Magnificat
Este Domingo la Iglesia en Tailandia celebra la solemnidad de la Asunción de María al Cielo, la elegida por Dios, la que dio su sí incondicional al Padre, la que fue fiel hasta el final de los tiempos guardando todo en su corazón, la que goza hoy de la Gloria del Cielo y desde allí guía y acompaña el caminar en la fe de sus hijos muy amados. En ella somos invitados a salir prontos a la llamada de Dios, poniendo en acción viva la unción derramada en nuestros corazones. La Madre nos interpela con su humildad y su confianza a tener la mirada puesta en Dios, asumiendo con conciencia y compromiso cristiano las realidades que acontecen en nuestro diario vivir.
La Virgen, movida por el Espíritu, sale al encuentro de su prima y en ella, al paso de cada uno de nosotros, para mostrarnos que un corazón disponible hace acción el amor, porque solo quien asume el encuentro con el otro, con los otros, comprende lo que implica la alteridad humana y con ello la oportunidad de crecer en comunidad. Hemos sido creados para la comunión con los demás, para ser prójimos. Y un vivo ejemplo de ello es María, que en la liturgia de hoy nos enseña la capacidad del servicio, lo cual implica descubrir las necesidades de los otros manifestando, en cada gesto, la fuerza del amor. Por ello, María, es la significación de aquel amor fiel que llega a la glorificación. Es desde el amor hecho servicio, donde Ella es incorporada a la gloria del Reino de Dios.
En este Año jubilar y, como Peregrinos de Esperanza de la mano de María, dejemos que la fuerza de la Palabra nos interpele, allí donde Dios Padre se sigue manifestando, con el deseo de que cada exhortación nos anime a cruzar la ‘puerta estrecha’ con un corazón ensanchado de amor que se convierta en acción concreta y urgente de ayuda y de presencia. María es, y por siempre será, el camino más corto para llegar a y caminar junto a Jesús. Pidamos a nuestra Madre su maternal y dulce intercesión para que nos mueva a gestos solidarios con nuestros hermanos, a ser signos e instrumentos de la paz del Hijo y del amor del Padre en el mundo.
Equipo de Liturgia
Comunidad Católica Latina en Bangkok

Pidamos a la Virgen María, que se entregó generosamente diciendo «Yo soy la servidora del Señor», y participando de esta forma en la obra de la salvación, que interceda por nosotros y nos acompañe en el camino del seguimiento del Señor, para que también nosotros podamos convertirnos en alegres trabajadores del Reino de Dios.
Papa León XIV
Ángelus, 6 julio 2025
(*) La primera lectura retrata un sueño vívido y lleno de simbolismo. Enfatiza la agitación y la lucha por el poder que rodeaban a la iglesia primitiva en aquel entonces. Aunque el lenguaje pueda resultar extraño para nuestra generación, los temas de los frágiles comienzos, las luchas de poder arraigadas en motivos malignos y la superación del miedo y el pecado por medio de Cristo, encierran un importante mensaje de esperanza para nosotros hoy.
Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1-6a, 10ab
Una mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies
Se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de su Alianza.
Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.
Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz. Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera.
La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio.
Y escuché una voz potente que resonó en el cielo:
«Ya llegó la salvación,
el poder y el Reino de nuestro Dios
y la soberanía de su Mesías».
Palabra del Señor
(*) El salmo de hoy está lleno de imágenes de realeza y poder en alabanza del reino de Dios. Sin embargo, la verdadera naturaleza de ese reino se nos muestra en el hermoso pasaje evangélico.
Salmo Responsorial 44, 10b-12. 15b-16
R: ¡De pie a tu derecha está la Reina, Señor!
Una hija de reyes está de pie a tu derecha:
es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir. R
¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
y el rey se prendará de tu hermosura.
Él es tu señor: inclínate ante él. R
Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían;
con gozo y alegría entran al palacio real. R
(*) La segunda lectura habla de la soberanía de Cristo, quien llama a todos a la plenitud de la resurrección. El reino de Cristo no se basa en nociones humanas egoístas de poder y autoridad.
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los cristianos de Corinto 15, 20-27a
Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a Él
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.
En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida.
En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte, ya que Dios «todo lo sometió bajo sus pies».
Palabra del Señor
Aleluya
María fue llevada al cielo;
se alegra el ejército de los ángeles
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 39-56
El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas; elevó a los humildes
Gloría a Tí, Señor
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».
María dijo entonces:
«Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios,
mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor
Gloría a Tí, Señor Jesús
En este Domingo de la Asunción, te invitamos a unirnos en oración como Peregrinos de Esperanza bajo el amparo de nuestra Madre, la Santísima Virgen María, meditando juntos la reflexión preparada por nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://rezandovoy.org/reproductor/2025-08-15
~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana

La Asunción de la Santísima Virgen María
La ascensión de María al cielo al final de su vida, aunque no se menciona en las Escrituras, se celebra desde el siglo VI. La fiesta de la Asunción, el 15 de agosto, forma parte de la doctrina católica romana reconocida, y esta fecha también se conserva en otras denominaciones como una fiesta especial de la Virgen María. En Tailandia, la fiesta de la Asunción se celebra con particular devoción de un profundo significado para la comunidad católica del país, que manifiesta así la importancia de la Virgen María en su fe.
Primera Lectura ~ Ap 11, 19a; 12, 1-6a, 10ab
Este último libro del Nuevo Testamento es muy diferente de sus predecesores. Describe visiones del cielo y la tierra que los seres humanos normalmente no ven ni oyen, ni en el pasado, ni en el presente, ni en el futuro. Su autoría (¿c. 95 d. C.?) se ha asociado durante mucho tiempo con Juan, escritor del cuarto Evangelio, aunque otros argumentan que es anterior a la destrucción del Segundo Templo (70 d. C.). Su lenguaje e imágenes son impactantes y, a menudo, difíciles de entender, como si el autor hablara en clave.
El Arca de la Alianza es un símbolo de la presencia de Dios. Normalmente se guardaba en el Lugar Santísimo, reservado para el sumo sacerdote, pero aquí está abierta a todos.
La identidad de la mujer en este pasaje es multifacética y se asocia con un mito antiguo. La idea de una mujer así era familiar para griegos, hebreos y egipcios. En la mitología griega, Leto, también con un velo de estrellas, da a luz a Apolo en el cielo, mientras que el emperador romano Nerón, de forma similar, tenía estatuas que lo representaban como Apolo.
El autor del Apocalipsis hace suyos estos mitos, basándose en referencias del Antiguo Testamento. En el Génesis, el Señor le dice a la mujer que sufrirá dolores de parto; mientras que el profeta Miqueas (4:9-10) describe a Jerusalén como una mujer dando a luz. Aquí, la mujer encuentra refugio en el desierto, al igual que los israelitas al huir de Egipto (Éxodo 15-16).
Solo en el siglo IV los intérpretes comenzaron a ver a María en el presente pasaje. Otros consideraban a la mujer como una personificación de la Iglesia Primitiva, que luchaba por lograr la aceptación del Mesías mientras la iglesia era atacada por el mal, representado aquí por el dragón. Protegida por Dios, la mujer coronada con las doce estrellas, que representan a las doce tribus de Israel, se convierte en una visión de aliento para las iglesias sufrientes.
Evangelio ~ Lc 1, 36-56

María parte hacia la casa de su pariente Isabel tras su encuentro con el ángel. Gabriel le ha anunciado que concebirá y dará a luz un hijo, mientras que Isabel también está esperando un hijo, a pesar de su avanzada edad.
María partió y fue sin demora
Lucas no explica los motivos del viaje de María. ¿Fue para felicitar a Isabel; por miedo al estigma local de estar embarazada antes del matrimonio; o porque estaba asustada y buscaba consuelo en una vieja amiga/parienta? Cada uno tiene su respuesta. Lucas, sin embargo, da una idea de la inmediatez de la decisión de María.
Un pueblo de la montaña de Judá
Todo en el relato de Lucas contribuye a que este importante encuentro sea discreto. No se menciona a ningún dignatario local poderoso, y el lugar es un pueblo en el campo y sin nombre. En una inversión del orden social habitual de la época, las dos mujeres embarazadas ocupan un lugar central.
Isabel y María
El Antiguo Testamento contiene numerosos ejemplos de mujeres mayores o estériles que conciben contra toda expectativa: Sara, Rebeca y Raquel en Génesis, y Ana en el primer libro de Samuel. María, sin embargo, era una joven, se cree que una adolescente, probablemente menor de 15 años.
Isabel, llena del Espíritu Santo
En Lucas, esta expresión tiene el mismo significado que en el Antiguo Testamento: la persona recibe el poder de Dios para realizar una tarea especial.
Una visita de la madre de mi Señor
Esta es la primera vez que Jesús es llamado «Señor»; hasta ahora, el término se ha asociado con Dios, pero de ahora en adelante «El Señor» se referirá a Jesús, como en el clamor del apóstol Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» (Juan 20, 28).
Promesas cumplidas
El encuentro entre María e Isabel es el encuentro del Antiguo Orden con el Nuevo. Isabel dará a luz a Juan, un profeta en la tradición del Antiguo Testamento, mientras que María dará a luz a Jesús, Dios hecho hombre. Él es el cumplimiento de todas las promesas hechas por Dios en el Antiguo Testamento.
El cántico de María: El Magníficat
El Antiguo Testamento contiene otros cánticos similares: Moisés y María (Éxodo 15) y Ana (1 Samuel 2, 1-10). Lucas también cita los cánticos de Zacarías y Simeón, conocidos respectivamente como el «Benedictus» y el «Nunc Dimittis», por sus primeras palabras en latín.
(*) fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/


Deja un comentario