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Lecturas del Domingo V del Tiempo de Pascua (Ciclo ‘C’, 2025)

El Mandamiento del Amor

Al acercarse el fin de la Pascua de este año, se nos llama a mantenernos enfocados en el mandamiento central de Jesús a sus seguidores: el amor. Somos pecadores amados, perdonados y transformados; llamados, ordenados y comisionados a amar a los demás; agraciados y cimentados en el amor que ha sido derramado por nosotros.
Este amor inspiró a la Iglesia Primitiva a difundir la Buena Nueva de la vida, muerte y resurrección de Jesús por toda Asia Menor (actual Turquía y Siria). Pablo y Bernabé apoyaron y nombraron líderes para mantener viva la llama del amor de Dios en estas comunidades eclesiásticas primitivas (Primera Lectura).
Las hermosas visiones proféticas atribuidas a San Juan, quien escribió desde la misma región, describen cuán amorosamente Dios se une a nosotros. Él ha elegido habitar entre nosotros y está haciendo nuevas todas las cosas en este amor (Segunda Lectura).
El Evangelio de hoy proclama un mensaje central sencillo y alegre. Jesús da a sus seguidores, y a nosotros también, un «mandamiento nuevo»: «Ámense los unos a los otros, como yo los he amado».
El Salmo de este domingo celebra con alegría la vida bendecida por nuestro Dios de compasión y amor. La compasión de Dios es para todas las criaturas, y su reino eterno tiene sus raíces en el amor.
Este banquete desbordante de amor es la fuente y el sustento de nuestra esperanza mientras avanzamos como Peregrinos de la Esperanza. Oremos en este Año Jubilar para que nos inspiremos a cuidar unos de otros y de toda la creación con compasión y amor, fortalecidos por el amor de Jesús por nosotros. (*)

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 14, 21b-27
Contaron a la Iglesia todo lo que Dios había hecho con ellos

Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.
En cada comunidad establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído.
Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir.
A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 144, 8-13a
R: Bendeciré tu Nombre, eternamente, Dios mío, el único Rey.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas. R

Que todas tus obras te den gracias,
Señor, y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder. R

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre. R

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a
Dios secará todas sus lágrimas

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más.
Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo.
Y oí una voz potente que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios estará con ellos. El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó.»
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas».

Palabra del Señor

Aleluya Jn 13, 34
«Les doy un mandamiento nuevo:
ámense los unos a los otros, como Yo los he amado»,
dice el Señor

✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 13, 31-33a. 34-35
Les doy un mandamiento nuevo: ámense unos a otros

Gloria a Ti, Señor

Durante la Última Cena, después que Judas salió, Jesús dijo:
«Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él.
Si Dios ha sido glorificado en Él,
también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.
Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes.
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros.
Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.
En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos:
en el amor que se tengan los unos a los otros.»

Palabra del Señor

Gloria a Ti, Señor Jesús

Con alegría pascual y como Peregrinos de Esperanza, los invitamos a unirnos en oración para juntos meditar la reflexión preparada por nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://rezandovoy.org/reproductor/2025-05-18

~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana

Segunda Lectura ~ Ap 21, 1-5

La palabra griega Apokalypsus significa «Revelaciones», por lo que este último libro de la Biblia se conoce con diversos términos. Es muy diferente de otros libros del Nuevo Testamento, ya que narra visiones sobre eventos y palabras que los seres humanos normalmente no ven ni escuchan. Estas se relacionan con el cielo y la tierra en el pasado, presente y futuro. La literatura apocalíptica revela en lugar de predecir. No es una visión del futuro, sino de lo que es ahora.
La autoría del libro es controvertida. Desde sus inicios se ha asociado con Juan, escritor del cuarto evangelio, pero no hay certeza al respecto. Su fecha parece estar alrededor del año 95 d. C.
El lenguaje y las imágenes son impactantes y a menudo difíciles de entender; las mentes modernas no siempre perciben su simbolismo.
El pasaje de hoy aparece hacia el final del libro. El autor describe una visión, no para alarmarnos ni impresionarnos, sino para ayudarnos a comprender lo que Dios está haciendo y por qué estamos aquí. A las personas no se les promete el cielo como una vía de escape ni una recompensa. En cambio, están llamadas a ser compañeros de Dios en un mundo que no reemplaza al que habitan, sino que se renueva por completo.
La nueva Jerusalén es un lugar donde los humanos han superado sus divisiones. Ahora viven juntos como uno solo y con Dios. Dios ha descendido del cielo, habita entre ellos, los cuida y los consuela en su tristeza.
El mal ha sido vencido para siempre. La imagen que se usa aquí es la de la desaparición del mar. Los antiguos asociaban desde hacía tiempo el mar con criaturas temibles y malvadas. Los monstruos marinos, como el Leviatán, simbolizaban la muerte y el dolor (véase Salmo 74, 13-14 o Isaías 27, 1). Erradicarlos trae paz y armonía.
Para nosotros, como cristianos modernos, al orar hoy este pasaje durante la Pascua, podemos ver en Cristo Resucitado a Aquel que está renovando toda la creación.

Evangelio ~ Jn 13, 31-35

Ámense los unos a los otros,
como Yo los he amado

El capítulo 13, 31- 17 en el Evangelio de Juan se conocen como ‘El Discurso de Despedida’, donde Jesús habla a sus discípulos antes de su muerte y resurrección. El pasaje de este domingo llega después de que Judas deja el grupo para traicionar a Jesús, y justo antes de que Jesús predice las negaciones de Pedro.

‘Ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre…’
Esta es una oración compleja que usa tanto el tiempo pasado como el futuro y ha desafiado a muchos estudiosos. El “proceso de glorificación” de Jesús, es decir, ser públicamente honrado y aclamado, revelando la esencia misma de una persona – implica rechazo, crucifixión, muerte y resurrección. ‘Ahora’ se refiere a la partida de Judas para traicionar a Jesús: la escena está lista, el proceso está en marcha, el resto seguirá. Así es como ser glorificado puede ser tanto en el pasado (traición) y en el futuro (muerte y resurrección).

‘Hijitos míos’
Aunque es la única vez que Jesús llama a sus discípulos «hijos» en el Evangelio de Juan, el evangelista usa este término varias veces en sus cartas.

Un mandamiento nuevo
El mandato de amarse unos a otros no es, en sí mismo, nuevo. Se puede encontrar en el Antiguo Testamento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19, 18). Pero lo que es nuevo aquí es el mandato a los discípulos: ‘ámense los unos a otros como Yo los he amado’. Jesús es el modelo, la razón, la causa de amarse los unos a los otros. Cabe señalar que el término ‘amor’, además de significar simplemente que alguien nos ‘gusta’, implica también -como mínimo- apego, compromiso y lealtad. También significa mostrar compasión y ayudar a los necesitados.

‘Por este amor todos conocerán que ustedes son mis discípulos’
Este es el objetivo principal de este amor entre los discípulos. Eso refleja el amor de Jesús por todos, sin excepción. Es un signo de ‘ser Iglesia’.

fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/

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