No estamos solos
Este último domingo, antes de la Ascensión y Pentecostés, vemos cómo el ministerio terrenal de Jesús llega a su fin. Jesús está a punto de regresar al Padre, pero sus últimas palabras contienen una promesa (Evangelio): mediante su Espíritu de poder, valentía y conocimiento, permanecerá siempre con sus discípulos. Jesús asegura la continuidad de su ministerio.
En la primera lectura, vemos que estos mismos discípulos no toman ninguna decisión sin consultar al Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo quien los mantiene (y a nosotros hoy) fieles a la palabra de Cristo.
En la segunda lectura, Juan habla de dejarse llevar por el Espíritu. El Espíritu Santo, de consuelo, fortaleza y sabiduría, es esencial para todo. Cuando nosotros también conocemos y sentimos esta presencia vivificante del Espíritu de Cristo en nuestros corazones, podemos repetir las palabras del salmista que alaba a Dios en todo y por todo.
Por la gracia de este mismo Espíritu, somos Peregrinos de Esperanza en este año jubilar. Descansemos en esa gracia esta semana, mientras el Espíritu habita en nosotros, y a través de él recibimos luz, bendición y sabiduría para servir a los demás. (*)

Nosotros no estamos solos: Jesús está cerca de nosotros, en medio de nosotros, dentro de nosotros. Su nueva presencia en la historia se realiza mediante el don del Espíritu Santo, por medio del cual es posible instaurar una relación viva con Él, el Crucificado Resucitado. El Espíritu, efundido en nosotros con los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, actúa en nuestra vida. Él nos guía en el modo de pensar, de actuar, de distinguir qué está bien y qué está mal; nos ayuda a practicar la caridad de Jesús, su donarse a los demás, especialmente a los más necesitados.
No estamos solos. Y el signo de la presencia del Espíritu Santo es también la paz que Jesús dona a sus discípulos: «Mi paz les doy» (v. 27). Esa es diversa de la que los hombres se desean o intentan realizar. La paz de Jesús brota de la victoria sobre el pecado, sobre el egoísmo que nos impide amarnos como hermanos. Es don de Dios y signo de su presencia. Todo discípulo, llamado hoy a seguir a Jesús cargando la cruz, recibe en sí la paz del Crucificado Resucitado con la certeza de su victoria y a la espera de su venida definitiva.
Papa Francisco
Regina Coeli, 1 de mayo 2016
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 15, 1-2. 22-29
El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables
Algunas personas venidas de Judea enseñaban a los hermanos que si no se hacían circuncidar según el rito establecido por Moisés, no podían salvarse. A raíz de esto, se produjo una agitación: Pablo y Bernabé discutieron vivamente conellos, y por fin, se decidió que ambos, junto con algunos otros, subieran a Jerusalén para trataresta cuestión con los Apóstoles y los presbíteros.
Entonces los Apóstoles, los presbíteros y la Iglesia entera, decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres eminentes entre los hermanos, y les encomendaron llevar la siguiente carta:
«Los Apóstoles y los presbíteros saludamos fraternalmente a los hermanos de origen pagano, que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia. Habiéndonos enterado de que algunos de los nuestros, sin mandato de nuestra parte, han sembrado entre ustedes la inquietud y provocado el desconcierto, hemos decidido de común acuerdo elegir a unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo, los cuales han consagrado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Por eso les enviamos a Judas y a Silas, quienes les transmitirán de viva voz este mismo mensaje.
El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables, a saber: que se abstengan de la carne inmolada a los ídolos, de la sangre, de la carne de animales muertos sin desangrar y de las uniones ilegales. Harán bien en cumplir todo esto. Adiós.»
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 66, 2-3. 5-6. 8
R: ¡Que los pueblos te den gracias, Señor!
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones. R
Que todos los pueblos te den gracias.
Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra. R
¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra. R
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 10-14. 22-23
Me mostró la ciudad santa, que descendía del cielo
El Ángel me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios. La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como la más preciosa de las perlas, como una piedra de jaspe cristalino.
Estaba rodeada por una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel. Tres puertas miraban al este, otras tres al norte, tres al sur, y tres al oeste. La muralla de la Ciudad se asentaba sobre doce cimientos, y cada uno de ellos tenía el nombre de uno de los doce Apóstoles del Cordero.
No vi ningún templo en la Ciudad, porque su Templo es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. Y la Ciudad no necesita la luz del sol ni de la luna, ya que la gloria de Dios la ilumina, y su lámpara es el Cordero.
Palabra del Señor
Aleluya Jn 14, 23
«El que me ama será fiel a mi palabra,
y mi Padre lo amará e iremos a él», dice el Señor
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 14, 23-29
El Espíritu Santo les recordará lo que les he dicho
Gloria a Ti, Señor
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos:
«El que me ama será fiel a mi palabra,
y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.
El que no me ama no es fiel a mis palabras.
La palabra que ustedes oyeron no es mía,
sino del Padre que me envió.
Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes.
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo,
que el Padre enviará en mi Nombre,
les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.
Les dejo la paz, les doy mi paz,
pero no como la da el mundo.
¡No se inquieten ni teman!
Me han oído decir: «Me voy y volveré a ustedes».
Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre,
porque el Padre es más grande que yo.
Les he dicho esto antes que suceda,
para que cuando se cumpla, ustedes crean.»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
Con alegría pascual y de la mano del Resucitado, los invitamos a unirnos en oración meditando la reflexión preparada por nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://rezandovoy.org/reproductor/2025-05-18
~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana
Salmo 66 (67)

Esta porción de la salmodia escogida como el salmo de alabanza y acción de gracias es muy breve; sólo siete versos. La respuesta de dos líneas ‘Que los pueblos te alaben, oh Dios; que todos los pueblos te alaben’ se repite cada dos versos en la versión original.
El primer verso es una adaptación de la bendición dada a Moisés para Aarón. el sacerdote y el pueblo de Israel: ‘Que el Señor los bendiga y los guarde. Que el Señor ilumine su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia” (Números 6, 24–25). Sin embargo, la diferencia aquí es que la bendición se extiende a todos naciones.
Los eruditos bíblicos difieren en su interpretación de este salmo. La mayoría piensa que fue escrito en acción de gracias por una buena cosecha, tal vez en ocasión de la fiesta de los Tabernáculos. De hecho, el versículo 6, que se omite en el día de hoy, dice: ‘La tierra ha dado su fruto, porque Dios, nuestro Dios, nos ha bendecido’. Sin embargo, otros creen que es una oración pidiendo una buena cosecha, la que está por venir. Los cristianos ven en Jesús el rostro encarnado de Dios “arrojando su luz sobre nosotros”. Como el Buen Pastor, Cristo ‘guía a las naciones de la tierra’.
Evangelio ~ Jn 14, 23-29
‘Les he dicho esto ahora para que cuando suceda, créan’
Esta semana nos adentramos más en el discurso de despedida de Jesús, que sólo se encuentra en el evangelio de Juan. La lectura de hoy comienza con la respuesta de Jesús a Judas (no Judas Iscariote). Habiendo oído a Jesús decir: “Dentro de poco tiempo el mundo dejará de verme; pero ustedes me verán, porque yo vivo y ustedes vivirán’ (v.,19), Judas había preguntó a Jesús: ‘Señor, ¿de qué se trata todo esto? ¿Tienes la intención de mostrarte a nosotros y no al mundo?’ (v.22). Antes de la pregunta de Judas, Tomas y Felipe han también expresaron su dificultad para entender lo que Jesús trataba de decirles.
‘Si alguien me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará’
Judas y los demás no entienden que Jesús está hablando de su Resurrección; en cambio, esperan una versión mucho más ‘mundana’ de volver. Jesús no responde directamente a la pregunta de Judas, pero reafirma que el amor y la obediencia son fundamentales para las promesas que les está haciendo. (El amor es un tema importante en el Evangelio de Juan).
‘Y vendremos a él y haremos nuestro hogar con él’
Jesús ha hablado a sus discípulos de la relación íntima que tiene con sus Padre. Él reafirma esto ahora, usando ‘nosotros’ en su promesa de amor y morada. Para los que le aman, su amor y obediencia también los unirá íntimamente consigo mismo y con su Padre.
‘El Abogado, el Espíritu Santo… les enseñará todo’
La ‘venida’ de Jesús a los que lo aman está directamente relacionada con el Espíritu Santo, el ‘Paráclito’. Esta palabra se puede interpretar como algo similar a una defensa, abogado, o alguien ‘llamo a estar a mi lado’, como sería el caso de un abogado. Eso también se entiende como ‘Consolador’. El Espíritu Santo, “enseñando y recordando” (v. 26), conducirá a los seguidores de Jesús a una comprensión más profunda de todo lo que él enseñó ellos mientras estaban en la tierra.
‘La paz les dejo, mi paz les doy’
La paz es el regalo de despedida de Jesús a sus discípulos. En la Biblia hebrea, la palabra para la paz es ‘shalom’. Significa algo más que un momento de tranquilidad o libertad de problemas, sino más bien una paz interior más profunda que permanece a pesar del malestar externo. Ninguna situación puede dar o quitar la paz de Cristo. Se cree que el capítulo 14 habría conducido directamente al relato de la muerte de Jesús; su Pasión y muerte (capítulos 17-19).
Sin embargo, Juan repite el material del capítulo 14 en los capítulos 15 y 16. Esto ha llevado a muchos estudiosos del evangelio de Juan a creer que estos dos capítulos son una adición a, o una versión alternativa del capítulo 14, muy probablemente incluido para reforzar la información ya dada.
fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/



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