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Lecturas del Domingo III del Tiempo Ordinario (Ciclo ‘C’, 2025): «VI Domingo de la Palabra de Dios»

“El Espíritu del Señor está sobre mí para llevar
la Buena Noticia a los pobres”

Este “Domingo de la Palabra de Dios” celebra el don de la Escritura, animándonos a escuchar y vivir según la Palabra de Dios. En dos de las lecturas, la Palabra de Dios se proclama públicamente al pueblo.
El pueblo judío, recién regresado del cautiverio, escucha atentamente mientras el sumo sacerdote Esdras lee el Libro de la Ley (Primera Lectura). Esdras luego los ayuda a comprender lo que escuchan. Aunque conmovido hasta las lágrimas, les pide que se alegren: “porque la alegría del Señor es vuestra fuerza”.
En el Evangelio, Jesús lee al profeta Isaías cuando llega a la sinagoga de Nazaret, su ciudad natal. Presenta al pueblo una nueva forma de vida, anunciando que él es el ungido de Dios. Su misión es llevar la buena noticia a los pobres, proclamar la libertad a los cautivos y liberar a los oprimidos.
Pablo (Segunda lectura) usa la imagen del cuerpo para explicar cómo nos unimos a través del Espíritu en nuestro propio bautismo para formar el cuerpo de Cristo. Así como cada parte tiene una función única, los dones y responsabilidades de cada persona son necesarios y respetados.
El Salmo resalta la belleza de la ley de Dios, brindando orientación, reconfortando el alma y trayendo alegría al corazón.
Como Peregrinos de Esperanza en este Año Jubilar, oramos por todos los que anhelan alegría y consuelo, especialmente los oprimidos y los atrapados en la esclavitud moderna. Damos gracias por la generosidad y el coraje de todos los que trabajan para apoyar y liberar a los cautivos. (*)

Hermanos, hermanas, preguntémonos: ¿llevamos en el corazón esta imagen liberadora de Dios, del Dios cercano, compasivo y tierno o pensamos que sea un juez riguroso, un rígido aduanero de nuestra vida? ¿Nuestra fe genera esperanza y alegría o me pregunto si entre nosotros está todavía determinada por el miedo? ¿Qué rostro de Dios anunciamos en la Iglesia, el Salvador que libera y cura o el Dios Temible que aplasta bajo los sentimientos de culpa? Para convertirnos al Dios verdadero, Jesús nos indica de dónde debemos partir: de la Palabra. Ella, contándonos la historia del amor que Dios tiene por nosotros, nos libera de los miedos y de los conceptos erróneos sobre Él, que apagan la alegría de la fe. La Palabra derriba los falsos ídolos, desenmascara nuestras proyecciones, destruye las representaciones demasiado humanas de Dios y nos muestra su rostro verdadero, su misericordia. La Palabra de Dios nutre y renueva la fe, ¡volvamos a ponerla en el centro de la oración y de la vida espiritual! Al centro la Palabra que nos revela como es Dios y nos hace cercanos a Él.

PAPA FRANCISCO
III Domingo de la Palabra de Dios, 2022

Lectura del libro de Isaías 62, 1-5
Como la esposa es la alegria de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios

El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asamblea, compuesta por los hombres, las mujeres y por todos los que podían entender lo que se leía. Era el primer día del séptimo mes.
Luego, desde el alba hasta promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho para esa ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -porque estaba más alto que todos- y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie.
Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «¡Amén! ¡Amén!» Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro en tierra.
Los levitas leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el sentido, de manera que se comprendió la lectura.
Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: «Este es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren.» Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
Después añadió: «Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden una porción al que no tiene nada preparado, porque este es un día consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes.»

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 18, 8-10. 15
R: Tus Palabras, Señor, son Espíritu y Vida

La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señores verdadero,
da sabiduría al simple. R

Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos. R

La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos. R

¡Ojalá sean de tu agrado
las palabras de mi boca,
y lleguen hasta ti mis pensamientos,
Señor, mi Roca y mi redentor! R

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 12-30
Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese Cuerpo

Hermanos:
Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo –judíos y griegos, esclavos y hombres libres– y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.
El cuerpo no se compone de un solo miembro sino de muchos. Si el pie dijera: «Como no soy mano, no formo parte del cuerpo», ¿acaso por eso no seguiría siendo parte de él? Y si el oído dijera: «Ya que no soy ojo, no formo parte del cuerpo», ¿acaso dejaría de ser parte de él? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Y si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato?
Pero Dios ha dispuesto a cada uno de los miembros en el cuerpo, según un plan establecido. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
De hecho, hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito», ni la cabeza, a los pies: «No tengo necesidad de ustedes». Más aún, los miembros del cuerpo que consideramos más débiles también son necesarios, y los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente. Así nuestros miembros menos dignos son tratados con mayor respeto, ya que los otros no necesitan ser tratados de esa manera.
Pero Dios dispuso el cuerpo, dando mayor honor a los miembros que más lo necesitan, a fin de que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros sean mutuamente solidarios. ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría.
Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo.
En la Iglesia, hay algunos que han sido establecidos por Dios, en primer lugar, como apóstoles; en segundo lugar, como profetas; en tercer lugar, como doctores. Después vienen los que han recibido el don de hacer milagros, el don de curar, el don de socorrer a los necesitados, el don de gobernar y el don de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos doctores? ¿Todos hacen milagros? ¿Todos tienen el don de curar? ¿Todos tienen el don de lenguas o el don de interpretarlas?

Palabra del Señor

Aleluya Lc 4, 18
El Señor me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres,
a anunciar la liberación de los cautivos.

✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21
Hoy se ha cumplido la escritura

Gloria a Ti, Señor

Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción.
El me envió a llevar la Buena Noticia los pobres,
a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos,
a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.»
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír.»

Palabra del Señor

Gloria a Ti, Señor Jesús

Como cada semana, y muy especialmente en este Domingo de la Palabra de Dios, te invitamos a mantenernos unidos en oración, meditando juntos la reflexión de nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2025-01-26

~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana

Este “Domingo de la Palabra de Dios” se celebra desde 2020 en la Iglesia Católica Romana. El 30 de septiembre de 2019, la carta apostólica del Papa Francisco “Instituyendo el Domingo de la Palabra de Dios” (titulada Aperuit Illis) confirmó que el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario de cada año debía “dedicarse a la celebración, estudio y difusión de la Palabra de Dios”. La carta comienza con las palabras “Aperuit illis” de Lucas 24, 45: “Les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras”. También, para nosotros, este domingo “nos ayuda a experimentar de nuevo cómo el Señor resucitado nos abre el tesoro de su palabra y nos permite proclamar sus insondables riquezas ante el mundo”.

Segunda Lectura ~ 1Cor 12, 12-30

Desde la semana pasada (2º Domingo del Tiempo Ordinario) hasta el comienzo de la Cuaresma, leemos y oramos la primera carta de Pablo a los Corintios. Pablo fundó la iglesia cristiana en Corinto, donde vivió alrededor de 18 meses entre los años 49-51 d. C. Escribió su carta desde Éfeso (ahora en Turquía), probablemente en el 57 d. C.
Corinto era un centro industrial y de construcción naval bullicioso y rico, también famoso por su arquitectura y sus artes. Tenía una población cosmopolita que venía de todas las partes del Imperio Romano. También era un notable centro deportivo que albergaba los juegos Ístmicos cada dos años.
En esta epístola, Pablo responde a dos cartas que ha recibido sobre la falta de armonía y los conflictos internos en la iglesia de Corinto.
En el pasaje que leímos la semana pasada, Pablo se centra en los dones espirituales que algunos corintios estaban usando como una forma de reclamar un liderazgo por encima de otros. Esto era causa de disenso. Hay una variedad de dones dados por el Espíritu, cada uno de los cuales permite al cristiano hacer una contribución específica a toda la comunidad.
Esta semana, vemos cómo Pablo usa su metáfora ampliada del cuerpo y sus diferentes partes. Todas las partes del cuerpo se necesitan unas a otras, y deben trabajar juntas para el bienestar del conjunto.
Pablo se dirige a todos los cristianos de Corinto: “Ustedes (en plural) son el cuerpo de Cristo”. Los cristianos contemporáneos también pueden aplicar sus palabras a la Iglesia, como la encarnación de Cristo en el mundo. Más allá de los diferentes pueblos y culturas, hay una unidad: todos creemos en Cristo. Somos parte de este único cuerpo.
Pablo expresa la misma idea de manera más sucinta en su carta a los Romanos: Así como cada uno de nuestros cuerpos tiene varias partes y cada parte tiene una función diferente, así todos nosotros, en unión con Cristo, formamos un solo cuerpo, y como parte de él nos pertenecemos los unos a los otros. (Romanos 12, 4-5).

Evangelio ~ Lc 1, 1-4; 4, 14-21
Jesús enseña en la sinagoga

Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos…
Escribiendo el mejor griego del Nuevo Testamento, Lucas nos presenta formalmente su Evangelio y el comienzo del ministerio público de Jesús. En su relato, cuidadosamente investigado, de la vida de Jesús, se basa en la «enseñanza bien fundada» de testigos oculares y nos recuerda la importancia vital de las Escrituras, cuyas palabras se están cumpliendo mientras «escuchamos».

He decidido escribir para ti, Teófilo
Lucas ha escrito su Evangelio para «Teófilo», que significa «Amante de Dios», por lo que, en efecto, se dirige a cada uno de nosotros hoy. Lucas también se refiere a él como «Excelentísimo», un título dado a altos funcionarios en el gobierno romano.

Jesús con el poder del Espíritu en él… enseñaba en sus sinagogas…
Jesús, impulsado por el Espíritu Santo, había regresado a Galilea, en el norte de Palestina. La sinagoga era el centro de la vida religiosa; Había un solo Templo pero según la Ley tenía que haber una sinagoga por cada diez familias. Jesús estaba acostumbrado a enseñar en sinagogas y conocía el servicio del Sabbath, que tenía sus orígenes en la larga historia de los judíos. Generalmente consistía en oraciones, lecturas y enseñanzas a modo de homilía. El libro que se leía y comentaba se determinaba según la estación, pero el predicador podía elegir el pasaje.

Se levantó para leer y le entregaron el rollo
Como era la costumbre, Jesús se puso de pie para leer y se sentó para pronunciar su homilía. Jesús ya era muy apreciado, y en esa época el jefe de una sinagoga invitaba a un varón judío adulto “distinguido” a leer la escritura del día y pronunciar una homilía sobre ella. Este período de tiempo en el ministerio de Jesús se ha llamado la “primavera galilea”, porque la oposición a sus enseñanzas aún no se había hecho evidente. En esta ocasión, Jesús combina los capítulos 61, 1s y 58, 6 del profeta Isaías. Estas palabras fueron dirigidas originalmente a los judíos que esperaban la reconstrucción de su nación.

Este texto se está cumpliendo hoy, incluso mientras lo escuchas.
Lucas usa la palabra “hoy” en momentos de gran importancia, por ejemplo, el anuncio a los pastores, la historia de Zaqueo y el ladrón que reconoció a Jesús en la cruz. (*)

(*) fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/

No podemos prescindir de la Palabra de Dios,
de su dulce firmeza que,
como un diálogo, conmueve el corazón,

se imprime en el alma y la renueva
con la paz de Jesús que nos hace preocuparnos por los demás.

Papa Francisco
21 enero 2024

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