en la esperanza de una promesa (1). Unidos en el amor del Señor, oremos por la gracia de ayunar de lo autorreferencial y transitorio, para volver, mediante una conversión sincera, a lo verdadero y eterno, a experimentar gratitud que se traduzca en frutos de generosidad y acogida hacia nuestros hermanos.
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La ceniza saca a la luz la nada que se esconde detrás de la búsqueda frenética de recompensas mundanas.
Nos recuerdan que la mundanidad es como el polvo, que un poco de viento es suficiente para llevársela.
Hermanas, hermanos, no estamos en este mundo para perseguir el viento;
nuestros corazones tienen sed de eternidad. La Cuaresma es un tiempo que el Señor nos da para volver a la vida,
para curarnos interiormente y caminar hacia la Pascua, hacia lo que permanece, hacia la recompensa del Padre. (5)
- Mensaje de Cuaresma 2025
- 2Cor 6, 2
- Homilía, Miércoles de Ceniza, 2019
- Mensaje de Cuaresma 2015
- Mensaje de Cuaresma 2022
Miércoles de Ceniza
Lectura de la profecía de Joel 2, 12-18
Desgarren su corazón y no sus vestiduras
Ahora dice el Señor: Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad, y se arrepiente de sus amenazas. ¡Quién sabe si él no se volverá atrás y se arrepentirá, y dejará detrás de sí una bendición: la ofrenda y la libación para el Señor, su Dios!
¡Toquen la trompeta en Sión, prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne, reúnan al pueblo, convoquen a la asamblea, congreguen a los ancianos, reúnan a los pequeños y a los niños de pecho! ¡Que el recién casado salga de su alcoba y la recién casada de su lecho nupcial!
Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan: « ¡Perdona, Señor, a tu pueblo, no entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?»
El Señor se llenó de celos por su tierra y se compadeció de su pueblo.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14. 17
R: ¡Ten piedad, Señor, porque hemos pecado!
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado! R

Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos. R
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu. R
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza. R
Lectura de la primera segunda del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 5, 20 – 6, 2
Déjense reconciliar con Dios. Éste es el tiempo favorable.
Hermanos:
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios. A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.
Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Porque él nos dice en la Escritura: En el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí. Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación.
Palabra del Señor
Aclamación antes del Evangelio Cf. Sal 94, 8a.-7d
No endurezcan su corazón,
sino escuchen la voz del Señor
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 6, 1-6. 16.18
Tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará
Gloria a Tí, Señor
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Palabra del Señor
Gloria a Tí, Señor Jesús
En este comienzo de Cuaresma, y caminando juntos en esperanza, nos unimos en oración, meditando juntos la reflexión de nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2025-03-05
Jueves después de Ceniza
Lectura del libro del Deuteronomio 30, 15-20
Yo pongo delante de ustedes la bendición y la maldición
Moisés habló al pueblo diciendo:
Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha. Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te prescribo, si amas al Señor, tu Dios, y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde ahora vas a entrar para tomar posesión de ella.
Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para servirlo yo les anuncio hoy que ustedes se perderán irremediablemente, y no vivirán mucho tiempo en la tierra que vas a poseer después de cruzar el Jordán.
Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra; yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes, con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello depende tu vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 1, 1-4. 6
R: ¡Feliz el que pone en el Señor toda su confianza!
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche! R
El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien. R
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal. R
Aclamación antes del Evangelio Mt 4, 17
«Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca»,
dice el Señor
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 22-25
El que pierde su vida por mí la salvará

Gloria a Tí, Señor
Jesús dijo a sus discípulos:
«El hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».
Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde o se arruina a sí mismo?
Palabra del Señor
Gloria a Tí, Señor Jesús
En este Jueves de Ceniza, y caminando juntos en esperanza, nos unimos en oración, meditando juntos la reflexión de nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2025-03-06
Viernes después de Ceniza
Lectura del libro de Isaías 58, 1-9a
Éste es el ayuno que Yo amo
Así habla el Señor Dios:
¡Grita a voz en cuello, no te contengas,
alza tu voz como una trompeta:
denúnciale a mi pueblo su rebeldía
y sus pecados a la casa de Jacob!
Ellos me consultan día tras día y quieren conocer mis caminos,
como lo hará una nación que practica la justicia
y no abandona el derecho de su Dios;
reclaman de mí sentencias justas, les gusta estar cerca de Dios:
«¿Por qué ayunamos a tú no lo ves,
nos afligimos y tú no lo reconoces?»
Porque ustedes, el mismo día en que ayunan,
se ocupan de negocios y maltratan a su servidumbre.
Ayunan para entregarse a pleitos y querellas
y para golpear perversamente con el puño.
No ayunen como en esos días,
si quieren hacer oír su voz en las alturas.
¿Es este acaso el ayuno que yo amo,
el día en que el hombre se aflige a sí mismo?
Doblar la cabeza como un junco,
tenderse sobre el cilicio y la ceniza:
¿a eso llamas ayuno y día aceptable al Señor?
Este es el ayuno que yo amo –oráculo del Señor–:
soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo,
dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos;
compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo;
cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz como la aurora
y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia
y detrás de ti irá la gloria del Señor.
Entonces llamarás, y el Señor responderá;
pedirás auxilio, y él dirá: «¡Aquí estoy!».

Palabra del Señor
Salmo Responsorial 50, 3-6a. 18-19
R: Tú, Señor, no desprecias el corazón contrito y humillado
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado! R
Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos. R
Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado. R
Aclamación antes del Evangelio Cf. Am 5, 14
Busquen el bien y no el mal,
para que tengan vida
y así el Señor esté con ustedes.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 9, 14-15
Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán
Gloria a Tí, Señor
Se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?».
Jesús les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.»
Palabra del Señor
Gloria a Tí, Señor Jesús
En este Viernes de Ceniza, y caminando juntos en esperanza, nos unimos en oración, meditando juntos la reflexión de nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2025-03-07
Sábado después de Ceniza
Lectura del libro de Isaías 58, 9b-14
Si ofreces tu pan al hambriento tu oscuridad será como el mediodía
Así habla el Señor:
Éste es el ayuno que Yo amo:
Si eliminas de ti todos los yugos,
el gesto amenazador y la palabra maligna;
si ofreces tu pan al hambriento
y sacias al que vive en la penuria,
tu luz se alzará en las tinieblas
y tu oscuridad será como al mediodía,
El Señor te guiará incesantemente,
te saciará en los ardores del desierto
y llenará tus huesos de vigor;
tú serás como un jardín bien regado,
como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan.
Reconstruirás las ruinas antiguas,
restaurarás los cimientos seculares,
y te llamarán «Reparador de brechas»,
«Restaurador de moradas en ruinas».
Si dejas de pisotear el sábado,
de hacer tus negocios en mi día santo;
si llamas al sábado «Delicioso»
y al día santo del Señor «Honorable»;
si lo honras absteniéndote de traficar,
de entregarte a tus negocios y de hablar ociosamente,
entonces te deleitarás en el Señor;
Yo te haré cabalgar sobre las alturas del país
y te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob,
porque ha hablado la boca del Señor.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 85, 1-6
R: ¡Enséñame tu camino, Señor!
Inclina tu oído, Señor, respóndeme,
porque soy pobre y miserable;
protégeme, porque soy uno de tus fieles,
salva a tu servidor que en ti confía. R
Tú eres mi Dios: ten piedad de mí, Señor,
porque te invoco todo el día;
reconforta el ánimo de tu servidor,
porque a ti, Señor, elevo mi alma. R
Tú, Señor, eres bueno e indulgente,
rico en misericordia con aquellos que te invocan:
¡atiende, Señor, a mi plegaria,
escucha la voz de mi súplica! R

Aclamación antes del Evangelio Ez 33, 11
«Yo no deseo la muerte del malvado,
sino que se convierta y viva», dice el Señor
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 5, 27-32
Yo no he venido a llamar a los justos, sino a pecadores, para que se conviertan
Gloria a Tí, Señor
Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: «¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?».
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: «No son los sanos que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan».
Palabra del Señor
Gloria a Tí, Señor Jesús



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