Jesús descendió con ellos
y se detuvo en una llanura
El Sermón de la llanura de Lucas suele considerarse más desafiante que el Sermón de la Montaña de Mateo. Sus Bienaventuranzas y Ays (Evangelio), más “inquietantes”, muestran a un Jesús verdaderamente en contacto con la difícil situación de los oprimidos, los pobres, los olvidados. No sólo eso, sino que Jesús está decidido a que esas personas no vean el juicio de la sociedad sobre ellas como algo equivalente al juicio de Dios. A pesar de las circunstancias más terribles de sus vidas, no están fuera de la gracia de Dios. Jesús sabía, como lo sabemos hoy, que no todo el que pone su confianza en Dios prospera en todo lo que hace (Salmo).
Cristo también vio que el camino de los malvados, lejos de conducir a la perdición, a veces era muy provechoso. Pero Él quería desafiar la percepción común de Jeremías (Primera lectura), que predicaba que los malditos son aquellos que se han alejado de Dios, mientras que aquellos que confían en Dios siempre son bendecidos y fructíferos.
San Pablo (Segunda Lectura) dice que la imagen escandalosa de Cristo crucificado y sediento, nunca dejó de ser la imagen de la plenitud de la gracia de Dios. Cristo fue reivindicado en su resurrección, por la cual la fecundidad de la redención se hace accesible a todos.
Como Peregrinos de Esperanza en este año jubilar, oremos durante la próxima semana para que, como nuestro Salvador, también seamos portadores de esperanza para aquellos que se sienten perdidos por la pobreza, por el dolor o por el rechazo en sus múltiples formas. (*)

La página del Evangelio de hoy nos invita, pues, a reflexionar sobre el profundo significado de tener fe, que consiste en fiarnos totalmente del Señor. Se trata de derribar los ídolos mundanos para abrir el corazón al Dios vivo y verdadero; solo él puede dar a nuestra existencia esa plenitud tan deseada y sin embargo tan difícil de alcanzar. Hermanos y hermanas, hay muchos, también en nuestros días, que se presentan como dispensadores de felicidad: vienen y prometen éxito en poco tiempo, grandes ganancias al alcance de la mano, soluciones mágicas para cada problema, etc. Y aquí es fácil caer sin darse cuenta en el pecado contra el primer mandamiento: es decir, la idolatría, reemplazando a Dios con un ídolo. ¡La idolatría y los ídolos parecen cosas de otros tiempos, pero en realidad son de todos los tiempos! También de hoy. Por eso Jesús abre nuestros ojos a la realidad. Estamos llamados a la felicidad, a ser bienaventurados, y lo somos desde el momento en que nos ponemos de la parte de Dios, de su Reino, de la parte de lo que no es efímero, sino que perdura para la vida eterna.
PAPA FRANCISCO
Ángelus, 17 de febrero 2019
Lectura del libro de Jeremías 17, 5-8
Maldito el que confía en el hombre. Bendito el que confía en el Señor
Así habla el Señor:
¡Maldito el hombre que confía en el hombre
y busca su apoyo en la carne,
mientras su corazón se aparta del Señor!
El es como un matorral en la estepa
que no ve llegar la felicidad;
habita en la aridez del desierto,
en una tierra salobre e inhóspita.
¡Bendito el hombre que confía en el Señor
y en Él tiene puesta su confianza!
Él es como un árbol plantado al borde de las aguas,
que extiende sus raíces hacia la corriente;
no teme cuando llega el calor
y su follaje se mantiene frondoso;
no se inquieta en un año de sequía
y nunca deja de dar fruto.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 1, 1-4. 6
R: ¡Feliz el que pone en el Señor su confianza!
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche! R
Él es como un árbol plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien. R
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal. R
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 15, 12. 16-20
Si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil
Hermanos:
Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan?
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados. En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre. Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima.
Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos.
Palabra del Señor
Aleluya Lc 6, 23ab
¡Alegrénse y llénense de gozo en ese día,
porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo!
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 12-13. 17. 20-26
Felices ustedes los pobres. Ay de ustedes los ricos
Gloria a Ti, Señor
Jesús se retiró a una montaña a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles.
Al bajar con éstos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón. Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
«¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
Nos unimos en oración escuchando y meditando juntos la reflexión de nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2025-02-16
~ Creciendo en la Fe ~
Notas acerca de las lecturas de esta semana
Primera Lectura ~ Jeremías 17, 5-8
El profeta Jeremías vivió en una época de gran agitación política en Oriente Medio. Dios lo llamó para ser profeta del pueblo de Judá, y su ministerio duró unos 40 años (627–587 a. C.). Sin embargo, aproximadamente a la mitad de este período, Jeremías fue testigo del expansionismo babilónico, cuando la pequeña tierra de Judá, donde él vivía, decidió enfrentar a Egipto (al sur) contra Babilonia (al norte y al este). Esta era una política peligrosa, y Dios le pidió a Jeremías que advirtiera al pueblo que se enfrentaba a la ruina. Pero no estuvieron dispuestos a escuchar, y al final los babilonios inevitablemente ganaron la lucha. Jerusalén fue destruida y el pueblo de Judá fue exiliado a Babilonia.
En el pasaje de hoy del capítulo 17, tenemos una colección de “dichos opuestos”. Esta oposición es bastante común en el Antiguo Testamento: véase, por ejemplo, Génesis 12, 2-4, Deuteronomio 15-20 o Salmo 117 (118), 8-9.
“Maldito el que confía en los hombres…”: a quienes ponen su confianza en los seres humanos se les garantiza un crecimiento atrofiado, una sensación de desesperanza y esterilidad. De hecho, los que son maldecidos estarán tan separados de Dios que ni siquiera se darán cuenta de cómo Dios está ayudando a su pueblo: “No verán venir nada bueno”.
“Bendito el que confía en el Señor”: en contraste, quienes ponen su confianza en Dios serán fructíferos, valientes y prósperos.
El Salmo 1, también parte de la liturgia del domingo, retoma de manera similar este tema de oposición, comparando al que sigue al Señor con un árbol fructífero junto a aguas que fluyen. Comparaciones tan naturales aparecen también en varios lugares del Antiguo Testamento (como, por ejemplo, en el Salmo 51, 8 o en Proverbios 3, 18), y están dirigidas directamente a quienes viven en una sociedad predominantemente agrícola. El “Sermón de la llanura” de San Lucas (el Evangelio de hoy) utiliza de manera similar la oposición entre bendición y maldición: “Bienaventurados ustedes…”; “Ay de ustedes…”
Evangelio ~ Lc 6, 17. 20-26

Sermón de la
LLanura
Esta semana y durante los próximos dos domingos, escuchamos extractos del ‘Sermón en la Llanura’ del Evangelio de san Lucas. Se llama así en contraste con el ‘Sermón de la Montaña’ en el Evangelio de san Mateo. La versión de Lucas de las Bienaventuranzas no sólo son más cortas que las de Mateo, sino que también incluyen una segunda sección con opuestos a las Bienaventuranzas, los ‘Ay’.
Jesús se detuvo en una llanura
Así como Moisés bajó del monte para hablar al pueblo acerca de la Ley, Lucas retrata a Jesús en lo alto de un monte cuando ora, pero bajando al ‘terreno nivelado’ para conectarse con el gran número de personas que lo siguen.
Gente de todas partes de Judea y Jerusalén y de … Tiro y Sidón
Además de los discípulos, Jesús se dirige a dos grupos diferentes de personas: judíos de Judea y de Jerusalén, y gentiles de Tiro y de Sidón, área poblada al noroeste y sur de Galilea, formando el actual sur de Líbano. Lucas muestra aquí la universalidad del llamado de Jesús.
‘Felices’ versus ‘Ay’
Las cuatro Bienaventuranzas son paralelas a las cuatro ‘Advertencias’:
* ser pobre/ser rico,
* tener hambre/ser saciado,
* estar triste/reir y
* ser perseguido/ser popular
Jesús pone de cabeza los valores sociales. En aquel tiempo, como hoy en día, la sociedad valoraba más a los ricos que a los pobres. Es interesante notar que Lucas escribía su relato, originalmente, para una persona rica y muy respetada, su excelencia, Teófilo (Lucas 1, 4).
La Cuarta Bienaventuranza
Lucas describe aquí el proceso tradicional de exclusión y excomunión de una sinagoga: exclusión física, insultos públicos y la deshonra social de tener el nombre tachado del registro oficial. (Hace dos semanas, vimos un ejemplo de esto (cuarto domingo del tiempo ordinario, Lucas 4, 21–30).
Ricos y pobres
Estas no son sólo condiciones materiales ya que, también, pueden aplicarse al estado de nuestra espiritualidad. Mateo aclara esto llamando a las personas «pobres de espíritu». Ser pobre también es estar dispuesto a sacrificar todo (bienes materiales, risas, reputación) por el bien del Reino, “a causa del Hijo del Hombre”. Ser rico es actuar de manera presumida y no darse cuenta de las necesidades de los otros. (ver Lucas 12, 16–21, el rico insensato; o 16, 19–26, el hombre rico y Lázaro.) El enfoque debe estar en usar lo que poseemos para el bien común.
fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/
Su invitación a salir al mar abierto de la humanidad de nuestro tiempo,
a ser testigos de la bondad y la misericordia,
da un nuevo significado a nuestra existencia,
que a menudo corre el riesgo de replegarse sobre sí misma.
Papa Francisco
10 de febrero 2019


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