Muéstranos, Señor, la luz de tu rostro
En las lecturas de hoy, celebramos al Cristo vivo, nuestro abogado que habita con el Padre. A través de él recibimos el ánimo para superar nuestros temores y debilidades de fe.
Pedro (Primera Lectura) insiste en que incluso los responsables de la muerte de Cristo no están sin esperanza. Ellos también están llamados a arrepentirse y volver el rostro a Dios.
En la Segunda Lectura, Juan recuerda a la comunidad de creyentes que la vida cristiana exige una atención continua a las enseñanzas de Cristo. El seguimiento de este Camino del amor en nuestra vida diaria, conlleva una invitación a una relación cada vez más profunda con Dios.
Lucas continúa la historia de la Resurrección cuando el Señor resucitado se aparece a sus temerosos amigos. Jesús refuerza su fe uniéndose a ellos para comer. Los invita a tocar su cuerpo, antes de finalmente abrir la palabra de las Escrituras. Nosotros, al igual que los discípulos, necesitamos que Cristo resucitado consuele y anime nuestras vidas de fe.
El salmista ha sido liberado de la angustia y da gracias al único Dios que lo ha escuchado y liberado. Es una oración de profunda confianza y seguridad en el Señor.
En un mundo que arde con las maravillas de la ciencia y la tecnología y que está asolado por la guerra y la profunda injusticia, oramos para que nunca olvidemos que sólo tú, querido Señor, puedes darle la abundancia de tu misericordia a nuestros corazones inquietos y temerosos. (*)

Todos estaban contentos porque el Señor había resucitado: estaban seguros de que el Señor había resucitado. Pero precisamente, estaban hablando de estas cosas, relata el Evangelio, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «La paz esté con ustedes». En ese momento, sucedió algo diferente de la paz. En efecto, el Evangelio describe a los apóstoles «aterrorizados y llenos de miedo». No sabían qué hacer y creían ver un fantasma. Así, todo el problema de Jesús era decirles: Pero miren, no soy un fantasma; tóquenme, ¡miren mis heridas!. Se lee además en el texto: «Como no acababan de creer por la alegría…». Este es el punto focal: los discípulos no podían creer porque tenían miedo a la alegría. En efecto, Jesús los llevaba a la alegría: la alegría de la resurrección, la alegría de su presencia en medio de ellos. Pero precisamente esta alegría se convirtió para ellos en un problema para creer: por la alegría no creían y estaban atónitos. Los discípulos preferían pensar que Jesús era una idea, un fantasma, pero no la realidad. El miedo a la alegría es una enfermedad del cristiano. También nosotros, tenemos miedo a la alegría, y nos decimos a nosotros mismos que es mejor pensar: sí, Dios existe, pero está allá, Jesús ha resucitado, ¡está allá!. Como si dijéramos: Mantengamos las distancias. Y así tenemos miedo a la cercanía de Jesús, porque esto nos da alegría.
papa francisco
Invoquemos al Señor para que haga con todos nosotros lo que hizo con los discípulos, que tenían miedo a la alegría: abrir nuestra mente. En efecto, se lee en el Evangelio: «Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras». Así pues, deseo que el Señor abra nuestra mente y nos haga comprender que Él es una realidad viva, que tiene cuerpo, está con nosotros y nos acompaña, que ha vencido: pidamos al Señor la gracia de no tener miedo a la alegría.
homilía, domus sancta marta
24 de abril 2014
Lecturas de los Hechos de los Apóstoles 3, 13-15. 17-19
Ustedes mataron al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos
Pedro dijo al pueblo:
«El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de Él delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad. Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes obraron por ignorancia, lo mismo que sus jefes. Pero así, Dios cumplió lo que había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías debía padecer.
Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados.»
Palabra del Señor
Salmo Responsorial 4, 2. 4. 7. 9
R: Muéstranos, Señor, la luz de tu rostro
Respóndeme cuando te invoco, Dios, mi defensor,
tú, que en la angustia me diste un desahogo:
ten piedad de mí
y escucha mi oración. R
Sepan que el Señor hizo maravillas por su amigo:
Él me escucha siempre que lo invoco.
Hay muchos que preguntan:
«¿Quién nos mostrará la felicidad,
si la luz de tu rostro, Señor,
se ha alejado de nosotros?» R
Me acuesto en paz
y en seguida me duermo,
porque sólo Tú, Señor,
aseguras mi descanso. R
Lectura de la primera carta de san Juan 2, 1-5a
Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados y por los del mundo entero
Hijos míos,
les he escrito estas cosas para que no pequen.
Pero si alguno peca,
tenemos un defensor ante el Padre:
Jesucristo, el Justo.
Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados,
y no sólo por los nuestros,
sino también por los del mundo entero.
La señal de que lo conocemos,
es que cumplimos sus mandamientos.
Él que dice:
«Yo lo conozco»,
y no cumple sus mandamientos,
es un mentiroso,
y la verdad no está en él.
Pero en aquel que cumple su palabra,
el amor de Dios
ha llegado verdaderamente a su plenitud.
Palabra del Señor
Aleluya Cf. Lc 24, 32
Señor Jesús, explícanos las Escrituras.
Haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 24, 35-48
El Mesías debía sufrir, y resucitar de entre los muertos al tercer día
Gloria a Ti, Señor
Los discípulos, que retornaron de Emaús a Jerusalén, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes.»
Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: «¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo.»
Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer.
Pero Jesús les preguntó: «¿Tienen aquí algo para comer?» Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; Èl lo tomó y lo comió delante de todos.
Después les dijo: «Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.»
Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos altercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
Nos unimos en oración y juntos meditamos con la reflexión de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2024-04-14
~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana
Segunda Lectura ~ Jn 2, 1-5
En este tercer domingo de Pascua, continuamos leyendo la Primera Carta de san Juan. La epístola, en su conjunto, enfatiza la centralidad del amor. El capítulo 2 hace hincapié en que hay un mandamiento: ámense los unos a otros. Si nosotros nos amamos los unos a los otros, estamos en la luz; si no lo hacemos, estamos en la oscuridad. Aquellos que niegan que Jesús es el Mesías y niegan la verdadera relación del Padre con el Hijo, son ellos mismos anti-Mesías.

‘… tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo’
Aunque estamos familiarizados con la equiparación del «Defensor», el que nos apoyará con el Espíritu Santo (Juan 14, 16-17), aquí es el mismo Jesús quien habla por nosotros al Padre. Murió en la cruz para «quitar nuestros pecados». El pecado mismo (ver también más abajo) resulta de la indiferencia hacia los mandamientos del Señor. En el Evangelio, Juan cita al propio Jesús: «Si me aman, guardarán mi mandamientos” (Juan 14, 15).
Él que dice: «Yo lo conozco», y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en el
Juan escribe en el contexto de una visión «gnóstica» de la religión. Gnósticos creían que la salvación se basaba en el conocimiento de Dios, pero no veían ningún vínculo entre el forma en que una persona se comporta y su compromiso intelectual con Dios. Juan, sin embargo, se esfuerza en afirmar lo contrario. El «conocimiento» de Dios que defiende Juan no se preocupa por los hechos, sino que está basado en una relación cercana e íntima, el vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
Evangelio ~ Lc 24, 35-48
La lectura de hoy es la segunda parte de la historia de Emaús.
Atónitos y llenos de temor
Aunque habían oído el relato de los compañeros de Emaús y los rumores de que Jesús se había aparecido a algunas de las mujeres de su círculo, los discípulos no esperaban que él estuviera con ellos en ese preciso momento.
‘¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?’
Para los griegos, el corazón era la sede de la razón y de las emociones. Jesús necesita persuadirlos intelectual y emocionalmente de su presencia entre a ellos.
‘Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean’.
Es importante para Lucas mostrar que Jesús ha resucitado en cuerpo y alma. Según la filosofía griega (especialmente el filósofo Platón), el espíritu de una persona seguía viva una vez que había escapado del cadáver. Aunque a menudo se supone que Jesús está mostrando a los discípulos las cicatrices hechas por los clavos en sus manos y pies, algunos teólogos piensan que Jesús simplemente estaba ofreciendo sus manos y pies como partes de su cuerpo que podían tocar. En su relato de la crucifixión de Jesús, Lucas nunca menciona el uso de clavos en la Cruz.
‘¿Tienen algo aquí para comer?’
Esta es la segunda prueba que Jesús ofrece a los discípulos. Las comidas de pescado y pan formaba parte de la vida cotidiana de los discípulos durante los tres años de ministerio público de Jesús.
‘Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía’
El punto principal aquí no es subrayar qué pasajes se están cumpliendo, sino mostrar cómo la Escritura encuentra su significado último en Jesús. Él le explica que “todo está escrito sobre mí”.
Predicando a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén
Lucas nunca muestra a Jesús trabajando entre los gentiles: deja este trabajo a sus discípulos y la Iglesia Primitiva. Deben comenzar localmente y difundir la Buena Noticia en todo el mundo. El núcleo de la predicación de los discípulos es que en el nombre de Jesús, deben animar a las personas a cambiar sus caminos, para arrepentirse y así ser perdonados. (*)
(*) fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/

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