«¡Pueblos de la tierra,
alaben al Señor!»
Es nuestro deseo que todos hayan comenzado el nuevo año con el corazón lleno de la luz y de la esperanza salidas del portal de Belén donde las promesas del Padre se hicieron realidad; la revelación, la Buena Nueva, el Dios-con-nosotros: Jesús, hoy y siempre.
Hoy la Iglesia celebra la Solemnidad de la Epifanía, palabra griega que significa ‘manifestación’, usualmente de la Gloria Divina, lo que hoy llamaríamos una ‘revelación’ y las lecturas de la liturgia así lo reflejan. Este es el gran movimiento del tiempo de Navidad ya que redimensiona y transforma nuestras vidas abriéndolas no solo a la ‘epifanía’ de Cristo, sino a la ‘epifanía’ de la humanidad en Cristo – una nueva manera de ser y actuar, de vivir, de amar, de tener esperanza, de ser testigo.
En la Primera Lectura, Isaías alienta al pueblo que está regresando del exilio. Con líneas poéticas, (Levántate, porque llega la luz y la gloria del Señor brilla sobre tí), lo anima describiendo una ciudad santa, una ciudad de salvación en donde todos, sin excepción, están invitados a morar.
San Pablo (segunda lectura) se hace eco de las palabras del profeta y comparte con todos aquellos que no son parte del pueblo de la Alianza (los gentiles) lo que el Espíritu le reveló poniendo de manifiesto que también los paganos participan de una misma herencia.
Y, el Evangelio, confirma de manera contundente que la salvación de Jesús no es para un pueblo determinado, sino que es para cada uno que tenga el anhelo profundo de encontrarle. Esta universalidad está representada por los tres Magos de Oriente que se ponen en camino al encuentro del Divino Niño. Los Magos, vieron y siguieron la estrella con docilidad y perseverancia, pues, como bien decía el Papa Francisco, “tenían el corazón abierto al horizonte …estaban abiertos a la novedad.” Estos hombres, decía Francisco, “reflejan la imagen de todos los hombres que en su vida no han dejado que se les anestesie el corazón.” [1] En esta semana y cada día, a lo largo del año, pidamos a nuestro Padre Celestial que nos conceda el poder mantener el corazón abierto a la novedad, animándonos a seguir la Luz de la estrella que emana del humilde portal de Belén, mostrándonos que sólo en Jesús, adorando al pequeño Niño, descubrimos la gloria de Dios y la verdadera vida rica en frutos de amor, esperanza y paz… paz para este mundo que tan necesitado está de ella.
El año jubilar, convocado por nuestro querido Papa Francisco y que comenzara el 25 de diciembre 2024 bajo el lema Peregrinos de Esperanza, llega hoy a su fin, las Puertas Santas se cerrarán. Pero, aunque este año santo concluya, pidamos al Espíritu Santo que nos anime a seguir en movimiento, a estar en salida, a permanecer en camino, como Iglesia peregrina con los frutos de lo vivido y las gracias recibidas en el corazón, para estar disponibles para Dios [1]. Quedemos, hoy y siempre, unidos en oración para que el Señor nos regale la gracia de ser mensajeros de la esperanza del Dios-con-nosotros entre nuestros hermanos. En este 2026, recordemos estas palabras del Santo Padre León: Cristo, nuestra esperanza, permanece siempre con nosotros. Él es la Puerta siempre abierta, que nos introduce en la vida divina. La alegre noticia de este día es que el Niño que ha nacido es Dios hecho hombre; que no viene a condenar, sino a salvar; la suya no es una aparición fugaz, pues Él viene para quedarse y entregarse a sí mismo. En Él toda herida es sanada y todo corazón encuentra descanso y paz. «El Nacimiento del Señor es el Nacimiento de la paz». [2]
Equipo de Liturgia
Comunidad Católica Latina en Bangkok
[1] Papa Francisco, Homilía, Solemnidad de la Epifanía del Señor, 6 de enero 2017
[2] Papa León XIV, Mensaje Urbi et Orbi, Navidad 2025

Los Magos no sólo miran la estrella, las cosas de lo alto, sino que también tienen los pies sobre la tierra. Ellos se ponen en camino a Jerusalén y preguntan: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo» (Mt 2,2). Una sola cosa: los pies unidos con la contemplación. El astro que brilla en el cielo los envía a recorrer los caminos de la tierra; levantando la cabeza hacia lo alto son empujados a descender hacia lo bajo; buscando a Dios son invitados a encontrarlo en el hombre, en un Niño que yace en un pesebre, porque Dios que es lo infinitamente grande, se ha revelado en este pequeño, infinitamente pequeño. Se necesita sabiduría, se necesita la asistencia del Espíritu Santo para comprender la grandeza y la pequeñez en la manifestación de Dios.
Papa Francisco
Homilía, Solemnidad de la Epifanía del Señor
6 de enero 2024
Lectura del libro de Isaías 60, 1-6
La gloria del Señor brilla sobre ti
¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz
y la gloria del Señor brilla sobre ti!
Porque las tinieblas cubren la tierra
y una densa oscuridad, a las naciones,
pero sobre ti brillará el Señor y su gloria
aparecerá sobre ti.
Las naciones caminarán a tu luz
y los reyes, al esplendor de tu aurora.
Mira a tu alrededor y
observa: todos se han reunido y vienen hacia ti;
tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos.
Al ver esto, estarás radiante,
palpitará y se ensanchará tu corazón,
porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar
y las riquezas de las naciones llegarán hasta ti.
Te cubrirá una multitud de camellos,
de dromedarios de Madián y de Efá.
Todos ellos vendrán desde Sabá,
trayendo oro e incienso,
y pregonarán las alabanzas del Señor.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 71, 1-2. 7-8. 10-13
R: ¡Pueblos de la tierra alaben al Señor!
Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes,
para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud. R
Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz, mientras dure la luna;
que domine de un mar hasta el otro,
y desde el Río hasta los confines de la tierra. R
Que los reyes de Tarsis y de las costas lejanas
le paguen tributo.
Que los reyes de Arabia y de Sebá
le traigan regalos;
que todos los reyes le rindan homenaje
y lo sirvan todas las naciones. R
Porque Él librará al pobre que suplica
y al humilde que está desamparado.
Tendrá compasión del débil y del pobre,
y salvará la vida de los indigentes. R
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 3, 2-6
Ahora ha sido revelado que también los paganos participan de la misma promesa

Hermanos:
Seguramente habrán oído hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes.
Fue por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como acabo de exponérselo en pocas palabras. Al leerlas, se darán cuenta de la comprensión que tengo del misterio de Cristo, que no fue manifestado a las generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas.
Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio.
Palabra del Señor
Aleluya Mt 2, 2
Vimos su estrella en Oriente
y hemos venido a adorar al Señor
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 2, 1-12
Hemos venido de Oriente a adorar al rey
Gloria a Tí, Señor
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo».
Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta:
«Y tú, Belén, tierra de Judá,
ciertamente no eres la menor
entre las principales ciudades de Judá,
porque de ti surgirá un jefe
que será el Pastor de mi pueblo, Israel»».
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje».
Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor
Gloria a Tí, Señor Jesús
Como cada semana, nos unimos en oración para meditar juntos la reflexión preparada por nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo de la Epifanía del Señor: https://rezandovoy.org/reproductor/2026-01-04


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