By

Lecturas del Domingo XXX del Tiempo Ordinario (Ciclo ‘B’, 2024)

“¿Qué quieres que haga por ti?”

La Sagrada Escritura de hoy nos invita a adorar a Cristo Jesús, quien nos abre los ojos a las maravillas que ha hecho por nosotros como nuestro Sumo Sacerdote, y nos revela al Padre. Las lecturas también nos aseguran que nuestro Dios nunca nos abandona, ni siquiera en nuestra esclavitud.
A través de imágenes tiernas y compasivas, Jeremías se dirige al pueblo exiliado de Israel con un poema de restauración. Promete que Dios los traerá de regreso a casa: serán restaurados a su propia tierra, y el propósito amoroso de Dios triunfará nuevamente. (Primera lectura)
El relato del milagro en el Evangelio revela otro tipo de restauración: la restauración de la vista a Bartimeo, el mendigo ciego al borde del camino que clama a Jesús con desesperación. Bartimeo no solo es curado y recupera la vista, sino que también modela el discipulado al seguir a Jesús sin dudar.
En la segunda lectura de Hebreos, el tema de la restauración aparece nuevamente: Cristo Jesús es el compasivo sumo sacerdote que nos restaura como hijas e hijos de Dios.
El Salmo es un canto esperanza y alegría de los peregrinos que se dirigían a Jerusalén; el mismo nos recuerda la bondad de Dios en el pasado y la continua liberación de su pueblo.
Esta semana, orames para que se abran los ojos de nuestro corazón y nuestra mente, para que podamos recibir las revelaciones y bendiciones vivificantes de Jesús. También oramos por todos los que viven vidas de esclavitud en nuestro mundo actual, y buscamos la guía de Dios sobre cómo podemos ayudar. (*)

Lectura del libro de Jeremías 31, 7-9
Traigo a ciegos y lisiados llenos de consuelo

Así habla el Señor:
¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: “¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!”.
Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí!
Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán.
Porque yo soy un padre para Israel y Efraím es mi primogénito.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 125, 1-6
R: ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones. R

Hasta los mismos paganos decían:
“¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!”.
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría! 

¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones. R

El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas. R

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 1-6
Tu eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec

Hermanos:
Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por sus propios pecados. Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón.
Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo:
“Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.”
Como también dice en otro lugar:
“Tú eres sacerdote para siempre,
según el orden de Melquisedec.”

Palabra del Señor

Aleluya Cf. 2Tim 1, 10b
Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte
e hizo brillar la vida, mediante la Buena Noticia.

✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 46-52
Maestro que yo pueda ver

Gloria a Ti, Señor


Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo –Bartimeo, un mendigo ciego– estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!». Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!».
Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo».
Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Ánimo, levántate! Él te llama».
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?».
Él le respondió: «Maestro, que yo pueda ver».
Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.

Palabra del Señor

Gloria a Ti, Señor Jesús

Quedamos unidos en oración meditando juntos la reflexión de nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2024-10-27

~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana

Salmo 125, 1-6 (126)

El salmo de hoy es uno de los 15 “Salmos de ascenso” (Salmos 119-133, o 120-134 en numeración hebrea). Se asocian con el ascenso a Jerusalén en las grandes fiestas judías, y todos ellos tienen una confianza en la ayuda y protección del Señor. Podemos imaginar a los grupos de peregrinos cantándolos como canciones llenas de júbilo mientras hacían este viaje tan especial.
Estos 15 salmos también se conocen, a veces, como los Salmos graduales, de la palabra latina gradus (paso) que, probablemente, sugiere los 15 escalones que conducen al santuario interior del templo en Jerusalén. El ritmo de los versos, con líneas repetidas en las estrofas (como “líbranos de la esclavitud”), puede incluso acentuar la sensación de caminar cuesta arriba o subir escaleras. Leer el salmo en voz alta nos permite percibir el patrón de las estrofas. Trabajan en pares: tres acentos fuertes en la primera línea y dos en la segunda. Esto es particularmente evidente en la última estrofa: “Salen/ salen/ llenos de lágrimas. Llevando semillas / para la siembra”.
La primera parte del salmo de hoy está llena de alegría y risas que denotan despreocupación, celebrando la liberación del pueblo judío por parte del rey Ciro de Persia de su exilio en Babilonia. Después de 70 años de cautiverio, esto realmente debe haber parecido “un sueño”; una “maravilla” obrada por el Señor.
La estrofa 3, sin embargo, es más sobria y realista, donde el salmista ora por una liberación contínua de la esclavitud. Muchos judíos todavía estaban en Babilonia, o dispersos por el Mediterráneo, y su exilio no terminaría realmente hasta que todos estuvieran reunidos. Aun así, el pueblo de Dios todavía puede esperar con ansias el canto en el momento de la cosecha: la alegría seguirá llegando, incluso, si al principio, la vida es difícil.
Como cristianos, podemos encontrar en este salmo imágenes fuertes de la Resurrección y la vida eterna. La estrofa 4 puede incluso recordarnos las propias palabras de Jesús en Juan 12, 24: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da una cosecha abundante”.

Evangelio ~ Marcos 10, 46-52

Dos historias sobre cómo curar a una persona ciega actúan como «el sujetalibros» de la sección del Evangelio de Marcos sobre el discipulado: la curación de un ciego en Betsaida (Marcos 8, 22-26); y la curación de Bartimeo que leemos hoy. El pueblo judío esperaba que el Mesías sanara la ceguera como lo prometió Isaías (Isaías 29, 18 y 35, 5). En el medio, Jesús les cuenta a sus discípulos acerca de su próxima Pasión tres veces (Marcos 8, 31, 9, 31, 10, 33), pero cada vez se encuentra con incomprensión. Es posible ver un paralelo entre la ceguera física de Bartimeo y el ciego en Betsaida con la ceguera espiritual de los discípulos.
La historia de hoy termina esta sección y es un preludio de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén.

Jericó
Ciudad de Judea a unos 29 kilómetros al noreste de Jerusalén, en el valle del Jordán, a unos 750 pies bajo el nivel del mar.

Bartimeo, un mendigo ciego sentado al costado del camino
Ser ciego, una enfermedad común en la época de Jesús, excluía a una persona de la sociedad «normal»; su posición al costado de la carretera refleja su posición en la misma.

Comenzó a gritar: «Hijo de David …»
En el Evangelio de Marcos, el clamor ocurre generalmente en relación con el reconocimiento de la verdadera identidad de Jesús. Es la primera vez que una persona «cuerda» reconoce quién es Jesús. El ser Hijo de David convirtió a Jesús en heredero de la promesa hecha a David (2 Samuel 7, 12–16) de reinar sobre Israel para siempre. Durante la ocupación romana, esta fue una declaración políticamente peligrosa de hacer, y podría explicar la multitud que intenta silenciarlo.

El manto de Bartimeo
Esta fue probablemente su única posesión, utilizada para recolectar las pocas monedas que la gente le daba.

‘¿Qué quieres que haga por ti?’
Esta es la misma pregunta que Jesús les hizo a Santiago y a Juan (ver el Evangelio de la semana pasada). Hay un claro contraste entre los discípulos que buscan puestos de honor y la humilde petición del mendigo.

Tu fe te ha salvado
En la disposición de Bartimeo a desafiar la desaprobación social, Jesús reconoce la profundidad de la fe del mendigo. En retrospectiva, sabemos que el camino que toma lleva a Jerusalén y a la cruz.

(*) fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.