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Lecturas del Domingo III del Tiempo de Adviento (Domingo de Gaudete) (Ciclo ‘C’, 2024)

Canta y grita de alegría: ¡el Señor está cerca!

Esta semana, seguimos celebrando el Adviento, la venida de Cristo nuestro Señor. De hecho, hoy nos alegramos porque él ya está aquí en medio de nosotros.
Como dice el Salmo, “El Señor es mi fuerza, mi cántico, se ha convertido en mi salvación”. “¡Den gracias al Señor, alaben su nombre!”
La primera lectura celebra con alegría al Dios que está entre nosotros y por eso gritamos de alegría, nos alegramos, nos exultamos con todo nuestro corazón por su presencia. Y Dios se alegra en su pueblo, renovándonos con su amor.
San Pablo (segunda lectura) nos anima a tener confianza en Dios, a ser felices en el Señor. No tenemos por qué estar ansiosos o temerosos porque, si necesitamos algo, podemos pedírselo a Dios. Él nos dará su paz que es mucho más grande de lo que podemos captar o entender.
En el Evangelio, la gente se acerca a Juan Bautista para preguntarle: “¿Qué debemos hacer?” para preparar la venida de Cristo. Para cada persona hay una respuesta diferente, pero a todos se les pide ayudar a los pobres y a los hambrientos.
Quizás podríamos tomar esta oportunidad para preguntarle esta semana al Señor Jesús: “¿Qué debo hacer para preparar tu venida en esta Navidad?” (*)

Me gusta preguntarle a los chicos: ‘Si tienen dos caramelos y viene un amigo, ¿qué hacen?’ Generalmente me dicen: ‘Le doy uno’. ‘Y si tienen un caramelo y viene tu amigo, ¿qué haces?’ Hay duda y van desde ‘se lo doy’, ‘lo partimos’ al ‘me lo meto en el bolsillo’. Ese chico que aprende a abrirse al otro, en el ámbito social esto supone asumir que la gratuidad no es complemento, no es complemento sino requisito necesario para la justicia. La gratuidad es requisito necesario para la justicia. Lo que somos y tenemos nos ha sido confiado para ponerlo al servicio de los demás -gratis lo recibimos, gratis lo damos-  nuestra tarea consiste en que fructifique en obras de bien.

PAPA FRANCISCO
Homilía, 8 de julio 2015

Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14-18a
Eres la alegría del Señor

¡Grita de alegría, hija de Sión!
¡Aclama, Israel!
¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén!
El Señor ha retirado las sentencias
que pesaban sobre ti
y ha expulsado a tus enemigos.
El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti:
ya no temerás ningún mal.
Aquel día, se dirá a Jerusalén:
¡No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos!
¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti,
es un guerrero victorioso!
El exulta de alegría a causa de ti,
te renueva con su amor
y lanza por ti gritos de alegría,
como en los días de fiesta.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial Is 12, 2-6
R: ¡Aclamemos al Señor con alegría!

Este es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación. R

Ustedes sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación.
Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre. R

Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:
¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel! R

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 4, 4-7
El Señor está cerca

Hermanos:
Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios.
Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.

Palabra del Señor

Aleluya Is 61, 1
El Espíritu del Señor está sobre mí;
Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres.

✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 3, 2b-3. 10-18
¿Qué debemos hacer?

Gloria a Ti, Señor

Dios dirigió su palabra a Juan Bautista, el hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Éste comenzó a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. La gente le preguntaba:
«¿Qué debemos hacer entonces?»
El les respondía:
«El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto.»
Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron:
«Maestro, ¿qué debemos hacer?»
El les respondió:
«No exijan más de lo estipulado.»
A su vez, unos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?»
Juan les respondió:
«No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo.»
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo:
«Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible.»
Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia.

Palabra del Señor

Gloria a Ti, Señor Jesús

Durante esta semana, nos unimos en oración meditando juntos la reflexión de nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2024-12-15


~ Creciendo en la Fe ~
Notas acerca de las lecturas de esta semana

El tercer domingo de Adviento se conoce como «Domingo de Gaudete», a partir de la primera palabra de la antífona de entrada de la Misa: «¡Regocíjate …!» (Fil. 4: 4.5).
La tercera vela de la corona de Adviento es rosa (no el púrpura habitual) y simboliza la alegría en el venida de Cristo. Esta misma alegría también es particularmente evidente hoy en la primera lectura (Sof 3, 14-18) el Salmo, así como en el pasaje de Filipenses (4, 4-7).

Segunda Lectura ~ Filipenses 4, 4-7

El pasaje de esta semana viene del final de la carta de Pablo a los Filipenses. Es una exhortación final, no hay amargura en este hombre encarcelado. Al contrario, haciéndose eco del comienzo de su carta que oramos el domingo pasado (Filipenses 1, 3), Pablo quiere que estos nuevos cristianos se regocijen, o como en la traducción de Jerusalén que escuchamos en la Eucaristía, ‘sean felices’ en el Señor. Es esta alegría, esta felicidad, lo que evita que Pablo se desespere y quiere que los filipenses sean también felices ‘en el Señor‘.
El apóstol da una razón simple: el Señor está cerca. En la mente de Pablo, es probable que se refería a la Segunda Venida pero, como cristianos contemporáneos, también podemos leerlo en el sentido de una proximidad cercana en nuestros corazones, siempre trayendo consuelo, animándonos y fortaleciéndonos.
Pablo da consejos prácticos sobre la mejor manera de vivir una vida centrada en Cristo, resumiendo lo que dijo anteriormente. Los filipenses deben orar en gratitud, pedir ‘cualquier cosa’ que necesiten – orar se refiere a todas las áreas de nuestra vida.
La paz de Dios que se les promete a los filipenses es mayor que lo que la mente humana puede entender, capaz de lograr más de lo que podemos preguntar o imaginar. (Efesios 3,20)
Usando palabras que reflejan sus circunstancias en prisión, Pablo asegura a los filipenses que la paz de Dios ‘guardará [sus] corazones y [sus] pensamientos ‘.

Evangelio ~ Lucas 3, 10-18

El evangelio de hoy continúa la historia de Juan el Bautista. Juan, quien es reconocido como un eficaz predicador, entrega su mensaje a la gente en un manera directa y severa. Antes de estas palabras, había llamado a las multitudes un «linaje de víboras» (v.8), asegurándoles que su linaje judío no los salvaría de sus maldades, pero que el arrepentimiento y una nueva forma de la vida eran necesarias. Su severo mensaje puede no haber, inmediatamente, apelado a su oyentes como «buenas noticias».

«Maestro, ¿qué debemos hacer?»
Mucha gente le hizo esta pregunta a Juan. En respuesta, destacó la forma en que debían tratar a los demás, si sus vidas darían «buenos frutos» (v. 9). Sobre todo lo demás, debían tener conciencia social, actuando siempre con justicia y compartiendo lo que tenían con los necesitados.

Comenzaban a pensar que Juan podría ser el Cristo.
No había habido profeta durante unos 400 años. La repentina aparición de Juan, su austeridad, su forma de hablar, les llevó a pensar que él era el Mesías. Juan rápidamente negó esto, dejando en claro que su posición era menos que un servidor.

Él los bautizará con en Espíritu Santo y con fuego.
El bautismo con agua que dio Juan fue un símbolo del arrepentimiento interior. El bautismo que Jesús daría sería con el Espíritu Santo y fuego, un imagen que Juan reconocería como una fuerza purificadora.

La horquilla para limpiar está en su mano
Juan pintó un cuadro de juicio, pero uno que aquellos contemporáneos que vivían de acuerdo a lo que el predicaba, no habrían de temer. La horquilla para limpiar era un gran pala de madera, que fue utilizada para arrojar granos al aire. El grano pesado caía a la tierra y el viento volaba la paja. (*)

fuente: (*) https://stbeunosoutreach.wordpress.com/

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