Les he dado el ejemplo, para que hagan
lo mismo que Yo hice con ustedes
En un mundo donde muchos continúan eligiendo el camino de la muerte, de la violencia ciega, indiscriminada y brutal – tan evidenciada por las guerras que no cesan –, el de la total falta de empatía ante el sufrimiento de nuestros hermanos, en este Jueves Santo somos interpelados, a optar por el camino de la vida y la solidaridad al hacer memoria de lo que Jesús hizo en la Última Cena con especial alegría en el corazón: Él nos donó su Cuerpo y su Sangre – la Eucaristía – para quedarse con nosotros, nos dejó el sacerdocio ministerial y el gran mandamiento del Amor. Este es el camino que al re-actuar el gesto del Lavatorio de los pies (en el que hace hincapié san Juan en el Evangelio que hoy escuchamos), nos invita a la humildad, a trabajar por la libertad, por la paz, por la justicia y a poner la vida al servicio del hermano. «Lavando los pies a los apóstoles, Jesús quiso revelar el modo de actuar de Dios en relación con nosotros, y dar ejemplo de su “mandamiento nuevo” de amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado, o sea dando su vida por nosotros», nos dice el Papa Francisco quien, en numerosas oportunidades, lavó los pies de refugiados, de personas en prisión, de los descartados de la sociedad. Y, cabe aclarar que, en varias ocasiones, estos hermanos no eran cristianos.
El hacer memoria del Banquete de la Vida, el de compartirlo, en comunidad, recordando en cada ocasión el infinito amor de Jesús, nos interpela una y otra vez a replantearnos estas palabras del Obispo Pedro Casaldáliga: “Peregrino, solo hay un camino, no mas”. Si, un sólo camino y ese es el camino de la entrega radical, del servicio al hermano, de cargar las cruces de quienes sufren. Es el ejercitarnos en ser presencia, poniendo en práctica el «arte del acompañamiento», para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf. Ex 3,5) (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 169)
En este Año Jubilar y, como Peregrinos de Esperanza, elegimos el camino de la Vida y de la salvación, el del servicio y la solidaridad, el camino de la hermandad y del amor para todos, sin distinción, siguiendo a Aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida … nuestro hermano y amigo, Jesús.
Equipo de Liturgia
Comunidad Católica Latina en Bangkok

Esta es la regla de Jesús y la regla del Evangelio: la regla del servicio, no del dominio, de hacer el mal, de humillar a otros. ¡Servicio! Una vez, cuando los apóstoles discutían entre ellos sobre “quién es más importante entre nosotros”, Jesús tomó a un niño y dijo: “El niño”. Si su corazón no es el corazón de un niño, no serán mis discípulos”. Corazón de niño, sencillo, humilde pero servidor. Y añade algo interesante que podemos vincular con este gesto de hoy. Dice: “Tengan cuidado: los líderes de las naciones dominan, pero entre ustedes no debe ser así. El más grande debe servir al más pequeño. El que se siente más grande debe ser servidor”. También todos nosotros debemos ser servidores. Es cierto que en la vida hay problemas: discutimos entre nosotros… pero esto debe ser algo que pase, algo pasajero, porque en nuestros corazones siempre debe haber para servir al otro, para estar al servicio de los otros..
Papa Francisco
Misa in Cena Domini y Lavatorio de pies
Centro Penitenciario de Velletri, Roma
jueves santo, 18 de abril 2019
(*) La cena de aquella noche era la cena del pueblo liberado, la gran fiesta del pueblo, que hace presente que el Señor, con brazo poderoso, liberó las débiles tribus hebreas de la esclavitud del faraón. El Señor había hecho suya la causa de los pobres, para hacerlos salir hacia una nueva tierra, una tierra que había de ser construida en la solidaridad, en la justicia, en la fraternidad.
Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14
Prescripciones sobre la Cena Pascual
El Señor dijo a Moisés y a Aarón en el tierra de Egipto: “Este mes será para ustedes el mes inicial, el primero de los meses del año. Digan a toda la comunidad de Israel: “El diez de este mes, consígase cada uno un animal del ganado menor, uno para cada familia.
Si la familia es demasiado reducida para consumir un animal entero, se unirá con la del vecino que viva mas cerca de su casa.
En la elección del animal tengan en cuenta, además del numero de comensales, lo que cada uno come habitualmente. Elijan un animal sin ningún defecto, macho y de una año; podrá ser cordero o cabrito. Deberán guardarlo hasta el catorce de este mes, y a la hora del crepúsculo, lo inmolará toda la asamblea de la comunidad de Israel.
Después tomarán un poco de su sangre y marcarán con ella los dos postes y el dintel de la puerta de las casas donde se coman. Y esa misma noche comerán la carne asada al fuego, con panes sin levadura y verduras amargas.
Deberán comerlo así: ceñidos con un cinturón, calzados con sandalias y con el bastón en la mano. Y lo comerán rápidamente: es la Pascua del Señor. Esa noche Yo pasaré por el país de Egipto para exterminar a todos sus primogénitos, tanto hombres como animales, y daré un justo escarmiento a los dioses de Egipto. Yo soy el Señor.
La sangre les servirá de señal para indicar las casas donde ustedes estén. Al verla, Yo pasaré de largo, y así ustedes se libraran del golpe del Exterminador, cuando Yo castigue al país de Egipto.
Éste será para ustedes un día memorable y deberán solemnizarlo con una fiesta en honor al Señor. Lo celebrarán a lo largo de las generaciones como una institución perpetua”.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial – 115
R: “El cáliz que bendecimos es la comunión de la Sangre de Cristo“
¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocare el nombre del Señor. R
¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!
Yo, Señor, soy tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas. R
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocare el nombre del Señor.
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su Pueblo. R
(*) Cuando nos reunimos y comemos este pan y bebemos este cáliz, proclamamos a Jesús, muerto por amor, vivo para siempre a nuestro lado, fuerza para nuestro camino de hombres y mujeres que queremos seguirlo y seguimos buscando un mundo y una vida distinta.
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los cristianos de Corinto 11, 23-26
Siempre que coman este pan y beban este cáliz proclamaran la muerte del Señor
Hermanos: Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo:
“Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía”. Y así siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamaran la muerte del Señor hasta que Él vuelva.
Palabra de Dios
Aclamación Jn 13, 34
Les doy un mandamiento nuevo:
Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado,
dice el Señor.
(*) La vida entera de Jesús, su muerte y resurrección, han sido la purificación del hombre, la recuperación de nuestra vida, la liberación de nuestras esclavitudes, la nueva realización de la paz, la alegría, la esperanza, la libertad fundadas en un amor de servicio.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 13, 1-15
Los amó hasta el fin
Gloria a Ti, Señor

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, Èl, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que Èl había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás.”
“No, le dijo Pedro, ¡Tú jamás me lavarás los pies a mí!” Jesús le respondió: “Si Yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”.
“Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!” Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse mas que los pies, porque está completamente limpio.
Ustedes también están limpios, aunque no todos.” Él sabia quien lo iba a entregar, y por eso había dicho: “No todos ustedes están limpios”. Después de haberles lavado los pies, se puso el manto y volvió a la mesa y les dijo: “¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si Yo, que soy el Señor y Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que Yo hice con ustedes”.
Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús
Permanecemos unidos en oración en este primer día del Triduo Pascual, escuchando y meditando juntos la reflexión preparada por nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://rezandovoy.org/reproductor/2025-04-17
(*) fuente: Vicaría de Pastoral, Arzobispado de Buenos Aires



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