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Lecturas del Domingo XXIX del Tiempo Ordinario (Ciclo ‘B’, 2024): Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND)

El que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos

Al contemplar a Jesús como el Rey-Siervo, las lecturas de hoy nos desafían a considerar temas de servicio y sacrificio.
La primera lectura proviene del cuarto canto de Isaías sobre el siervo sufriente. Aunque el siervo es rechazado por el mensaje que proclama y sufrirá por ello, sus sufrimientos “justificarán a muchos”.
El Salmo nos anima a mirar siempre con esperanza al Señor, especialmente en tiempos difíciles. Podemos confiar en su ayuda misericordiosa y amorosa, porque él es “nuestra ayuda y nuestro escudo”.
La segunda lectura nos recuerda que podemos confiar aún más en encontrar misericordia y gracia en tiempos difíciles, porque Jesús compartió nuestra humanidad. Aunque permaneció sin pecado, conoce todo lo que trae la naturaleza humana, incluidas las tentaciones.
El Evangelio nos lleva de nuevo al punto de partida cuando Jesús habla nuevamente del sacrificio que él, “el Hijo del Hombre”, hará. Vemos a Santiago y Juan acercarse a Jesús buscando participar de su gloria. Él predice el sufrimiento que ellos, como él, afrontarán y nos recuerda a todos que, por encima de todo, debemos servir a los necesitados.
Tal vez, esta semana, podamos tomarnos un tiempo para revisar las formas en que atendemos las necesidades de los demás. Sabiendo que el Señor siempre nos escuchará, podemos pedir la gracia y la fuerza que necesitamos para hacer su voluntad. (*)

Miramos al Señor Crucificado, sumergido hasta el fondo en nuestra historia herida, y descubrimos la manera de hacer de Dios. Vemos que Él no se ha quedado allí arriba en los cielos, a mirarnos de arriba a abajo, sino que se ha abajado a lavarnos los pies. Dios es amor y el amor es humilde, no se eleva, sino que desciende, como la lluvia que cae sobre la tierra y trae vida. ¿Pero qué hay que hacer para ponerse en la misma dirección que Jesús, para pasar del emerger al sumergirse, de la mentalidad del prestigio, esa mundana, a la del servicio, la cristiana? Requiere compromiso, pero no es suficiente. Solos es difícil, por no decir imposible, pero tenemos dentro una fuerza que nos ayuda. Es la del Bautismo, de esa inmersión en Jesús que todos nosotros hemos recibido por gracia y que nos dirige, nos impulsa a seguirlo, a no buscar nuestro interés sino a ponernos al servicio. Es una gracia, es un fuego que el Espíritu ha encendido en nosotros y que debe ser alimentado.

PAPA FRANCISCO
Ángelus, 17 de octubre 2021

Lectura del libro de Isaías 53, 10-11
Si ofrece su vida en sacrificio, verá su descendencia

El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento.
Si ofrece su vida en sacrificio de reparación,
verá su descendencia, prolongará sus días,
y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él.
A causa de tantas fatigas, él verá la luz y,
al saberlo, quedará saciado.
Mi Servidor justo justificará a muchos
y cargará sobre sí las faltas de ellos.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 32, 4-5. 18-20. 22
R Señor, que descienda tu amor sobre nosotros

La palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor. R

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R

Nuestra alma espera en el Señor:
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti. R

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16
Vayamos confiadamente al trono de la gracia

Hermanos:
Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado.
Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.

Palabra del Señor

Aleluya Mc 10, 45
El Hijo del hombre vino para servir
y dar su vida en rescate por una multitud.

✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 35-45
El Hijo del hombre vino para dar su vida en rescate por una multitud

Gloria a Ti, Señor

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.»
Él les respondió: «¿Qué quieren que haga por ustedes?»
Ellos le dijeron: «Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria.»
Jesús le dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?»
«Podemos», le respondieron.
Entonces Jesús agregó: «Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados.»
Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.»

Palabra del Señor

Gloria a Tí, Señor Jesús

Para permanecer unidos en oración, les compartimos la reflexión de nuestros amigos de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para meditar durante este Domingo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2024-10-20

~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana

Segunda Lectura ~ Hb 4, 14-16

La lectura de la Carta a los Hebreos comenzó hace dos domingos y continúa hasta el domingo 33 del Tiempo Ordinario (siete domingos consecutivos en total). El autor es desconocido, aunque probablemente era un cristiano judío-griego conocedor de la retórica y la filosofía helenísticas. La carta no está dirigida a ninguna iglesia en particular y no busca resolver un problema o asunto específico, aunque el público al que iba dirigida probablemente era, en su mayoría, cristianos judíos que se enfrentaban a peligros potenciales de las autoridades civiles y los judíos tradicionales. La carta se lee más como una exhortación o un sermón escrito que como una carta, y su teología es muy rica. La misma habla del sacerdocio eficaz de Cristo y de su naturaleza divina y humana, que le permite compartir y simpatizar con el sufrimiento humano.
El pasaje de hoy, sigue directamente al de la semana pasada. Sin embargo, mientras que los versículos allí se referían al juicio, y la palabra de Dios se comparaba con una espada o un instrumento para el sacrificio, esta semana nos centramos en Jesús, el supremo Sumo Sacerdote. Probablemente se le da este título para diferenciarlo de los sumos sacerdotes judíos. Jesús ha sido divinamente instituido, como lo fue Aarón en el Antiguo Testamento (Hebreos 5, 4), siendo también capaz de empatizar con nosotros, porque “ha sido probado en todo como nosotros”.
El ha atravesado el “cielo más alto”. El autor parece indicar que hay diferentes cielos; encontramos la misma alusión en la segunda carta a los Corintios, donde Pablo habla del tercer cielo (2 Corintios 12, 2). Aunque Jesús no es alguien remoto ni ajeno a la condición humana, está excepto «del pecado». Este hecho se cita varias veces en el Nuevo Testamento: como, por ejemplo, en la primera carta de San Juan: “en él no hay pecado” (1 Juan 3,5). También, en esto su sacerdocio, es diferente del de los sacerdotes judíos.
Como sumo sacerdote, Jesús puede representarnos ante Dios, descrito aquí como ‘el trono de la gracia’, expresión perteneciente al ámbito de los reyes y la realeza, el concepto humano de poder absoluto y grandeza en ese tiempo.

Evangelio ~ Mc 10, 35-45

Esta es la tercera ocasión registrada en los Evangelios en la que Jesús les habla a sus discípulos de su muerte inminente y de lo que significa seguirlo. Sin embargo, todavía, no comprenden.

«Maestro, queremos que nos hagas un favor … Permítenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda en tu gloria».
Santiago y Juan fueron dos de los primeros y más cercanos seguidores de Jesús. Cuando Jesús los llamó, los llamó «Boanerges» o «Hijos del trueno» (Marcos 3, 17). Jesús había hablado previamente a sus discípulos de su «venida en la gloria de su Padre con los santos ángeles» (Marcos 8, 38); ahora, Santiago y Juan muestran su falta de comprensión de lo que significa la «gloria» de Jesús, ya que solicitan una posición privilegiada sobre los otros discípulos. Sentarse a la derecha o a la izquierda de un gobernante era una señal de prestigio y poder (1 Reyes 2, 19; 22, 19; Salmo 110, 1).

«No saben lo que piden», les dijo Jesús. «¿Pueden beber la copa que debo beber …?»
En el Antiguo Testamento, ‘copa’ significa una experiencia potencial en la vida de alguien, ya sea una copa de gozo (Salmo 16, 5; 23, 5) o una copa de dolor (Isaías 51, 17-22; Jeremías 49, 12). ). La copa a la que se refiere Jesús simboliza dos aspectos de su Pasión y muerte; la copa eucarística de su «sangre», (Marcos 14, 23-26) y su aceptación de la muerte en la cruz para nuestra redención (Marcos 14, 36).

«Bautizado con el bautismo con el que debo ser bautizado …»
Jesús se refiere al bautismo como una metáfora de la Pasión. La inmersión en agua en el Antiguo Testamento indica calamidad (Sal. 42, 7; Sal. 88, 17; Isaías 43, 2). Jesús alude a los dos sacramentos que forman la base de la Nueva Alianza, el Bautismo y la Eucaristía.

Esto no sucederá entre ustedes.
Jesús continúa enseñando a sus amigos el verdadero significado del discipulado y la grandeza. El único camino a la grandeza es imitarlo, ser esclavo. Esto significa llevar a cabo las tareas más serviles, como lavarle los pies a las personas y atenderlas.

Porque el mismo Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.
Las últimas palabras de Jesús en este pasaje constituyen uno de los dichos más importantes del Evangelio, que resume todo el propósito de su misión mesiánica.

(*) fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/

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