«Este es mi Hijo, el Elegido;
¡escúchenlo!»
Las lecturas de hoy están llenas de esperanza y nos alientan a reflexionar sobre la fe y la transformación, y a confiar en las promesas de Dios. A medida que continúa la Cuaresma, tratamos de pasar más tiempo en oración, dándonos más oportunidades de reconocer la presencia y la acción de Dios en nuestras vidas.
En el Evangelio de la Transfiguración de Lucas, Jesús lleva a Pedro, Santiago y Juan a la montaña para orar. En presencia de Moisés y Elías, ven un atisbo de la verdadera identidad de Jesús: se revela su divinidad. Una voz desde la nube confirma a Jesús como el Hijo de Dios y nos ordena: “¡Escúchenlo!”
El fiel Abram también escucha la voz de Dios, que le promete descendencia y tierra para él y sus descendientes. (Primera lectura)
San Pablo (Segunda lectura) les dice a los filipenses que sigan el ejemplo de quienes ya viven como cristianos. Nos anima a aferrarnos a Cristo en lugar de centrarnos en las distracciones mundanas (“cosas terrenales”). Los que son fieles tendrán su verdadero hogar en el cielo, donde Jesús transformará nuestros cuerpos para que sean como el suyo.
El Salmo está lleno de confianza y esperanza. Se nos anima a buscar siempre el rostro y la fuerza de Dios: él es la luz en nuestra oscuridad y nuestra salvación.
Como Peregrinos de la Esperanza en este Año Jubilar, oramos para que, como Pedro, Santiago y Juan, podamos tener una confianza y una fe más profundas en Jesús, mientras nos centramos en escucharlo. Recordamos especialmente esta semana a quienes son víctimas de desastres naturales y de la crisis climática. (*)

Jesús es el Hijo que se hizo Servidor, enviado al mundo para realizar a través de la cruz el proyecto de la salvación, para salvarnos a todos nosotros. Su plena adhesión a la voluntad del Padre, vuelve su humanidad transparente a la gloria de Dios, que es el Amor. Jesús se revela así, como la imagen perfecta del Padre, la irradiación de su gloria.[…]. Con Pedro, Santiago y Juan, subimos también nosotros hoy, en el monte de la Transfiguración y nos detenemos en contemplación del rostro de Jesús, para recoger el mensaje y aplicarlo en nuestra vida; para que también nosotros podamos ser transfigurados por el amor. En realidad el amor es capaz de transfigurar todo, el amor transfigura todo. ¿Creemos en esto?
PAPA FRANCISCO
Ángelus, 1 de marzo 2015
Lectura del libro del Génesis 15, 5-12. 17-18
Dios selló una alianza con el fiel Abraham
Dios llevó a Abrám afuera y continuó diciéndole: «Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas.» Y añadió: «Así será tu descendencia.»
Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
Entonces el Señor le dijo: «Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra.»
«Señor, respondió Abrám, ¿cómo sabré que la voy a poseer?»
El Señor le respondió: «Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma.» El trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám las espantó.
Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados.
Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám diciendo: «Yo he dado esta tierra a tu descendencia, desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río, el río Eufrates.»
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 26, 1. 7-9. 13-14
R: El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré? R
¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!
Mi corazón sabe que dijiste:
«Busquen mi rostro.» R
Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor, Tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador. R
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor. R
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 3, 17 – 4, 1
Cristo hará nuestro cuerpo semejante a su cuerpo glorioso
Hermanos:
Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamen- te a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio.
Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en el Señor.
Palabra del Señor
Aclamación antes del Evangelio Mt 17, 5
Desde la nube resplandeciente se oyó la voz del Padre:
«Éste es mi Hijo amado; escúchenlo»
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 28b-36
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto
Gloria a Ti, Señor
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
Pedroy sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él.
Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: «Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo.» Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
Caminando juntos en esperanza durante esta Cuaresma, y unidos en oración, meditamos la reflexión preparada por nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2025-03-16
~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana
Salmo ~ 26 (27)
Los versículos del Salmo 26 que rezamos hoy tienen dos enfoques distintos. Uno es una declaración de la confianza del salmista en Dios; el otro es una súplica ferviente dirigida a Dios: “Escucha mi voz”. La primera y la última estrofa hablan del Señor, mientras que las dos estrofas del medio se dirigen a él personalmente. Algunos estudiosos bíblicos se preguntan si estos fueron en algún momento dos salmos diferentes, que luego se combinaron en uno.
En la primera estrofa, tenemos lo que equivale a un credo para el salmista: el Señor es “mi luz, mi ayuda, mi fortaleza”. El tema de la luz es muy poderoso, especialmente cuando se lee en conexión con el Evangelio de la Transfiguración de esta semana. La luz es el primer don de Dios que inicia el proceso de creación: véase Génesis 1, 3.
Las preguntas que siguen son retóricas; no se requiere ninguna respuesta, dadas las declaraciones anteriores. El salmista no especifica la naturaleza de sus dificultades, lo que nos permite usar sus palabras como propias.
“No apartes de mi tu rostro”; “yo busco tu rostro, Señor”
Varias veces en estos pocos versículos el escritor habla del rostro de Dios. Para el salmista, Dios no es una deidad nebulosa, sino una persona real, con rostro humano. Una vez más, el salmo adquiere aún mayor importancia cuando se lee en conexión con el relato de la Transfiguración que se da en el Evangelio de esta semana.
La confianza y la fe absoluta en Dios de las que leemos aquí no es un deseo esperanzador de una vida después de la muerte. Por el contrario, nos afectará a todos aquí y ahora, “en la tierra de los vivientes”.
La respuesta está tomada del primer versículo de todo el salmo.
Evangelio ~ Lucas 9, 28-36

Jesús subió al monte a orar
La Iglesia Católica Romana presenta la Transfiguración de Jesús cada año en el Evangelio del segundo domingo de Cuaresma. Es un momento significativo en la vida de Jesús antes de su viaje a Jerusalén y su crucifixión. No se nombra ninguna montaña específica y el hecho de que Jesús y sus discípulos fueran allí para orar puede indicar que era tanto una montaña teológica como un real, un lugar de oración donde Dios se revela.
De repente había dos hombres allí hablando con él; ellos eran Moisés y Elías apareciendo en gloria.
Moisés, el gran legislador del pueblo de Israel, y Elías, el mayor de los los profetas, representan la totalidad del Antiguo Testamento. Ellos indican que el propósito de la Ley y los Profetas, en la preparación para Cristo, se ha cumplido. Según la tradición bíblica, ambos hombres habían sido llevados al cielo. Asimismo, dos hombres también «aparecen de repente» en el momento de la resurrección de Jesús (Lucas 24, 4) y Ascensión (Hechos 1, 10).
Y hablaban de su muerte
Moisés y Elías hablaron del paso o “pasaje” de Jesús, traducido de la palabra ‘éxodo’. Para Jesús significaba que pasaría a la gloria celestial por medio de la muerte, como cuando el ángel de la muerte pasó sobre las casas de los hebreos en Egipto y como Israel había pasado de la esclavitud a libertad.
Pedro y sus compañeros vieron la gloria de Jesús
Cuando los dos hombres se marcharon, Pedro quiso montar tres tiendas de campaña para permancer allí y quedarse en la maravilla del momento. Quizás, estaría pensando en la Fiesta Judía de los Tabernáculos o Cabañas – Succoth en Hebreo (Zacarías 14, 16) que recordaba los cuarenta años de Israel vagando por el desierto, cuando vivían en tiendas o cabañas.
Vino una nube y los cubrió
Esta no era una nube ordinaria sino una shekinah, una nube que señalaba la presencia e inspiró asombro y miedo en aquellos que lo presenciaron y fueron envuelto en ella.
fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/



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