Via Crucis 2023

Fijemos nuestra mirada en el Crucificado y caminemos.

Papa Francisco
Homilía Miércoles de Ceniza, 2023

Muchos hermanos viven a diario la cruz: la cruz de vidas trastocadas por la guerra, por la violencia, la enfermedad… otros, padecen la cruz del abandono, la cruz de la pobreza y la marginalidad… familias que lloran la pérdida de sus seres amados, que sufren migraciones forzadas, que son perseguidas, que son víctimas de traficantes; hay millones de niños huérfanos, con hambre… millones de ancianos solos, con tristeza. Hay tanto dolor… ¡son tantas cruces!
Contemplando la Cruz de Jesús, compartimos su sufrimiento y el de nuestros hermanos que sufren en el mundo… su dolor, es nuestro dolor; su angustia, su desesperación, se hace carne en nosotros. Contemplar la Cruz de Jesús, “tocar sus llagas”, como nos invita el Papa Francisco, es tocar ese sufrimiento, esa desolación que millones de nuestros hermanos soportan a diario.
“Tocar las llagas de Jesús” es estar al lado del que cae, es enjugar las lágrimas de los que lloran, es ayudar a cargar la cruz.
Unidos en oración ante la Cruz de Jesús, pedimos que el Señor abra nuestros corazones para comprometernos a vivir gestos concretos de amor a cada paso. El Amor de Aquél que «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2,8), nos invita a gastar la vida convirtiéndonos en testigos de esperanza, aliento, liberación y consuelo.
Que la mirada fija en el Crucificado, nos anime a ser solidarios con todos nuestros hermanos que sufren sus cruces de cada día. Y, que la Cruz de Cristo, nos conceda, a cada uno, la fortaleza, la fe, el amor y la esperanza para “vencer las aguas oscuras de la muerte” (Papa Francisco, Mensaje de Cuaresma 2022).

Primera Estación
Jesús es sentenciado a muerte

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Caifás, «El escandalizado»

¿Qué pasa, Caifás? ¿Por qué estás tan enfadado con Jesús? ¿Por qué perseguirle a muerte? ¿Por qué vas a forzar a Pilatos para que le condenen? ¿Por qué te sientes tan amenazado?



Caifás es piadoso, cumplidor, tan perfecto… ¿Por qué este Jesús era tan peligroso para él? Tipos extraños con pretensiones mesiánicas había muchos. De vez en cuando surgía alguno de esos personajes pintorescos que pronto pasaban al olvido. Pero este Jesús era distinto. Amenazante porque cuando hablaba la gente se sentía tocada en lo más hondo. Amenazante porque el Dios que proponía no exigía una ley, no distinguía puros e impuros, hablaba de “perdón” y no de “castigo”. Caifás tuvo miedo. Miedo del cambio. Miedo de una verdad que haría tambalearse demasiadas cosas. Miedo de tener que mirar a la gente de igual a igual, y no desde arriba. Miedo de un Dios que no cupiese en los límites cómodos de un libro. Tal vez miedo de VIVIR… Y ante esa verdad desnuda y nueva, se rasgó las vestiduras escandalizado.

Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás,
donde se habían reunido los escribas y los ancianos. 
(Mc 14, 53)

¿Cuántas veces nos escandalizamos nosotros por cambios, por reformas, por propuestas que pueden desinstalarnos?
“¿A dónde vamos a ir a parar?” dice mucha gente ante nuevos planteamientos…
¿Qué va a pasar con la “tradición”, con lo que siempre se ha hecho?
¿Tal vez no estaría de más contemplar, una vez, de nuevo, la verdad desnuda de un Jesús que abraza a todos, que se ríe de los que se autodenominan perfectos, que habla de un Dios que es padre?

Padre Nuestro

Segunda Estación
Jesús es cargado con la cruz

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Se lo llevaron; y Jesús salió cargando Él mismo con la cruz.
(Jn 19, 16b)

Mientras yo agonizo sobre el dolor de aquellos que están lejos, pero no logro llevar el dolor que es exclusivamente mío, me puedo convertir en activista, incluso un defensor de la humanidad, pero no un seguidor radical de Jesús. De alguna manera mi vínculo con los hermanos que sufren opresión se hace real a través de mi voluntad de sufrir mi soledad. Es una carga que trato de evitar a veces, preocupándome por los otros. Pero Jesús llevó su cruz por mi hermano y por mi. Pertenecemos juntos. Debemos tomar cada uno nuestra propia cruz y seguirle, y así descubrir que somos verdaderamente hermanos que aprendemos de Él que es manso y humilde de corazón. Sólo de esta manera puede nacer una nueva humanidad.

Padre Nuestro

Tercera Estación
Jesús cae por primera vez

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Judas, «el triste»

Lo siento de veras, Judas. Creo que cometes un error terrible. ¿De verdad crees que lo de Jesús es un engaño? ¿De verdad te sientes tan defraudado? ¿No ves que su propuesta de cambiar las cosas tiene mucha más hondura y es más subversiva que la violencia o el odio?

Posiblemente esperaba un “Mesías” al uso. Libertador, guerrero, fuerte… con la fuerza de las armas. Pero cuando quisieron hacerle rey no se dejó.
Cuando las masas le seguían no las convirtió en muchedumbres enfervorizadas… Judas es, posiblemente, otra víctima de esta historia. Víctima de sus propias expectativas. Víctima de su ceguera. De su incapacidad para descubrir el nuevo rostro de Dios anunciado en Jesús. De una vaga confianza en las instituciones judías, y de una extraña fe en la violencia como camino.

El llamado Judas, uno de los Doce, iba el primero,
y se acercó a Jesús para darle un beso.
(Lc 22, 47)

¿Qué nos dice Judas hoy? ¿Cómo soluciono los conflictos? ¿Cómo afronto los desengaños? ¿Cómo asumir la realidad que no me convence sin querer destruirla?

Padre Nuestro

Cuarta Estación
Jesús encuentra a su afligida madre

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

María, «la esperanzada»

María, vaya vida la tuya. Cuando dijiste: “Hágase”, ¿pensabas en esto? Sospecho que no, aunque también sospecho que igualmente hubieses aceptado. No caben muchas palabras ante tu imagen esta semana: una madre rota, el dolor atravesado de ver a un hijo destrozado; y, sin embargo, seguir ahí, al pie de la cruz, esperando…

María es el prototipo de la mujer del sábado santo, capaz de esperar en la hora del silencio. Capaz de mantener la esperanza en ese tiempo intermedio, entre la noche oscura y el amanecer radiante… De María no nos constan grandes palabras ni discursos, ni elaboradas profecías. Sólo sabemos que estuvo ahí, siempre… Y así nos habla de algunas dimensiones vitales que hoy siguen siendo imprescindibles: la aceptación, la firmeza, el silencio fértil, la valentía, la aceptación (sin regodeo) de lo que la vida tiene de cruz, y la fe en la promesa de lo que aún ha de llegar.

…perseveraban en la oración con un mismo espíritu,
en compañía de algunas mujeres,
y de María, la madre de Jesús…
(Hc 1, 14)

¿En qué le he dicho yo a Dios: “Hágase”?¿Qué tal ando yo de todo eso? ¿Firmeza? ¿Acogida? ¿Silencio fértil? ¿Valentía? ¿Cruz?¿Qué espero? 

Padre Nuestro

Quinta Estación
Simón ayuda a Jesús a llevar la cruz

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

A la salida encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón,
y lo forzaron a cargar con la cruz.
(Mt 27, 32)

Jesús nos necesita para cumplir su misión. Él necesita gente para llevar la cruz con él y para él. Jesús vino a nosotros para mostrarnos el camino a la casa del Padre. El camino de Jesús es el camino de la impotencia, de la dependencia, de la pasión. Simón de Cirene descubrió una nueva comunión. Todo aquel a quien permito que toque mi debilidad y me ayude a ser fiel a mi viaje a la casa de Dios se dará cuenta de que él o ella tienen un don que ofrecer, uno que puede haber permanecido oculto durante mucho tiempo. El recibir ayuda, apoyo, orientación, afecto y cuidado, puede ser un llamado mayor, aun mas que la de dar todas estas cosas pues en recibir revelo el regalo a quienes los están ofreciendo y, podemos así, comenzar una nueva vida juntos. Es celebrar la humanidad compartida preparando un nuevo hogar. Ese es el llamado de Jesús a todas las personas, una llamada que a menudo, viene a nosotros a través de los pobres.

Padre Nuestro

Sexta Estación
La Verónica limpia el rostro de Jesús

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Verónica, María Magdalena, y tantas otras mujeres que acompañaron a Jesús hasta el final.
María Magdalena, “la fiel»

Vaya, Magdalena… la del corazón roto. La que no se esconde al final, digan lo que digan los judíos o los romanos. La que, viendo a Jesús roto, te rompes un poco tú. Porque le quieres, porque con él has vivido el perdón, la dignidad profunda y te has sentido parte del círculo de quienes han compartido su vida, sus días de camino y sus proyectos de Reino.

Sobre María Magdalena se habla mucho. En ella se “unifican” tantas Marías de los evangelios: que lloran a los pies de Jesús, que son perdonadas por su pecado, que le siguen sin fisuras. Hay quien quiere ver en ella a una mujer enamorada, ¿y quién no, de alguien como Jesús? Es la que también ha sentido cada golpe como propio, y ante la cruz se ha visto morir un poco. Es la que, en la hora más oscura, del fracaso y el dolor, sigue dispuesta a dar la cara y a defender aquello en lo que ha creído. Y tal vez por eso, es la primera que va a descubrir al Jesús vivo.

El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada
al sepulcro cuando todavía estaba oscuro…
(Jn 20,1)

¿A qué o a quién soy yo “fiel” en mi vida?¿Dónde se pueden vislumbrar destellos del Dios vivo?¿De alguna manera el evangelio es para mí fuente de dolores y de alegrías?

Padre Nuestro

Séptima Estación
Jesús cae por segunda vez

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Pedro, «El bocazas»

Te vas a dar un batacazo, Pedro, de esos que transforman una vida. Por impulsivo, por tener el corazón más grande que la cabeza, porque hasta ahora no has dado demasiado tiempo a que estos años transcurridos con Jesús vayan calando hasta lo más hondo. Pero no te preocupes, en una noche muchas cosas se ponen en su sitio, y lo que no ha calado hasta ahora va a derramarse a borbotones en tu interior.

No es buena voluntad lo que le falta a Pedro. Siempre impulsivo, siempre dispuesto, siempre presto a dar una respuesta inmediata; dejar las redes, seguirle, gritar con la boca bien grande: “yo no te fallaré”, o “jamás dejaremos que mueras en cruz”. En la noche del juicio, tras negarle tres veces, a Pedro le toca aprender de golpe dos lecciones tremendas: Primero, él mismo, Pedro, no es el gran héroe que soñó. No es el “mejor” ni el “más grande” de los discípulos. Es débil, frágil, limitado, asustadizo… hasta la traición del amigo. Es la flaqueza la que nos abre a otros. Segundo, a partir de este momento, menos grandes palabras, y más hechos sencillos.

Pedro dijo: “Señor, estoy dispuesto a ir contigo
hasta la cárcel y hasta la muerte”
(Lc 22, 33)

¿He experimentado la propia limitación, fragilidad, miseria… hasta el punto de poder comprender las flaquezas ajenas?¿Qué me da miedo en el seguimiento de Jesús?¿Cuál es la relación entre mis palabras y mis hechos? ¿Soy de los que hablan mucho desde cómodas poltronas, o de los que ya saben que la palabra se hace carne, carne frágil, pero carne?

Padre Nuestro

Octava Estación
Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Le seguía una gran multitud del pueblo y de
mujeres llorando y lamentándose por él.
(Lc 23, 27)

Si queremos llorar por Jesús tenemos que llorar por la humanidad sufriente que Jesús vino a sanar. Si estamos verdaderamente tristes por el sufrimiento y el dolor que Él padecía, tenemos que incluir en nuestra tristeza a todos los hombres, mujeres y niños que sufren en nuestro mundo. Si clamamos por la muerte del Santo Inocente de Nazaret, nuestras lágrimas deben ser capaces de llegar a los millones de inocentes que han sufrido a lo largo de la historia. Nuestras lágrimas revelan la humana y dolorosa condición de quebrantamiento; las que nos conectan profundamente con la inevitabilidad del sufrimiento humano; las mismas que mansamente ofrecen el contexto de la acción compasiva. Las lágrimas derramadas por millones de personas que lloran a sus muertos en todo el mundo, pueden enriquecer nuestro suelo con los frutos de la compasión, el perdón, la amabilidad y la acción sanadora. Nosotros, también, debemos llorar y así llegar a ser cada vez más personas humildes.

Padre Nuestro

Novena Estación
Jesús cae por tercera vez

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Pilatos, «el ciego»

Lo sabes, ¿verdad? Sabes que es inocente. Estás acostumbrado a tratar con canallas agresivos, con asesinos, con gente desesperada capaz de cualquier cosa. Así que este Jesús, que te habla con firmeza, que en su desnudez golpeada tiene más majestad que muchos senadores romanos, y que habla de un reino que no es político, te convence.

Pilatos es un icono que podríamos tener en la mesilla de noche, para recordarnos que las buenas intenciones no son nada sin poner los medios, especialmente cuando los tenemos.
En su mano está hacer justicia, pero sucumbe a las amenazas: “tu prestigio”, “tu posición ante Roma”, “tu provincia…” En el fondo Pilatos cede a un chantaje. “Crucifícalo o prepárate para que la región se convierta en un polvorín”. “Cierra los ojos si quieres, lávate las manos, carga sobre nuestras conciencias su vida, pero condénalo.” Y Pilatos lo hace. Cierra los ojos, se lava las manos, opta por lo conveniente y olvida lo esencial, opta por lo presente y olvida lo que no tiene momento, y sigue adelante con su vida.

Salió entonces Pilato, fue hacia ellos y dijo:
¿Qué acusación traen contra este hombre?
(Jn 19, 29)

¿No es, tal vez, lavarse las manos, la tentación más fuerte hoy? No se puede hacer nada. El mal me desborda: es estructural.
¿Qué voy a hacer yo contra el hambre, la guerra, la injusticia, el deterioro del planeta? No está en mis manos hacer nada. Yo vivo y me lavo las manos. ¿Seguro?

Padre Nuestro

Décima Estación
Jesús es despojado de sus vestiduras

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Después de crucificarlo, se repartieron a suerte su ropa…
(Mt 27, 35a)

Jesús fue despojado de todo poder y dignidad, expuesto al mundo en estado de total vulnerabilidad. He aquí que se nos reveló el misterio más grande de todos los tiempos: Dios escogió revelarnos la gloria divina en estado de total humillación. Cuando toda la belleza se ha ido, toda elocuencia ha sido silenciada, todo esplendor ha sido removido, y toda admiración retirada, es en momentos así los que Dios ha escogido para manifestar Su incondicional amor por nosotros. Jesús fue despojado de tal manera que nos atrevamos a abrazar nuestra propia pobreza y la pobreza de nuestra humanidad.  Al mirarnos pobres a nosotros mismos y la pobreza de todos los seres humanos, llegamos a descubrir la inmensa compasión que Dios nos muestra. Y es allí cuando aprendemos cómo dar y perdonar, cómo cuidar y sanar, la forma de ofrecer ayuda y crear una comunidad de amor. En la solidaridad de la pobreza, encontramos la manera de crecer más cerca uno del otro con la alegría de poder reclamar nuestra común humanidad.

Padre Nuestro

Undécima Estación
Jesús es clavado en la cruz

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Juan, amigo.

Vaya semana te espera. Subir a Jerusalén en un contexto hostil. Temiendo perder a Jesús, pero no queriendo dejarlo atrás. Recostarás tu cabeza en el regazo de tu amigo en la cena. Te dormirás en el huerto. Le verás prendido y, como todos, huirás. Luego volverás, y aguantarás, en pie, ante la cruz, perplejo, dolido… Y después, ¿qué?

Juan no es perfecto. Como ninguno de nosotros. Pero ama. Y porque ama, busca. Es amigo, y como tal quiere al otro, aunque no siempre sepa hacer lo correcto. Es amigo, aunque no héroe. Capaz de dormirse sin percibir el dolor que acongoja a Jesús, sí, pero también capaz de desafiar el miedo, a los soldados y a lo que sea para no dejarle morir sólo, en un madero, sin ver un rostro conocido. Juan esta semana se va a ver enfrentado con el fracaso, el dolor y la pérdida.

Junto a la cruz estaba su madre…
y junto a ella el discípulo a quien amaba
(Jn 19, 25-26)

¿No es mejor amar, aunque a veces duela, que encapsularse? ¿No conviene estar un poco a la intemperie, un poco abierto a otros? ¿No? ¿Qué retos me plantea a mí la amistad, o el amor, o la gente de mi vida? 

Padre Nuestro

Duodécima Estación
Jesús muere en la cruz

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Pero Jesús, lanzando un grito, expiró.
(Mc 15, 37)

Jesús murió. Los poderes de la muerte lo aplastaron. No sólo los juicios dominados por el temor de Pilatos, la tortura a manos de los soldados romanos, y la cruel crucifixión, sino también el de los poderes y principados de este mundo. Los poderes de este mundo lo destruyeron. Pero la muerte de Jesús removió su aguijón, haciéndolo victorioso sobre todos los poderes que esta pueda ejercer. La mas pequeña fascinación interior con la muerte y las formas más horrendas de destrucción humana, están íntimamente conectadas. Jesús sabía de esta conexión y, cuando su corazón fue atravesado, ese era el corazón que abraza nuestros pensamientos más ocultos y nuestras acciones mas trascendentales. La muerte de Jesús venció todas las fuerzas de la muerte y «liberó a aquellos que habían estado sometidos toda su vida a esclavitud por el miedo a la muerte.” (Heb 2, 15)

Padre Nuestro

Decimotercera Estación
Jesús es bajado de la cruz

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

“Había un hombre llamado José, natural de Arimatea…
Acudió a Pilatos y le pidió el cadáver de Jesús.
Lo descolgó, lo envolvió en una sábana…”
(Lc 23, 50, 52, 53a)

Nunca hay amor sin sufrimiento, compromiso sin dolor, no habrá participación sin pérdida, nunca el darse implicará el no conocer la desolación…o un “Si” a la vida sin morir muchas veces. Cada vez que tratamos de evitar la tristeza, nos volvemos incapaces de amar. Cada vez que elijamos amar, habrán muchas lágrimas. Cuando se hizo silencio en torno a la Cruz y todo terminó, el dolor de María alcanzó todos los confines de la tierra. Pero todos los que llegan a conocer esa tristeza en sus propios corazones reconocen que es el manto del amor de Dios y llegan a apreciarlo como un misterio oculto de la vida.

Padre Nuestro

Decimocuarta Estación
Jesús es colocado en el sepulcro

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Como era víspera de la fiesta judía y como el
sepulcro estaba cerca, colocaron allí a Jesús.
(Jn 19, 42)

El descanso divino es conocido por todos aquellos que viven la vida en el Espíritu de Jesús. Sus vidas no se caracterizan por la tranquilidad, la pasividad o la resignación. Por el contrario, ellos están marcados por la acción creadora de la justicia y la paz. Esa acción surge pues sus corazones descansan en Dios y están, por lo tanto, libres de obsesión y compulsión, y son ricos en confianza y abandono. Sea lo que sea que hacemos o no en nuestras vidas, siempre necesitamos, para estar conectados, el descanso del Sábado Santo cuando Jesús yacía en la tumba y la creación entera esperaba a que todas las cosas fueran recreadas.

Padre Nuestro

fuentes:
+ Personajes de la Pasión tomado de: pastoralsj.org
+ Nouwen, Henri. Walk with Jesus: The Stations of the Cross

Oración del Papa Francisco
al finalizar el Via Crucis 2022

Señor Jesús, ayúdanos a ver en Tu Cruz todas las cruces del mundo;
la cruz de las personas hambrientas de pan y de amor;
la cruz de las personas solas y abandonadas por sus propios hijos y parientes;
la cruz de las personas sedientas de justicia y de paz;
la cruz de las personas que no tienen el consuelo de la fe;
la cruz de los ancianos que se arrastran bajo el peso de los años y la soledad;
la cruz de los migrantes que encuentran las puertas cerradas a causa del miedo y de los corazones blindados por cálculos políticos;
la cruz de los pequeños, heridos en su inocencia y en su pureza;
la cruz de la humanidad que vaga en lo oscuro de la incertidumbre y en la oscuridad de la cultura de lo momentáneo;
la cruz de las familias rotas por la traición, por las seducciones del maligno o por la homicida ligereza del egoísmo;
la cruz de los consagrados que buscan incansablemente portar Tu luz en el mundo y que se sienten rechazados, ridiculizados y humillados;
la cruz de los consagrados que en su caminar han olvidado su primer amor;
la cruz de tus hijos que, creyendo en Ti y buscando vivir según Tu palabra, se encuentran marginados y descartados incluso por sus familiares y sus coetáneos;
la cruz de nuestras debilidades, de nuestras hipocresías, de nuestras traiciones, de nuestros pecados y de nuestras numerosas promesas rotas;
la cruz de Tu Iglesia que, fiel a Tu Evangelio, se fatiga para llevar Tu amor también entre los mismos bautizados;
la cruz de la Iglesia, Tu esposa, que se siente asaltada continuamente en lo interno y lo externo;
la cruz de nuestra casa común que seriamente se marchita bajo nuestros ojos egoístas y cegados por la codicia y el poder.
Señor Jesús, reaviva en nosotros la esperanza de la resurrección y de Tu definitiva victoria contra todo mal y toda muerte. ¡Amén!

Escrito por

El lugar de encuentro de los Católicos latinos en Bangkok... de la mano de Cristo y bajo el amparo de María ... celebrando la fe en comunidad desde el 2002 ...

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