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Lecturas del Domingo III del Tiempo de Pascua (Ciclo ‘C’, 2025)

Lanzarnos, con valentía, a amar y a servir

Las lecturas de hoy, llenas de la alegría propia de este tiempo de Pascua de Resurrección, hablan del significado del discipulado, tanto en nuestra relación personal con Jesús como en nuestra relación con los demás.
Los apóstoles, llenos del Espíritu Santo (Primera Lectura), continúan proclamando las enseñanzas del Resucitado. Al ser confrontados por los líderes religiosos, insisten en obedecer a Dios antes que a cualquier autoridad humana.
La alegría de los apóstoles se basa en su fe en que Dios transformará nuestro duelo en alegría, como proclama el Salmo de alabanza y acción de gracias. Nuestro Dios misericordioso nos sacará de nuestras tribulaciones.
La Segunda Lectura presenta una visión de adoración celestial, donde toda la creación del universo alaba a Jesús como el Cordero resucitado que fue inmolado: «Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la bendición, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos».
Juan relata el tercer encuentro de Jesús con los discípulos, después de su resurrección, quienes habían regresado a sus antiguas costumbres de pesca (Evangelio). Jesús los llama al amanecer, guiándolos hacia una pesca milagrosa, seguida de un desayuno compartido. Jesús le pregunta a Pedro tres veces si lo ama, instruyéndole a cuidar de sus seguidores.
Al reflexionar sobre estos textos y, como Peregrinos de la Esperanza en este año jubilar, oramos por un espíritu de justicia y generosidad en todas las situaciones de conflicto, injusticia y pobreza de nuestro mundo.(*)

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 5, 27-32. 40b-41
Nosotros somos testigos de estas cosas; nosotros y el Espíritu Santo

Cuando los Apóstoles fueron llevados al Sanedrín, el Sumo Sacerdote les dijo: «Nosotros les habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre!»
Pedro, junto con los Apóstoles, respondió: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron morir suspendiéndolo del patíbulo. A Él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados.
Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que le obedecen.»
Después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar en el nombre de Jesús y los soltaron. Los Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín, dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el Nombre de Jesús.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 29, 2. 4-6. 11-12a. 13b
R: Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste

Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro. R

Canten al Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría. R

«Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor.»
Tú convertiste mi lamento en júbilo.
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente! R

Lectura del libro del Apocalipsis 5, 11-14
El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza

Yo, Juan, oí la voz de una multitud de Angeles que estaban alrededor del trono, de los Seres Vivientes y de los Ancianos. Su número se contaba por miles y millones, y exclamaban con voz potente:
«El Cordero que ha sido inmolado
es digno de recibir el poder y la riqueza,
la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.»
También oí que todas las criaturas que están en el cielo, sobre la tierra, debajo de ella y en el mar, y todo lo que hay en ellos, decían:
«Al que está sentado sobre el trono y al Cordero,
alabanza, honor, gloria y poder,
por los siglos de los siglos.»
Los cuatro Seres Vivientes decían: «¡Amén!», y los Ancianos se postraron en actitud de adoración.

Palabra del Señor

Aleluya
Resucitó Cristo, que creó todas las cosas
y tuvo misericordia de su pueblo.

✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 21, 1-19
Jesús se acercó, tomó el pan, y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado

Gloria a Ti, Señor

Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades.
Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.» Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros.»
Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.
Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para comer?»
Ellos respondieron: «No.»
Él les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán.»
Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!»
Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.
Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.»
Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: «Vengan a comer.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres?», porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.
Ésta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.
Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?»
Él le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.» Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.» Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero.»
Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.
Te aseguro que cuando eras joven
tú mismo te vestías
e ibas a donde querías.
Pero cuando seas viejo,
extenderás tus brazos,
y otro te atará y te llevará a donde no quieras.»
De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme.»

Palabra del Señor

Gloria a Ti, Señor Jesús

Con alegría pascual, los invitamos unirnos en oración y juntos meditamos la reflexión preparada por nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://rezandovoy.org/reproductor/2025-05-04

~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de la semana

Salmo 29 (30)

Este texto es un extracto de un salmo de acción de gracias y alabanza de alguien que fue liberado de una enfermedad mortal. Los eruditos bíblicos también creen que se usó para la dedicación del Templo, ya sea al regreso del pueblo de Israel de su exilio babilónico o posteriormente por los Macabeos.
Hay comparativamente pocos salmos de acción de gracias individual, y aunque la primera estrofa está en primera persona: «Te ensalzaré», la segunda estrofa invita a toda la asamblea a unirse: «Canten salmos al Señor, ustedes los fieles».
Pase lo que pase, ya sea en sentido literal o metafórico, la persona o la nación ha revivido y ha vencido a sus «enemigos». Estos podrían ser personas reales o «espíritus», considerados en aquel entonces la causa de las enfermedades. Es posible orar este texto a la luz de la resurrección de Jesús, centrándose en expresiones como «Has sacado mi alma del Seol, me has devuelto la vida».
Los cristianos que repasan su día por la noche pueden sentirse reconfortados por la frase «De noche vienen las lágrimas pero, el amanecer, trae alegría». Pase lo que pase, podemos estar seguros de que el Señor siempre nos dará la oportunidad de comenzar de nuevo con alegría.

Evangelio ~ Jn 21, 1-19

Jesús Resucitado aparece
junto al Mar de Tiberíades

Fue junto al Mar de Tiberíades
También conocido como el Mar de Galilea, este fue también el lugar de la alimentación de los 5.000 (Juan 6). Está situado a 80 millas al norte de Jerusalén, mientras que Lucas 24 y Juan 20 coloca las apariciones de Jesús en o alrededor de la misma Jerusalén.

No pescaron nada esa noche … Ya era de día
La oposición de la noche y el día es típica del Evangelio de Juan. El Señor resucitado, la luz del mundo, aparece al amanecer.

Simón Pedro, que no tenía prácticamente nada…
Muchos eruditos se han preguntado por qué Pedro debería ponerse su capa para saltar al agua. ya que difícilmente haría el nadar más fácil. Aunque no podemos estar seguros, la explicación podría ser que los judíos eran muy sensibles a saludar a los demás cuando usban ropa inadecuada. El evento es típico del carácter impetuoso de Pedro como leemos en los evangelios.

El desayuno en la playa
Podemos recordar otros episodios de los evangelios donde ocurren hechos significativos alrededor la fracción del pan y el consumo de pescado, en particular la alimentación de los 5.000 y la comida en Emaús. La instrucción de traer algo de su captura es un símbolo del apostolado de los discípulos, la misión de atraer a la gente a Jesús. Los peces capturados esa mañana no eran necesarios, ya que Jesús estaba cocinando algunos. Jesús aparentemente no come, sino que da la comida a los discípulos. Este pasaje tiene claros tintes eucarísticos.

Ciento cincuenta y tres peces
Mucho se ha escrito sobre el significado de este número, pero nada se ha determinado. Puede ser el número de especies conocidas en ese momento, lo que a su vez indican que Jesús llama a todas las personas hacia Él.

Simón Pedro… ¿me amas?
Jesús hace esta pregunta tres veces. Generalmente se piensa que al hacerlo, Él le da a Pedro la oportunidad de enmendar su triple negación (Juan 18, 15– 18, 25–27). Éste escena, que se desarrolla alrededor de una fogata, refuerza esta relación.

Cuando seas viejo, extenderás tu mano
Además del significado literal de las palabras, algunos comentaristas también ven en este frase una referencia a la crucifixión. Pedro, según la tradición, fue crucificado al revés en el reinado del emperador Nerón alrededor del año 65 d.C.

(*)fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/

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