Día a día, nos encontramos confrontando encrucijadas, alternativas que nos abruman: podemos elegir la entrega o el interés propio, el amor o el odio, vivir en la verdad o en la mentira… podemos elegir, la vida o la muerte. Actitudes que se contraponen. Opuestos que nos interpelan. Esta semana entramos en una suerte de recta final de un camino que, no solo comenzó hace 40 días, sino que representa el compromiso del discípulo, de quien elige entregar su vida a Jesús con radicalidad, y con todo lo que ello implica.

Las lecturas de estos primeros días de Semana Santa hablan de entrega y misión, de dolorosos sacrificios pero, también, encontramos en ellas esperanza y profunda confianza en las promesas del Señor. Las primeras lecturas corresponden a los llamados Cánticos del Siervo Sufriente (Primero: 42, 1-7; Segundo: 49, 1-6; Tercero: 50, 4-9a) que se encuentran en la segunda parte del libro del profeta Isaías (llamado Deutero-Isaías o Segundo Isaías, según los eruditos). Estos cánticos detallan la misión del Siervo, «el elegido» que anuncia la salvación y se entrega libremente para la redención del pueblo. A pesar de las tribulaciones que enfrentará, la «luz de las naciones», que viene a liberarnos de la opresión del pecado y abrir nuestros ojos a la verdadera vida, es sostenido por el Señor a través de Su Espíritu que lo fortalece en la misión. En esta semana, meditamos estos «cánticos» que sirven de prefacio para la misión salvadora del Siervo Sufriente, Jesús, y el tortuoso, y a la vez, redentor, desenlace del Viernes Santo (Cuarto cántico).
Los Salmos de esta semana manifiestan una honda confianza, el Señor es esperanza y refugio. Ante las afrentas y la desolación, el autor proclama que su boca canta la ‘justicia y la salvación’ que vienen de Dios. El salmista sabe que el Señor está al lado del pobre, que camina con los humildes, e ‘inclina su oído’ para escuchar la oración de quien está angustiado; es por ello que lo alaba, da gracias y confía: sabe que Dios nunca lo defrauda.
En los Evangelios, encontramos actitudes opuestas, que mencionamos al principio, posiciones que se contraponen de manera muy pronunciada. El Lunes Santo vemos a la mujer que con un anhelo de reconciliación en su corazón, va al encuentro con Jesús con total espontaneidad y apertura, urgiéndole los pies al Maestro con profundo amor y entrega desinteresada. Por el otro lado, el dueño de casa – el fariseo – despliega gestos muy estudiados, hasta podríamos decir que se comporta de manera muy controlada y distante con su huésped. No entiende lo que sucede alrededor de el, su corazón cerrado por «su» sentido de justicia, lo aleja de aquello que esta presenciando, es decir el perdón y la misericordia divinas.
El evento que relata Evangelio del Martes Santo nos preanuncia el desenlace, lo que ha de venir. Nos encontramos en el Cenáculo, espacio fraternal que nos recuerda la promesa de Jesús a sus amigos de que Él volverá; y es, también, el lugar que nos interpela a meditar sobre la fragilidad humana ante las alternativas que se nos presentan. En este caso puntual, el permanecer fiel junto al Amigo en el momento más oscuro, aun a costa de la propia vida, se confronta con la traición y el abandono.
El Miércoles Santo o también llamado Miércoles de la traición, escucharemos el relato de Judas, que vende al Amigo por treinta monedas de plata. La interpelación que surge de este Evangelio es que Jesús, que lo llamó para que fuera su discípulo, lo ama y no lo llama traidor en ningún momento. Hasta el final, para el Maestro, Judas es su amigo. Este Evangelio nos exhorta a pensar en la realidad actual de los tantos que hoy comercian con y explotan la desgracia de tantos hermanos en la forma del tráfico de personas, un flagelo que, aún hoy en el siglo XXI, sigue vigente.
Asimismo, nos invita a hacer un examen de nuestra relación con el dinero y de cómo responderíamos ante la disyuntiva, el hilo conductor de los Evangelios de estos días. Y nosotros, ¿que haríamos? Como nos recuerda el Santo Padre Francisco: Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de dejarse atraer por el amor al dinero o a los bienes o al bienestar futuro. “Judas, ¿dónde estás?”. Pero la pregunta la hago a cada uno de nosotros: “Tú, Judas, el pequeño Judas que tengo dentro: ¿dónde estás?”. (Miércoles Santo, 8 de abril 2020).

Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), teólogo alemán que pereció en un campo de concentración nazi, escribió que el discipulado, como compromiso con la persona de Jesucristo, coloca al discípulo bajo la ley de Cristo, es decir, bajo la cruz. Este es el camino paradójico de la vida en Cristo, el de la conversión, el del darse por entero. Este es el camino de Jesús, Verdad y Vida, que sana y libera. Este es el camino abierto por el Señor, del que por amor da la vida por sus amigos, del que ama hasta el final. Este es el camino de la Cruz que Jesús eligió libremente, amando y perdonando aún a aquellos que lo traicionaron, a los que se durmieron, a los que lo dejaron solo, a los que lo negaron, a los que eligieron huir por temor y por cobardía, en vez de estar firmes acompañando el destino amargo del Amigo.
En este Año Jubilar y, como Peregrinos de Esperanza, oremos para elegir, día a día, vivir la vida del discípulo de Jesús con radical entrega, a Su lado, caminando juntos, como hermanos, como Iglesia, confiados en las promesas de Dios e impulsados por la esperanza que no defrauda (cf Rm 5,5) y que es para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual (1).
Haz, Señor, que tu Cruz permanezca
como signo del Padre que acoge,
como signo de la vida nueva y definitiva que has sellado con tu Sangre,
como signo permanente del Amor que todo lo transciende:
el amor de Dios por los hombres y nuestro amor por los hermanos
hasta el perdón. (2)
Equipo de Liturgia
Comunidad Católica Latina en Bangkok
(1) Papa Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2025
(2) Cardenal Carlo María Martini, SJ (Arzobispo Emérito de Milán ~ 1927-2012)

Lunes Santo
El juicio de la misericordia
Esta mujer encontró verdaderamente al Señor. En el silencio, le abrió su corazón; en el dolor, le mostró el arrepentimiento por sus pecados; con su llanto, hizo un llamamiento a la bondad divina para recibir el perdón. Para ella no habrá ningún juicio si no el que viene de Dios, y este es el juicio de la misericordia. El protagonista de este encuentro es ciertamente el amor, la misericordia que va más allá de la justicia.
Papa Francisco
Simón, el dueño de casa, el fariseo, al contrario, no logra encontrar el camino del amor. Todo está calculado, todo pensado… Él permanece inmóvil en el umbral de la formalidad. Es algo feo el amor formal, no se entiende. No es capaz de dar el paso sucesivo para ir al encuentro de Jesús que le trae la salvación. Simón se limitó a invitar a Jesús a comer, pero no lo acogió verdaderamente. En sus pensamientos invoca sólo la justicia y obrando así se equivoca. Su juicio acerca de la mujer lo aleja de la verdad y no le permite ni siquiera comprender quién es su huésped. Se detuvo en la superficie —en la formalidad—, no fue capaz de mirar al corazón. Ante la parábola de Jesús y la pregunta sobre cuál de los servidores había amado más, el fariseo respondió correctamente: “Supongo que aquel a quien le perdonó más”. Y Jesús no deja de hacerle notar: “Has juzgado rectamente”. Sólo cuando el juicio de Simón se dirige al amor, entonces él está en lo correcto.
13 de marzo 2015
Lectura del libro de Isaías 42, 1-7
Él no levantará la voz ni la hará resonar por las calles
Así habla el Señor:
Este es mi Servidor, a quien Yo sostengo,
mi elegido, en quien se complace mi alma.
Yo he puesto mi espíritu sobre él
para que lleve el derecho a las naciones.
El no gritará, no levantará la voz
ni la hará resonar por las calles.
No romperá la caña quebrada
ni apagará la mecha que arde débilmente.
Expondrá el derecho con fidelidad;
no desfallecerá ni se desalentará
hasta implantar el derecho en la tierra,
y las costas lejanas esperarán su Ley.
Así habla Dios, el Señor,
el que creó el cielo y lo desplegó,
el que extendió la tierra y lo que ella produce,
el que da el aliento al pueblo que la habita
y el espíritu a los que caminan por ella.
Yo, el Señor, te llamé en la justicia,
te sostuve de la mano, te formé
y te destiné a ser la alianza del pueblo,
la luz de las naciones,
para abrir los ojos de los ciegos,
para hacer salir de la prisión a los cautivos
y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 26, 1-3. 13-14
R: El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré? R
Cuando se alzaron contra mí los malvados
para devorar mi carne,
fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropezaron y cayeron. R
Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza. R
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor. R
Aclamación
¡Salve, Rey nuestro!
Sólo Tú te has compadecido de nuestros errores.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 12, 11
Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura
Gloria a Tí, Señor

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.
María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: «¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?». Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.
Jesús le respondió: «Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre».
Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús a causa de él.
Palabra del Señor
Gloria a Tí, Señor Jesús
Te invitamos a quedarnos unidos en oración, meditando juntos la reflexión de nuestros amigos de Rezando Voy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Lunes Santo: https://rezandovoy.org/reproductor/2025-04-14
Martes Santo
El Cenáculo y la promesa de volver
El Cenáculo nos recuerda la despedida del Maestro y la promesa de volver a encontrarse con sus amigos. “Cuando vaya…, volveré y les llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estén también ustedes”. Jesús no nos deja, no nos abandona nunca, nos precede en la casa del Padre y allá nos quiere llevar con Él.
Papa Francisco
Pero el Cenáculo recuerda también la mezquindad, la curiosidad –“¿quién es el traidor?”–, la traición. Y cualquiera de nosotros, y no sólo siempre los demás, puede encarnar estas actitudes, cuando miramos con suficiencia al hermano, lo juzgamos; cuando traicionamos a Jesús con nuestros pecados.
El Cenáculo nos recuerda la comunión, la fraternidad, la armonía, la paz entre nosotros. ¡Cuánto amor, cuánto bien ha brotado del Cenáculo! ¡Cuánta caridad ha salido de aquí, como un río de su fuente, que al principio es un arroyo y después crece y se hace grande… Todos los santos han bebido de aquí; el gran río de la santidad de la Iglesia siempre encuentra su origen aquí, siempre de nuevo, del Corazón de Cristo, de la Eucaristía, de su Espíritu Santo.
El Cenáculo, finalmente, nos recuerda el nacimiento de la nueva familia, la Iglesia, nuestra santa madre Iglesia jerárquica, constituida por Cristo resucitado.
26 de mayo 2014
Lectura del libro de Isaías 49, 1-6
Yo te destino a ser la luz de las naciones para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra
¡Escúchenme, costas lejanas,
presten atención, pueblos remotos!
El Señor me llamó desde el seno materno,
desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre.
El hizo de mi boca una espada afilada,
me ocultó a la sombra de su mano;
hizo de mí una flecha punzante,
me escondió en su aljaba.
El me dijo: «Tú eres mi Servidor, Israel,
por ti yo me glorificaré».
Pero yo dije: «En vano me fatigué,
para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza».
Sin embargo, mi derecho está junto al Señor
y mi retribución, junto a mi Dios.
Y ahora, ha hablado el Señor,
el que me formó desde el seno materno
para que yo sea su Servidor,
para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel.
Yo soy valioso a los ojos del Señor
y mi Dios ha sido mi fortaleza.
El dice: «Es demasiado poco que seas mi Servidor
para restaurar a las tribus de Jacob
y hacer volver a los sobrevivientes de Israel;
yo te destino a ser la luz de las naciones,
para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra».
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 70, 1-4a. 5-6ab. 15. 17
R: Mi boca anunciará tu salvación, Señor
Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca tenga que avergonzarme!
Por tu justicia, líbrame y rescátame,
inclina tu oído hacia mí, y sálvame. R
Sé para mí una roca protectora,
Tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,
porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío! R
Porque tú, Señor, eres mi esperanza
y mi seguridad desde mi juventud.
En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;
desde el seno materno fuiste mi protector. R
Mi boca anunciará incesantemente
tus actos de justicia y salvación,
aunque ni siquiera soy capaz de enumerarlos.
Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
y hasta hoy he narrado tus maravillas. R
Aclamación
¡Salve, Rey nuestro, obediente al Padre!
Fuiste llevado a la crucifixión,
como un manso cordero al matadero.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 13, 21-33. 36-38
Uno de ustedes me entregará… No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces
Gloria a Tí, Señor

Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará».
Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.
Uno de ellos –el discípulo al que Jesús amaba– estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: «Pregúntale a quién se refiere». El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?».
Jesús le respondió: «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato».
Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza pronto lo que tienes que hacer».
Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres. Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.
Después que Judas salió, Jesús dijo:
«Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: «A donde yo voy, ustedes no pueden venir».
Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás».
Pedro le preguntó: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti».
Jesús le respondió: «¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces».
Palabra del Señor
Gloria a Tí, Señor Jesús
Te invitamos a quedarnos unidos en oración, meditando juntos la reflexión de nuestros amigos de Rezando Voy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Martes Santo: https://rezandovoy.org/reproductor/2025-04-15
Miércoles Santo
‘Judas, ¿dónde estás?
El Miércoles Santo también se llama “miércoles de la traición”, el día en que se subraya en la Iglesia la traición de Judas. Judas vende al Maestro.
Papa Francisco
….Cuando pensamos en el hecho de vender a la gente, nos viene a la mente el comercio hecho con los esclavos de África para llevarlos a América —una cosa antigua— luego el comercio, por ejemplo, de las jóvenes yazidíes vendidas al Daesh: pero es una cosa lejana, es una cosa… También hoy en día se vende gente. Todos los días. Hay Judas que venden a sus hermanos y hermanas: explotándolos en el trabajo, no pagando lo justo, no reconociendo los deberes…
….No sabemos cómo fue la vida de Judas. Un muchacho normal, tal vez, e incluso con inquietudes, porque el Señor lo llamó a ser discípulo. Él nunca logró serlo: no tenía boca de discípulo ni corazón de discípulo, como hemos leído en la primera Lectura. Era débil en el discipulado, pero Jesús lo amaba… Luego el Evangelio nos hace comprender que le gustaba el dinero: en casa de Lázaro, cuando María ungió los pies de Jesús con aquel perfume tan caro, hizo una reflexión y Juan subraya: “Pero no lo dice porque amaba a los pobres: porque era ladrón” (cf. Jn 12, 6). El amor por el dinero lo había llevado fuera de las reglas: a robar, y de robar a traicionar hay un paso, pequeñito. Quien ama demasiado el dinero traiciona para tener más, siempre: es una regla, es un hecho comprobado. El Judas muchacho, quizás bueno, con buenas intenciones, termina siendo un traidor hasta el punto de ir al mercado a vender: “Fue donde los sumos sacerdotes y les dijo: «¿Qué me darán si se los entrego?»” (cf. Mt 26, 14). En mi opinión, este hombre estaba fuera de sí.
….Una cosa que me llama la atención es que Jesús nunca le dice “traidor”; dice que será traicionado, pero no le dice a él “traidor”. Nunca dice: “Vete, traidor”. ¡Nunca! Es más, le llama: “Amigo”, y lo besa. El misterio de Judas: ¿cómo es el misterio de Judas? No sé… Sí, me consuela contemplar aquel capitel de Vézelay: ¿cómo terminó Judas? No lo sé. Jesús amenaza con fuerza, aquí; amenaza con fuerza: “¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le habría valido a ese hombre no haber nacido!” (cf. Mt 26, 24). ¿Pero eso significa que Judas está en el infierno? No lo sé. Yo miro el capitel. Y escucho la palabra de Jesús: “Amigo”.
….Pensemos en tantos Judas institucionalizados en este mundo, que explotan a la gente. Y también pensemos en el pequeño Judas que cada uno de nosotros tiene dentro de sí a la hora de elegir: entre lealtad o interés. Cada uno de nosotros tiene la capacidad de traicionar, de vender, de elegir por el propio interés. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de dejarse atraer por el amor al dinero o a los bienes o al bienestar futuro. “Judas, ¿dónde estás?”. Pero la pregunta la hago a cada uno de nosotros: “Tú, Judas, el pequeño Judas que tengo dentro: ¿dónde estás?”.
Homilía, Miércoles Santo
8 de abril 2020
Lectura del libro de Isaías 50, 4-9a
No retiré mi rostro cuando me ultrajaban
El mismo Señor me ha dado
una lengua de discípulo,
para que yo sepa reconfortar al fatigado
con una palabra de aliento.
Cada mañana, él despierta mi oído
para que yo escuche como un discípulo.
El Señor abrió mi oído
y yo no me resistí ni me volví atrás.
Ofrecí mi espalda a los que golpeaban
y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba;
no retiré mi rostro
cuando me ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda:
por eso, no quedé confundido;
por eso, endurecí mi rostro como el pedernal,
y sé muy bien que no seré defraudado.
Está cerca el que me hace justicia:
¿quién me va a procesar?
¡Comparezcamos todos juntos!
¿Quién será mi adversario en el juicio?
¡Que se acerque hasta mí!
Sí, el Señor viene en mi ayuda:
¿quién me va a condenar?
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 68, 8-10. 21-22. 31. 33-34
R: ¡Señor, Dios mío, por tu gran amor, respóndeme!
Por ti he soportado afrentas
y la vergüenza cubrió mi rostro;
me convertí en un extraño para mis hermanos,
fui un extranjero para los hijos de mi madre:
porque el celo de tu Casa me devora,
y caen sobre mí los ultrajes de los que te agravian. R
La vergüenza me destroza el corazón,
y no tengo remedio.
Espero compasión y no la encuentro,
en vano busco un consuelo:
pusieron veneno en mi comida,
y cuando tuve sed me dieron vinagre. R
Así alabaré con cantos el nombre de Dios,
y proclamaré su grandeza dando gracias;
que lo vean los humildes y se alegren,
que vivan los que buscan a Dios:
porque el Señor escucha a los pobres
y no desprecia a sus cautivos. R
Aclamación
¡Salve, Rey nuestro, obediente al Padre!
Fuiste llevado a la crucifixión,
como un manso cordero a la matanza.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 26, 14-25
El Hijo del hombre, se va, como está escrito de Él, pero, ¡ay de aquél por quien será entregado!
Gloria a Tí, Señor

Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: «¿Cuánto me darán si se lo entrego?». Y resolvieron darle treinta monedas de plata.
Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.
El primer día de los Acimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: «¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?».
El respondió: «Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: «El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos».
Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará».
Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: «¿Seré yo, Señor?».
El respondió: «El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!».
Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: «¿Seré yo, Maestro?». «Tú lo has dicho», le respondió Jesús.
Palabra del Señor
Gloria a Tí, Señor Jesús
Te invitamos a quedarnos unidos en oración, meditando juntos la reflexión de nuestros amigos de Rezando Voy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Miércoles Santo: https://rezandovoy.org/reproductor/2025-04-16



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