No hay árbol bueno que dé frutos malos
Las lecturas de hoy (último domingo antes de la Cuaresma) nos recuerdan cómo las palabras y las acciones ilustran lo que hay en el corazón de cada persona. La primera lectura habla de la verdadera prueba de que una persona es lo que dice, y de la importancia de escuchar atentamente a los demás. También debemos ser conscientes de las palabras que elegimos.
El Salmo celebra la alegría de dar gracias al Señor por la bondad que trae a quienes siguen sus caminos.
En la misma línea, San Pablo anima a la comunidad cristiana primitiva de Corinto a perseverar en el servicio al Señor (Segunda lectura). Pablo les recuerda a ellos –y a nosotros– que seguir el ejemplo de Jesús nunca será en vano.
En el Evangelio, vemos a Jesús utilizando imágenes visuales impactantes para ilustrar su enseñanza. En primer lugar, nos advierte de los peligros de seguir a los demás ciegamente, y luego habla del peligro de juzgar a los demás sin reconocer nuestros propios fallos.
Tres de las cuatro lecturas de esta semana hablan del cuidado y las condiciones que necesitan los árboles para producir buenos frutos. Por eso, como Peregrinos de Esperanza en este Año Jubilar, oramos para que seamos siempre conscientes del impacto que nuestra forma de vida puede tener en el medio ambiente. Oramos para tomar buenas decisiones y así proteger la creación de Dios. (*)

Queridos hermanos y hermanas, el Señor nos invita a limpiar nuestra mirada. En primer lugar, nos pide que miremos nuestro interior para reconocer nuestras miserias. Porque si no somos capaces de ver nuestros defectos, tenderemos siempre a exagerar los de los demás. En cambio, si reconocemos nuestros errores y nuestras miserias, se abre para nosotros la puerta de la misericordia. Y, después de que hayamos mirado nuestro interior, Jesús nos invita a mirar a los demás como lo hace Él —este es el secreto: mirar a los demás como lo hace Él—, que no ve antes que nada el mal sino el bien. Dios nos mira así: no ve en nosotros errores irremediables, sino que ve hijos que se equivocan…. Después de la mirada, Jesús nos invita hoy a reflexionar sobre nuestro modo de hablar. El Señor explica que «de la abundancia del corazón habla su boca» (v. 45). Es verdad, por el modo de hablar de alguien enseguida te das cuenta de lo que tiene en su corazón. Las palabras que usamos dicen la persona que somos. Sin embargo, a veces prestamos poca atención a nuestras palabras y las empleamos de modo superficial. Pero las palabras tienen un peso: nos permiten expresar pensamientos y sentimientos, dar voz a los miedos que sentimos y a los proyectos que queremos realizar, bendecir a Dios y a los demás.
PAPA FRANCISCO
Ángelus, 27 de febrero 2022
Lectura del libro del Eclesiástico 27, 4-7
No elogies a nadie antes de oírlo razonar
Cuando se zarandea la criba, quedan los residuos: así los desechos de un hombre aparecen en sus palabras.
El horno pone a prueba los vasos del alfarero, y la prueba del hombre está en sus conversación.
El árbol bien cultivado se manifiesta en sus frutos: así la palabra expresa la índole de cada uno.
No elogies a nadie antes de oírlo razonar, porque allí es donde se prueban los hombres.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 91, 2-3. 13-16
R: Es bueno darte gracias, Señor
Es bueno dar gracias al Señor,
y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre;
proclamar tu amor de madrugada,
y tu fidelidad en las vigilias de la noche. R
El justo florecerá como la palmera,
crecerá como los cedros del Líbano:
trasplantado en la Casa del Señor,
florecerá en los atrios de nuestro Dios. R
En la vejez seguirá dando frutos,
se mantendrá fresco y frondoso,
para proclamar qué justo es el Señor,
mi Roca, en quien no existe la maldad. R
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 15, 51. 54-58
Nos ha dado la victoria por Jesucristo
Hermanos:
Les voy a revelar un misterio: No todos vamos a morir, pero todos seremos transformados.
Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón? Porque lo que provoca la muerte es el pecado y lo que da fuerza al pecado es la ley.
¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
Por eso, queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos que realizan por él no serán vanos.
Palabra del Señor
Aleluya Flp 2, 15d. 16a
Ustedes brillan como rayos de luz en el mundo,
mostrando la Palabra de Vida.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 39-45
De la abundancia del corazón habla la boca
Gloria a Ti, Señor
Jesús hizo esta comparación:
¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro.
¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo, tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
Los invitamos, como cada semana, a mantenernos unidos en oración meditando juntos la reflexión preparada por nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, que les compartimos a través del siguiene enlace: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2025-03-02
~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana
Primera Lectura ~ Eclesiástico 27, 4-7
El Libro del Eclesiástico también es conocido por el nombre de su autor, Yeshua ben Sira (o Sirácida). Aparece en la secuencia principal de textos en la Biblia utilizada por la Iglesia Católica Romana, pero se encuentra sólo en los Apócrifos de ‘Biblias protestantes’. El texto fue escrito en hebreo, por Yeshua, un maestro de la fe judía nacido en Jerusalén alrededor del año 180 a.C., y traducido al griego por su nieto (sin nombre) poco después.
El libro recibió el nombre de Eclesiástico cuando fue traducido al Latín: esto significa ‘el libro de la Iglesia’, tal vez para enfatizar que fue no reconocido por las autoridades judías. Se compone de una serie de sabios refranes, como el Libro de los Proverbios. Estos son en su mayoría en defensa del judaísmo, su culto, lengua y cultura. La influencia griega fue muy fuerte en ese momento; algunos judíos habían comenzado a hablar griego en su trato cotidiano con los demás.
El pasaje de hoy anima a su lectores a ir más allá de las apariencias al formar una opinión sobre una persona.
Los estudiosos han visto vínculos entre algo de las observaciones de sentido común e imágenes hogareñas del Libro de Sirácida con partes del Nuevo Testamento. Hay un ejemplo en el pasaje de hoy, donde el referencia a la calidad de la fruta que crece en el huerto y que recuerda la frase del Evangelio de hoy: “cada árbol se reconoce por su fruto” (cf también Mateo 7, 16–20 y Mateo 12, 33).
El residuo que queda en el tamiz se refiere a la forma en que se manejó el grano en el momento: después de haber sido trillado, fue tamizado. Lo que quedó fue paja, impurezas y deshecho. De la misma manera, el horno pone de manifiesto los errores en el trabajo del alfarero.
Evangelio ~ Lucas 6, 39-45

El pasaje de esta semana del Evangelio de Lucas, está a continuación al de la semana pasada. Esta es la tercera semana en que Lucas registra el discurso de Jesús sobre cómo relacionarse con otros, parte del llamado ‘Sermón de la Llanura’. Para ello, Jesús utiliza tres breves parábolas con imágenes familiares para la gente de la época.
¿Puede un ciego guiar a otro ciego?
La ceguera aquí es tanto espiritual como física. El ciego es el que ignora la enseñanza del dos semanas anteriores, que hace hincapié en cambiar la actitud hacia los pobres, amar a los enemigos, compartir los bienes. Es un llamado a la lucidez ya la humildad.
La paja en los ojos de alguien y la viga en los propios
Estas imágenes bastante extremas son típicas de la cultura semítica cuando se trata de hacer hincapié en un tema. Jesús usa aquí su propio conocimiento del mundo de la carpintería. La advertencia es no aplicar la enseñanza de la última quincena en relación con los demás en lugar de a uno mismo. Es más fácil señalar y condenar que efectuar cambios en nuestro comportamiento. La consiguiente falta de humildad puede conducir a una incapacidad para ver la realidad tal como realmente es.
Ningún árbol sano produce malos frutos
En la Escritura, el árbol es una imagen común para una persona sabia (como vimos en Salmo 1, hace dos semanas). También puede representar al pueblo como un todo (Isaías 5, 3). Los actos de una persona revelan su carácter. El fruto aquí es lo que sucede cuando se pone en práctica el Sermón de la Llanura.
Las palabras de una persona fluyen de lo que llena su corazón.
La última frase hace eco de las palabras de la Primera Lectura de hoy: «No elogies a nadie antes de oírlo razonar, porque allí es donde se prueban los hombres».
fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/


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