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Lecturas del Domingo V del Tiempo de Cuaresma (Ciclo ‘B’, 2024)

‘Escribiré mi Ley en sus corazones’

Las lecturas de este Domingo nos alientan a salir de nuestra oscuridad y a girar hacia el crecimiento y la transformación a partir del dolor y el sufrimiento.
El profeta Jeremías hace un gran anuncio: “Mira, vienen días… en que haré un nuevo pacto con la Casa de Israel”. La eterna alianza de amor y perdón de Dios está escrita en lo profundo de nuestro corazón (Primera Lectura).
Es por esta misma promesa, que Cristo se hizo humano para compartir con nosotros nuestro sufrimiento, orando siempre por nosotros y con nosotros (Segunda Lectura). En Cristo, todo sufrimiento y muerte se transfiguran en crecimiento y vida nueva mediante su resurrección.
El Salmo de este domingo le habría resultado familiar a Jesús mientras oraba por nosotros durante su estancia en la tierra, animándonos sinceramente a apartarnos de los caminos pecaminosos hacia el amor y la compasión de Dios.
En el Evangelio, Jesús habla del sufrimiento personal y de la muerte que pronto afrontará. Él sabe que podría pedirle a su Padre que lo salve de este destino pero, en cambio, voluntariamente toma una decisión que conduce a nuestra salvación. Jesús nos invita a seguir su forma de vivir. No es un camino fácil de recorrer, pero Cristo está siempre con nosotros, ayudándonos y sosteniéndonos.
Oremos unos por otros para que, a través de la gracia infinita de Dios, permanezcamos fieles a la ley del amor que está escrita en lo profundo de nuestro interior. (*)

¡Es la hora de la Cruz! Es la hora de la derrota de Satanás, príncipe del mal, y del triunfo definitivo del amor misericordioso de Dios. Cristo declara que será «levantado sobre la tierra», una expresión con doble significado: «levantado» en cuanto crucificado, y «levantado» porque fue exaltado por el Padre en la Resurrección, para atraer a todos hacia sí y reconciliar a los hombres con Dios y entre ellos. La hora de la Cruz, la más oscura de la historia,
es también la fuente de salvación para todos los que creen en Él.

Papa Francisco
Ángelus, 22 de marzo 2015

Lectura del libro de Jeremías 31, 31-34
Estableceré una nueva alianza y no me acordaré de su pecado

Llegarán los días –oráculo del Señor– en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá.  No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño –oráculo del Señor–. 
Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días –oráculo del Señor–: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.  
Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: “Conozcan al Señor”. Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande –oráculo del Señor–. Porque yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial 50, 3-4. 12-15
R: Crea en mí, Dios mío, un corazón puro

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado! R

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu. R

Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti. R

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9
Aprendió qué significa obedecer y llegó a ser causa de salvación eterna

Hermanos:
Cristo dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos quésignifica obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.

Palabra del Señor

Aclamación
«El que quiera servirme, que me siga,
y donde Yo esté, estará también mi servidor»
, dice el Señor

✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 12, 20-33
Si el grano de trigo que cae en tierra muere, da mucho fruto

Gloria a Tí, Señor

Había unos griegos que habían subido a Jerusalén para adorar a Dios durante la fiesta de Pascua. Éstos se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. El les respondió:
«Ha llegado la hora
en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. 
Les aseguro que
si el grano de trigo que cae en la tierra no muere,
queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
El que tiene apego a su vida la perderá;
y el que no está apegado a su vida en este mundo,
la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme
que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor.
El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Mi alma ahora está turbada.
¿Y qué diré:
“Padre, líbrame de esta hora”?
¡Si para eso he llegado a esta hora!
¡Padre, glorifica tu Nombre!»
Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar.»
La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno.
Otros decían: «Le ha hablado un ángel.»
Jesús respondió:
«Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes.
Ahora ha llegado el juicio de este mundo,
ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera;
y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí.»

Palabra del Señor

Gloria a Tí, Señor Jesús

Para continuar unidos en oración, te compartimos la reflexión de RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2024-03-17

~ Creciendo en la Fe ~
Notas sobre las lecturas de esta semana

Salmo 50 (51)

Este es, probablemente, el más conocido de los siete Salmos penitenciales, a menudo conocido como el Miserere. Amado por muchas grandes figuras cristianas, incluyendo San Agustín, Gregorio Magno y Martín Lutero, resulta especialmente familiar de la ambientación musical de Gregorio Allegri (m. 1682), realizada para el uso de la Capilla Sixtina de Roma durante la Semana Santa. En línea con el título que precede al salmo, la tradición ve en este texto la confesión y arrepentimiento del rey David. David envió a Urías a la muerte en un batalla contra los amonitas, habiendo tomado primero a Betsabé (quien más tarde se convirtió en su esposa) como su amante. Posteriormente, el profeta Natán confronta a David y le hace darse cuenta de lo que ha hecho. (La narración completa de los acontecimientos se pueden encontrar en 2 Samuel, 11–12.)
El salmo se divide en dos partes. La primera parte se centra en la toma de conciencia de nuestros pecados y, por tanto, el deseo de confesar la culpa. Esto lo vemos muy claramente en los versículos 1 y 2, donde el penitente pide perdón mediante la limpieza y purificación.
El salmista ruega a Dios que lo perdone usando una serie de verbos: tener misericordia; lávame; límpiame; crea en mí; no me deseches; no me prives; abre mis labios, etc. Más allá de la contrición del salmista, está su confianza total en el amor inquebrantable, la compasión y misericordia de Dios para su pueblo y para el el propio salmista. El mismo hace un sincero llamamiento a renovación espiritual: ‘crea un corazón puro’; ‘dame de nuevo la alegría de tu salvación’. En estado de pecado, se vuelve a Dios, pero como penitente buscando renovarse en la intimidad con Dios.
Aunque este salmo pertenece al grupo de los salmos de lamento individuales, puede también leerse como proveniente de toda la comunidad. El pecado de cada persona tiene un efecto en los demás, y cada acto de arrepentimiento marca una diferencia positiva para toda la comunidad: “mi boca proclamará tu alabanza”.

Evangelio ~ Jn 12, 20-33

La última Pascua
Esta sección del Evangelio es parte del episodio final del ‘Libro de Señales’, siete de las cuales son milagros. A través de estos signos, Juan está revelando quién es Jesús y qué ha hecho. La lectura de este domingo es la clave para todo el capítulo.

‘Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado’
La “hora” de la que habla Jesús es el momento en que será glorificado a través de su muerte. Esta revelación seguramente habrá sorprendido a sus oyentes. Los judíos creían que el ‘Hijo del Hombre’ era un poderoso conquistador enviado por Dios, contra quien ninguna oposición podría resistirse. Ellos no entienden que la glorificación significaba la crucifixión en una cruz.

Una rica cosecha
La teología de Juan se hace eco de Isaías 52, 13, el cuarto cántico del siervo de Yahvé. La muerte del siervo es el medio de su glorificación. ‘Ver mi siervo prosperará, será enaltecido, exaltado, ascenderá a grandes alturas’. La rica cosecha ya ha comenzado a recogerse. A las multitudes judías se les unieron los primeros gentiles (vv. 20– 22). La multitud se está convirtiendo gradualmente en “el mundo entero” (v. 19).

‘El que quiera servirme, que me siga’
Jesús equipara su autosacrificio con el de sus seguidores, quienes son llamados a servir como Él lo hizo.

‘Ahora mi alma está turbada’
Aunque Juan no registra la agonía de Jesús en Getsemaní, en esta parte se recuerdan las palabras y emociones de Jesús en ese momento. Jesús utiliza nuevamente el término “la hora” y una vez más identifica la razón por la cual su muerte es necesaria.

La voz de Dios
Dios vino y habló a Jesús en los grandes momentos de su vida. Jesús escuchó la voz de Dios en su bautismo cuando comenzó su ministerio (Marcos 1, 11), y en el momento de su Transfiguración (Marcos 9, 7). Esta vez, Dios responde directamente a las palabras de Jesús, para beneficio del pueblo. Él está afirmando a Jesús mientras se acerca a su Pasión y muerte.

‘Atraeré a todas las personas hacia mí’
Las últimas palabras de Jesús en este pasaje (v. 32) reiteran su mensaje, su ser «levantado» de la tierra, es decir, su muerte en la cruz, es el medio por el cual toda la humanidad pueda tener vida eterna. (*)

(*) fuente: https://stbeunosoutreach.wordpress.com/

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