¡Alégrense!
Hemos caminado con Jesús el dolor de la Semana Santa, en todo lo que nos ha sido posible. Ahora oramos por la gracia de conocer la alegría, y la gloria y el gozo de nuestro Señor Resucitado en este tiempo de Pascua.
Las lecturas de Pascua hablan de las formas en que los primeros discípulos se dieron cuenta del poder de la resurrección de Jesús.
El Evangelio cuenta la historia de María, que va al sepulcro pero lo encuentra vacío; corre hacia los discípulos para informarles de su pérdida. Pedro y Juan corren para verlo por sí mismos. Finalmente comienzan a comprender el significado de las palabras de Jesús acerca de ‘resucitar de entre los muertos’.
Pedro (primera lectura) da testimonio personal a Cornelio de la vida y muerte de Jesús; ¡ha comido con él después de su resurrección! Pedro proclama que el perdón de Jesús Resucitado es para todos.
En la Segunda Lectura, Pablo subraya que vivir la vida de un creyente es tratar de estar libre del pecado, vivir en la sinceridad y la verdad.
El Salmo celebra el triunfo de Dios sobre la muerte en un amor que no tiene fin. ¡Nos regocijamos y nos alegramos!
Esta semana, entonces, tal vez podríamos orar por nuestro mundo donde se necesita tanto amor. ¿Cómo podemos llevar el gozo que encuentro en Dios a otros?
Galilea era la región más alejada de Jerusalén, el lugar donde se encontraban en ese momento. Y no sólo geográficamente: Galilea era el sitio más distante de la sacralidad de la Ciudad santa. Era una zona poblada por gentes distintas que practicaban varios cultos, era la «Galilea de los gentiles» (Mt 4,15). Jesús los envió allí, les pidió que comenzaran de nuevo desde allí. ¿Qué nos dice esto? Que el anuncio de la esperanza no se tiene que confinar en nuestros recintos sagrados, sino que hay que llevarlo a todos. Porque todos necesitan ser reconfortados y, si no lo hacemos nosotros, que hemos palpado con nuestras manos «el Verbo de la vida» (1 Jn 1,1), ¿quién lo hará? Qué hermoso es ser cristianos que consuelan, que llevan las cargas de los demás, que animan, que son mensajeros de vida en tiempos de muerte. Llevemos el canto de la vida a cada Galilea, a cada región de esa humanidad a la que pertenecemos y que nos pertenece, porque todos somos hermanos y hermanas. Acallemos los gritos de muerte, que terminen las guerras. Que se acabe la producción y el comercio de armas, porque necesitamos pan y no fusiles. Que cesen los abortos, que matan la vida inocente. Que se abra el corazón del que tiene, para llenar las manos vacías del que carece de lo necesario.
papa francisco
vigilia pascual en la noche santa, 11 de abril 2020
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 34a. 37-43
Comimos y bebimos con Él, después de su resurrección
Pedro tomando la palabra, dijo: “Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret, y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con Él.
Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara, no a todo el pueblo, sino a los testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.
Él nos mandó a predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime declarando que los que creen en Él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre’’.
Palabra del Señor
Salmo Responsorial – 117, 1-2. 16-17. 22-23
R: “Éste es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en Él.”
¡Den gracias al Señor, porque eres bueno,
porque es eterno su amor!.
Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor!. R
La mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.
No, no moriré,
viviré para publicar lo que hizo el Señor. R
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor,
y es admirable a nuestros ojos. R
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los cristianos de Colosas 3, 1-4
Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo
Hermanos:
Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.
Palabra del Señor
Secuencia
(Debe decirse hoy; en los días de la octava es optativa)

Cristianos,
ofrezcamos al Cordero pascual
nuestro sacrificio de alabanza.
El Cordero ha redimido a las ovejas;
Cristo el inocente,
reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la vida se enfrentaron
en un duelo admirable:
el Rey de la Vida estuvo muerto,
y ahora vive.
Dinos, María Magdalena,
¿qué viste en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente y la gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles,
testigos del milagro,
he visto el sudario y las vestiduras.
Ha resucitado Cristo, mi esperanza, y precederá a los discípulos en Galilea.
Sabemos que Cristo resucitó realmente;
Tú, Rey victorioso,
ten piedad de nosotros.
Aleluia 1Cor 5, 7b-8a
Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Celebremos, entonces, nuestra Pascua.
✠ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 20, 1-9
Él debía resucitar de entre los muertos
Gloria a Ti, Señor
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
Les compartimos la reflexión del RezandoVoy.org, un proyecto de los Jesuitas de España, para este Domingo: https://www.rezandovoy.org/reproductor/2023-05-14
La Comunidad Católica Latina en Bangkok les desea una muy feliz y gozosa Pascua de Resurrección… que la luz de Cristo ilumine sus vidas y las de sus familiares para convertirnos en focos de esperanza entre todos los hermanos… que retomemos de la mano de Jesús el camino a Galilea para recordar a cada paso que hemos sido amados y llamados por Dios ….que el Hijo del Dios de la Vida, el mismo que venció a la muerte, es Quien nos invita a seguirle para a llevar el canto transformador de la Resurrección en el corazón …. que el Resucitado nos conceda la gracia de ser testimonios de vida, de alegría, esperanza y de fructífero y fraternal compromiso en la construcción de su Reino de amor, de paz y solidaridad.
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Las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡Queremos suprimirlas para siempre! Esas palabras pareciera que prevalecen cuando en nosotros triunfa el miedo y la muerte; es decir, cuando no dejamos que sea el Señor Jesús quien triunfe en nuestro corazón y en nuestra vida. Que Él, que ya venció la muerte abriéndonos el camino de la salvación eterna, disipe las tinieblas de nuestra pobre humanidad y nos introduzca en su día glorioso que no conoce ocaso.
Papa Francisco
Mensaje «Urbi et Orbi»
Pascua 2020