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Lecturas del Domingo XII del Tiempo Ordinario (Ciclo ‘B’, 2024)

‘¿Quién es este hombre?’

Las lecturas de hoy brindan una oportunidad para centrarnos en nuestra confianza en Dios con gran valentía y esperanza. Tres de los textos demuestran el poder del Señor sobre el mar y su cuidado por nosotros.
En la Primera Lectura, el Señor responde a las quejas de Job de que ha sido castigado injustamente. Dios habla de su poder divino sobre su propia creación.
El control de Dios sobre la naturaleza también se refleja en el Evangelio, cuando Jesús calma la tormenta. Los discípulos entran en pánico cuando el vendaval se apodera de ellos, despertando a Jesús, quien los reprende por su falta de fe. Se llenan de asombro cuando Jesús calma las olas y pregunta: “¿Quién es éste?”
El salmista habla del temor de los marineros cuando sus frágiles embarcaciones son azotadas por los vientos y las olas, pero dan gracias al Señor por su amoroso cuidado mientras los conduce a un puerto seguro.
San Pablo expresa su gratitud por el amor abrumador de Cristo, por cuya vida, muerte y resurrección se nos ofrece una nueva creación.
Esta semana oremos por una mayor conciencia de la presencia constante del Señor en nuestras vidas y expresemos nuestra gratitud por su amor con las palabras del estribillo del salmo: Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor. (*)

Hoy podemos preguntarnos: ¿cuáles son los vientos que se abaten sobre mi vida, cuáles son las olas que obstaculizan mi navegación y ponen en peligro mi vida espiritual, mi vida de familia, mi vida psíquica también? Digamos todo esto a Jesús, contémosle todo. Él lo desea, quiere que nos aferremos a Él para encontrar refugio de las olas anómalas de vida. El Evangelio cuenta que los discípulos se acercan a Jesús, le despiertan y le hablan (cfr. v. 38). Este es el inicio de nuestra fe: reconocer que solos no somos capaces de mantenernos a flote, que necesitamos a Jesús como los marineros a las estrellas para encontrar la ruta.

PAPA FRANCISCO
Ángelus, 20 de junio 2021

Lectura del libro de Job 38, 1. 8-11
Aquí se quebrará la soberbia de tus olas

El Señor respondió a Job desde la tempestad, diciendo:
¿Quién encerró con dos puertas al mar,
cuando él salía a  borbotones del seno materno,
cuando le puse una nube por vestido
y por pañales, densos nubarrones?
Yo tracé un límite alrededor de él, le puse cerrojos y puertas,
y le dije: «Llegarás hasta aquí y no pasarás;
aquí se quebrará la soberbia de tus olas.»

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 106, 23-26. 28-31
R: ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

Los que viajaron en barco por el mar,
para traficar por las aguas inmensas,
contemplaron las obras del Señor,
sus maravillas en el océano profundo. R

Con su palabra desató un vendaval,
que encrespaba las olas del océano:
ellos subían hasta el cielo, bajaban al abismo,
se sentían desfallecer por el mareo. R

Pero en la angustia invocaron al Señor,
y Él los libró de sus tribulaciones:
cambió el huracán en una brisa suave
y se aplacaron las olas del mar. R

Entonces se alegraron de aquella calma,
y el Señor los condujo al puerto deseado.
Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres. R

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 5, 14-17
Un ser nuevo se ha hecho presente

Hermanos:
El amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y Él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para Aquél que murió y resucitó por ellos.
Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así.
El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.

Palabra del Señor

Aleluya Lc 7, 16
Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros
y Dios ha visitado a su pueblo.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 4, 35-41
¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?

Gloria a Ti, Señor

Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla.» Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?» Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!» El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen.»

Palabra del Señor

Gloria a Ti, Señor Jesús

Unidos en la alegría del Evangelio, te compartimos la reflexión de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para meditar juntos en este Domingo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2024-06-23

~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana

Salmo 106 (107)

Este salmo de acción de gracias que se canta en el Templo de Jerusalén para una fiesta se compone de cuatro secciones distintas que siguen un patrón similar:
Una persona reconoce el problema al que se enfrenta; clama al Señor por ayuda; acepta la ayuda brindada; y da gracias a Dios.
Las cuatro personas vienen del «este y el oeste, del norte y del sur» (v. 3).
Son, respectivamente, vagabundos perdidos en el desierto, prisioneros liberados, enfermos que se curan y, finalmente, en el pasaje que leemos hoy, marineros atrapados en una tormenta.
Cada grupo usa las mismas palabras para agradecer al Señor que los ha salvado de su difícil situación: «Que den gracias al Señor por su amor, las maravillas que hace por ellos».
Más allá de la simple acción de gracias, posiblemente podamos ver connotaciones simbólicas. El mar estaba vinculado al caos que envolvía al universo antes de la creación (Génesis 1: 2-3). Al calmar el mar, Dios está afirmando la autoridad creativa que se muestra en la primera lectura de este domingo (Job 38: 1.8-11).
El mismo poder que creó el mundo en el que vivimos, Dios mismo, también cuida de su pueblo como resultado de su amor inquebrantable por nosotros.
Cuando, en el evangelio de hoy, vemos a Jesús calmando la tormenta, estamos siendo testigos muy claramente de su naturaleza divina.

Evangelio ~ Mc 4, 35-41

Hoy leemos el primero de los cuatro milagros de Jesús contra esos poderes hostiles a Dios: naturaleza, posesión demoníaca, enfermedad y muerte. Estos milagros vienen inmediatamente después de las parábolas del Reino que hemos estado leyendo en las semanas anteriores.

Dejando atrás a la multitud …
Jesús ha estado enseñando desde un barco para evitar la presión de la multitud. Ahora quiere cruzar el mar de Galilea hacia el territorio gentil de la costa oriental.

Empezó a soplar un vendaval
Las tormentas repentinas son comunes en este mar y sus discípulos, varios de los cuales eran pescadores, habrán estado familiarizados con estas violentas tormentas.

Jesús estaba en la popa, con la cabeza sobre el cojín, dormido.
Este cojín es el asiento del timonel, en lo alto de la cubierta de popa. Jesús estaría protegido de las salpicaduras de las olas. Su sueño puede interpretarse como su absoluta confianza en Dios.

Reprendió al viento y le dijo al mar «¡Silencio ahora!»
La palabra «reprender» es la que se suele emplear para controlar a los demonios. Los pueblos antiguos pensaban que los desastres naturales eran obra del diablo, y en el Antiguo Testamento, el mar a menudo se describe como un dragón rebelde, un símbolo del caos y el mal. (ver Primera lectura y Génesis 1: 2-3).
Asimismo, las palabras de Jesús son similares a las que usó para un exorcismo (Marcos 1:25).

El viento amainó … «¿Quién es éste …?»
Esta es una confesión implícita de la divinidad de Jesús. El mar y el viento le obedecen como obedecieron a Dios en el Antiguo Testamento.

Simbolismo
Es posible ver en el barco una imagen de la Iglesia azotada por los conflictos. O podemos leer esta historia como una parábola en la que Jesús calma las tormentas en nuestros propios corazones o en el mundo violento que nos rodea. A veces, Jesús puede parecer dormido, por lo que pedimos ayuda como los discípulos o los marineros en el salmo de hoy. (*)

(*) fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/

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