Celebrando en Familia: Domingo V de Pascua (B)

Esta ayuda litúrgica ha sido elaborada por los Carmelitas de Australia y Timor-Oriental en un momento en que no podemos reunirnos para celebrar la Eucaristía. Somos conscientes que Cristo no solo se hace presente en el Santísimo Sacramento, sino que también está en nuestros corazones. Incluso cuando estamos solos seguimos siendo miembros del Cuerpo de Cristo.
En el lugar que escojan para esta oración, podrían tener una vela encendida, un crucifijo y una Biblia. Estos símbolos ayudan a mantenernos conscientes de lo sagrado que es el tiempo de oración y a sentirnos unidos con las otras comunidades locales que están orando.
La celebración está organizada para que uno de la familia la presida y los otros miembros participan en ella. Sin embargo, la parte del presidente de la celebración puede ser compartida por todos los presentes.

Jesús, la verdadera vid
el sarmiento que permanece

en Él da mucho fruto 
(Jn 15, 1-8)

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo.
Amén.

El Señor está aquí, presente en medio de nosotros.
Estamos reunidos con toda la Iglesia
en este momento de oración.

Preparémonos para escuchar la Palabra

Señor Jesús,
tú eres nuestro Camino.

Señor Jesús,
tú eres nuestra Verdad.

Señor Jesús,
tú eres nuestra Vida.

Cristo Resucitado,
danos la valentía y la fuerza que necesitamos 
para ser tu presencia en el mundo. Amén.

Lectura bíblica (Jn 15,1-8)

En aquel tiempo, Jesús dijo:
«Yo soy la vid verdadera,
y mi Padre es el viñador.
Al sarmiento que no da fruto en mí,
él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho.
Permanezcan en mí y yo en ustedes.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo,
si no permanece en la vid,
así tampoco ustedes, si no permanecen mí.

Yo soy la vid, ustedes los sarmientos;
el que permanece en mí y yo en él,
ése da fruto abundante,
porque sin mí nada pueden hacer.
Al que no permanece en mí se le echa fuera,
como al sarmiento, y se seca;
luego lo recogen,
lo arrojan al fuego y arde.

Si permanecen en mí
y mis palabras permanecen en ustedes,
pidan lo que quieran y se les concederá.
La gloria de mi Padre consiste
en que den mucho fruto y se manifiesten,
así como discípulos míos».

Reflexión – Jesús, la verdadera vid que da fruto en nosotros

Seguimos en el camino de la Pascua. Después de la montaña rusa de emociones durante tres días – desde la cena de Jesús con sus discípulos, pasando por el juicio y la crucifixión, hasta el asombro de las mujeres ante la tumba vacía- nos preparamos ahora para celebrar la venida del Espíritu Santo en Pentecostés.

Durante estos cincuenta días, nuestro camino se ve fortalecido e iluminado por las palabras de la Primera Carta de San Juan. Su mensaje central queda claro en la lectura de hoy: se nos pide que creamos en Jesús y nos amemos unos a otros. Luego se nos asegura que no estamos solos en este desafío: “Sabemos que él vive en nosotros por el Espíritu que se nos ha dado”.

El poeta Gerard Manley Hopkins se hace eco de esto en As Kingfishers Catch Fire:
“Porque Cristo juegas en diez mil lugares, Hermoso en los miembros, y amoroso en los ojos que no son suyos”.

Esta idea de que Cristo vive en nosotros se manifiesta en el Evangelio de hoy, donde Jesús se compara con la “vid verdadera”. Nos dice: “El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante”.
Por medio de los dones del Espíritu Santo podemos mantener a Cristo dentro de nosotros, no sólo en nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestras acciones, sino también en lo más profundo de nosotros mismos, en nuestras almas y en nuestros corazones. Nos ayuda la oración y la reflexión sobre las palabras de la Escritura, tal vez meditando las imágenes, o dedicando tiempo a las frases que nos llaman especialmente la atención. O podemos sentarnos y simplemente abrir el corazón y escuchar. Jesús dice: “Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes…».

Oraciones de intercesión

Pedimos por toda la Iglesia y sus dirigentes.
Que podamos sacar nuestra vida de ti y demos el fruto del Reino.

Pedimos por el amor genuino entre nosotros;
impúlsanos mediante un debate libre, honesto y abierto,
a dejar de lado nuestras diferencias de forma pacífica.

Rezamos en acción de gracias por los dones,
los talentos y las habilidades únicas de cada uno de nosotros;
ayúdanos a dedicar nuestros dones al bien de nuestra familia humana.

La Oración del Señor

Como el mismo Jesús nos enseñó, digamos confiadamente:

Padre nuestro, que estás en el cielo.
Santificado sea tu nombre,

venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestra ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal

Oración final

Señor Dios nuestro,
que en la resurrección de Jesús compartes con nosotros su vida resucitada.
Transforma nuestra oscuridad, miedo y aislamiento con tu presencia reconfortante,
para que podamos ser presencia serena, amorosa y sanadora los unos con los otros.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Bendición

Que tu bendición, Señor, descienda sea sobre nosotros, 
y permanezca para siempre.

¡Podemos ir en la paz de Cristo resucitado!
¡Aleluya! ¡Aleluya!

fuente: https://ocarm.org/en/celebrating-at-home/145-celebrando-en-familia-quinto-domingo-de-pascua/file

Escrito por

El lugar de encuentro de los Católicos latinos en Bangkok... de la mano de Cristo y bajo el amparo de María ... celebrando la fe en comunidad desde el 2002 ...

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