Enséñanos tus preceptos, Señor
Las lecturas de esta semana se centran en dejar que el amor de Dios guíe cada aspecto de nuestra vida. Al acudir a Dios en busca de guía, él siempre nos mantendrá en el camino correcto.
La primera lectura muestra la brecha entre los caminos de Dios y los del mundo. Se nos recuerda la importancia de permanecer conectados con la voluntad y la sabiduría de Dios, y se nos anima a saber que esto nos será revelado a través del Espíritu Santo.
El Salmo nos recuerda que el orden natural del mundo encierra belleza y desorden, muerte y renovación. Con el mismo espíritu, sin importar nuestras faltas y fracasos, Dios es infinitamente paciente y siempre nos invita a volver a él. Su misericordia y amor perdurarán.
San Pablo escribe a su amigo íntimo, Filemón, en la segunda lectura. La sincera súplica de Pablo en favor de Onésimo, el esclavo fugitivo de Filemón, revela el nuevo orden de la misión cristiana: que todos somos iguales ante Dios.
En el Evangelio, Jesús destaca a sus seguidores que el camino del Señor no está exento de sufrimiento ni sacrificio. Requiere paciencia y valentía, y la capacidad de poner el amor de Dios por encima de todo.
Como Peregrinos de Esperanza en este año jubilar, recordamos que Dios es misericordioso y compasivo. Que las lecturas de esta semana nos inspiren y nos animen a asumir la responsabilidad de comprender, defender y compartir nuestra misión cristiana. (*)

Contemplemos ahora nuestro tiempo, atravesado por múltiples desafíos en el orden económico, político y cultural. El dolor por la injusticia y la exclusión que padecen tantos hermanos nuestros nos apremia a todos los bautizados a dar una respuesta que, en cuanto Iglesia, debe corresponder a los signos de los tiempos desde las entrañas del Evangelio. Para ello, urge el testimonio de santos de hoy, es decir, de personas que permanezcan unidas al Señor, como los sarmientos a la vid (cf. Jn 15,5). Pues los santos no son adornos de un pasado barroco; surgen de un llamado de Dios para construir un futuro mejor. Comprendamos, al mismo tiempo, que toda acción social de la Iglesia ha de tener como centro y meta el anuncio del Evangelio de Cristo, de modo tal que, sin desatender lo inmediato, siempre conservemos la conciencia de la dirección propia y última de nuestro servicio. Pues si no damos a Cristo íntegro, estaremos siempre dando extremadamente poco.
Papa León XIV
Mensaje a los participantes de la
Semana Social en Perú
14-16 de agoato 2025
Lectura del libro de la Sabiduría 9, 13-18
¿Qué hombre puede hacerse una idea de los que quiere el Señor?
¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios o hacerse una idea de lo que quiere el Señor? Los pensamientos de los mortales son indecisos y sus reflexiones, precarias, porque un cuerpo corruptible pesa sobre el alma y esta morada de arcilla oprime a la mente con muchas preocupaciones.
Nos cuesta conjeturar lo que hay sobre la tierra, y lo que está a nuestro alcance lo descubrimos con esfuerzo; pero ¿quién ha explorado lo que está en el cielo?
¿Y quién habría conocido tu voluntad si tú mismo no hubieras dado la Sabiduría y enviado desde lo alto tu santo espíritu?
Así se enderezaron los caminos de los que están sobre la tierra, así aprendieron los hombres lo que te agrada y, por la Sabiduría, fueron salvados.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial– 89, 3-6. 12-14. 17
R: ¡Tú has sido nuestro refugio, Señor!
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: «Vuelvan, seres humanos.»
Porque mil años son ante tus ojos
como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche. R
Tú los arrebatas, y son como un sueño,
como la hierba que brota de mañana:
por la mañana brota y florece,
y por la tarde se seca y se marchita. R
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que nuestro corazón alcance la sabiduría.
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo….?
Ten compasión de tus servidores. R
Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor;
que el Señor, nuestro Dios,
haga prosperar la obra de nuestras manos. R
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a Filemón 9b-10. 12-17
Recibe a Onésimo, no ya como un esclavo, sino como un hermano querido
Querido hermano:
Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión.
Te lo envío como si fuera yo mismo. Con gusto lo hubiera retenido a mi lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio. Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces no sea forzado, sino voluntario.
Tal vez, él se apartó de ti por un instante, a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor. Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mí mismo.
Aleluya Sal 118, 135
Que brille sobre mí la luz de tu rostro,
y enséñame tus preceptos.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 25-33
El que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo
Gloria a Ti, Señor
Junto con Jesús iba un gran gentío, y Él, dándose vuelta, les dijo: «Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: «Este comenzó a edificar y no pudo terminar.»
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana
Primera Lectura ~ Sab 9, 13-18
La primera lectura de hoy viene del Libro de Sabiduría que es, quizás, el último del Antiguo Testamento, escrito no mucho antes del nacimiento de Jesús (alguna estimación lo coloca entre c. 100 y 50 aC).
Aunque la demanda por la autoría de Salomón es infundado, el texto se hace eco de la gran Tradición judía de sabiduría que surgió con Salomón. Este libro refleja la tradición y cultura griega: fue escrito en Griego (en lugar de hebreo), tal vez por judíos de habla griega que se habían asentado en Alejandría (Egipto), el centro intelectual y científico del mundo mediterráneo.
Sus lectores, probablemente, eran estudiantes o intelectuales judíos de la época que estaban divididos entre sus creencias tradicionales y sus creencias religiosas y las prácticas y cultura helenística moderna. Entre estos grup disensión y muchos abandonaban su religión original. El Libro de la Sabiduría trata de cerrar la brecha entre estas dos culturas, que lleva a una filosofía de vivir con rectitud. De hecho, Dios está a cargo de la mundo, y el texto proclama la creencia en la inmortalidad personal. en su esencia es ‘Dama Sabiduría’, una virtud personificada que conoce la mente de Dios. Los versos de hoy provienen de la segunda parte del libro, una rica meditación sobre sabiduría divina. Siguen la alabanza y la oración de Salomón por sabiduría, porque esta es la virtud que busca para llevar a cabo su oficio: ‘Dios de nuestros antepasados… concédeme sabiduría… porque soy tu sirviente… con poca comprensión de la justicia y las leyes» (Sab 9, 1, 4-5).
Evangelio ~ Lc 14, 25-33
El costo del discipulado
Grandes multitudes acompañaban a Jesús
Jesús se dirigía a Jerusalén. En retrospectiva, sabemos que esto lo llevaría a la cruz. Muchos de quienes viajaban con él no sabían adónde iba; simplemente lo seguían con entusiasmo. Jesús sabía lo que le esperaba y que la vida no sería fácil para sus discípulos. Emplea un lenguaje vívido para ilustrar la gravedad de este llamado, que requiere un compromiso total.
«Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre…»
Cuando Jesús habla de odiar a la propia familia, no contradice lo que había enseñado previamente: que debemos amar a todos, incluso a nuestros enemigos (Lucas 6, 27). Más bien, esta era una forma semítica de subrayar las prioridades. Se utiliza una comparación de extremos, donde el odio implica un menor grado de amor.
«El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.».
El método judío habitual de ejecución era la lapidación, mientras que la crucifixión era un castigo romano y una imagen común en Palestina. La multitud que seguía a Jesús, por lo tanto, comprendería el significado de sus palabras: es decir, que el discipulado los pondría en conflicto con la Ley e incluso podría conducir a la muerte.
Las dos parábolas
Jesús usa estas historias para explicar con más detalle lo que se necesita de sus futuros discípulos. Quiere que entiendan que seguirlo es una forma de vida que debe considerarse cuidadosamente. No es un capricho pasajero, provocado por un repentino arrebato de entusiasmo. Los dos ejemplos que Jesús da se relacionan respectivamente con asuntos privados y políticos. En cada situación, se requiere una reflexión cuidadosa antes de actuar precipitadamente. Jesús quiere que quienes lo siguen a Jerusalén calculen el costo y así puedan terminar lo que han comenzado.
«Cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo…»
Jesús resume las condiciones que ha establecido para el verdadero discipulado. Estas exigen el desapego de todo aquello que impida a las personas comprometerse plenamente con él y sus valores.
(*) fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/


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